Fuente: http://lahora.gt/san-juan-la-esperanza-poesia-sin-mas-cauce-que-el-silencio/
Titulo esta reseña con palabras del mismo autor, siendo este un libro de poemas confesionales y muy íntimos no puedo sino utilizar su propia materia para comentarla y reseñarla. Wingston González un poeta haciendo nudos con un lazo de maguey, hilvana y enreda su pensamiento y sus palabras para fabricar una hamaca en la que descansará con su trabajo poético encima, asfixiándose a placer.
_Cul6_1ACuando por fin tuve el libro en las manos, calculé su peso, lo recorrí con las palmas de mis manos, aspiré su olor, observé la portada a detalle, hice anotaciones en la ficha técnica, leí la contraportada y me quedé atorado allí, con esas ideas palpitando en el cerebro, al menos dos días pasaron para que pudiera deshacerme de aquel texto cacofónico y adulador. Los editores hicieron comparaciones, definieron la poesía guatemalteca, baños de pureza y belleza, todo comprensible si pensamos que ellos lo que quieren es vender libros; pero para decir que con éste libro se inaugura una tradición poética guatemalteca hay todavía mucho trecho sin recorrer, poco conocimiento de la poesía y peor aún de la poesía guatemalteca. (Discusión mañanera que no he finalizado).
Un común denominador de los poetas guatemaltecos contemporáneos es la anomia, el desencanto, y la autodescalificación. Así González inicia con un texto lleno de monotonía y rutina, un texto que declara su entorno, lo que ocupa su centro vital, lo que lo hace ser; un texto que anuncia el resto del libro, y para ello uso sus propias palabras: “vaso mal cortado, santo a machete, moneda arrítmica, larga reflexión sobre la cama, versículo de Eclesiastés, botella llena de sangre, arrojada al mar, impalpable...” Este primer texto finaliza con una frase contundente “Con estas palabras nada que decir”.
Siguiendo el estilo de sus contemporáneos el autor incorpora palabras en idioma inglés, frases sueltas, repeticiones, y referencias a la cultura pop o a la publicidad, esta forma de escribir es tan propia de algunos poetas actuales que podés concluir que cualquiera de ellos pudo ser el autor de san juan – la esperanza, no hay una diferencia sustancial que los defina como autores.
Sin embargo, en estos poemas hay algo muy íntimo y confesional, en “cuenta con mi trombón” en la página 13. La soledad, el abandono, los apegos, la tristeza y los adioses llenan la página de lágrimas sinceras y dolorosas; pero también agrega (y esto es a lo largo de todo el libro) muchos silencios disfrazados de palabrerío y una supuesta erudición; esto marca distancia con el lector, es Wingston hablándose a sí mismo, es el autor diciéndose silencios.
Encontré imágenes muy hermosas en algunos versos, lamentablemente rodeadas de palabras huérfanas, inconexas, carentes de sístole y diástole. A pesar de ello, en algunos de sus textos, como “inventario de una cama destruida” de la página 30 podés encontrar a un poeta en plena observación, en pleno oficio de poeta, observar y contar, observar y narrar, observar y escribir lo observado, poetizarlo. González siendo poeta no intentando serlo.
Por otra parte el libro incluye caligramas, eso sí pertenece a una tradición poética, practicada y desarrollada por muchos poetas americanos y europeos, los caligramas tienen la intención de experimentar con el texto y que el texto forme una “imagen” del poema; en el caso de san juan – la esperanza es imposible la lectura de los caligramas que propone el autor; alguien se ofreció a leerlos por mí, le pedí que lo hiciera en silencio y que luego me contara su experiencia, el silencio fue su respuesta.
En este libro de Wingston González descubrí a un poeta en desarrollo, a un poeta que vive por afición, que escribe por adicción; descubrí poemas fraccionados, incombustibles, chatos, unidimensionales, pero poemas que son como la vida, un extraño lenguaje para explicarte quien sos, que hacés, poemas que son como esos días en los que no querés salir de la cama y enfrentar la realidad. En san juan – la esperanza entendí que poeta es sólo quien está en la disposición de percutar, de encender la mecha, es quien esté dispuesto a vivir no a fingir vivir. ¿Entendés que esa es tu vida? ¿Entendés que éso es poesía a destajo, a rajatabla?
Juan Calles