Perfeccionista y exigente, dice que «escribimos para buscar un sentido a la vida» y asegura que «yo voy a escribir solo aquello que sienta como mío»
La voz serena, dulce y reflexiva de Carmen María López es la voz de una poeta. Con ella recita los versos de uno de los poemas recogidos en el libro 'La madre de nadie' (Espasa), que acaba de obtener el premio ESPASAesPOESíA y en el que va tejiendo una historia de distintas mujeres, de madres que lo son y de madres que no lo son o no lo serán nunca, de madres amadas y madres perdidas, de abuelas, de hijas, de niñas. Doctora en Literatura Española y Teoría de la Literatura, López, que encuentra su inspiración en los bares y en los trenes («viajo mucho, y eso me permite mirar y observar a la gente»), ama, por encima de todo, las palabras.
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-Recíteme algunos versos como aperitivo de esta entrevista.
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-«Si no escribo / deja de funcionarme / la parte del cerebro donde alojo / el sentido del mundo, / la lluvia, la belleza». Pertenecen al poema 'Sutura'.
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-¿Cuándo escribió sus primeros poemas?-Yo he escrito desde siempre. Me ha gustado mucho escribir, leía muchos libros de poesía en casa de mis padres en los veranos, y ha sido algo que nació de forma natural en mí, casi como una vocación. He escrito mucho desde que era adolescente, pero solo ahora ha habido una pulsión en mí que me ha llevado a unir lo escrito como libro y a pensar en publicarlo.
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-¿Y a qué responde esa pulsión?
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-No lo sé. Creo que, en el fondo, escribimos para buscar un sentido a la vida, a aquello que nos pasa, porque la poesía se escribe con el material de la vida, nace de esas experiencias vitales que, al pasar el tiempo y mirar a nuestro yo del pasado, vemos cómo se metamorfosean.
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«Si no escribo / algo dentro de mí se vuelve cueva», dice también en 'Sutura'. Es como si escribir fuera una necesidad casi física.
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-Sí, hay una necesidad intelectual, es un ejercicio del alma, pero también es un ejercicio del cuerpo que nos pide la propia corporeidad. Este libro es muy corpóreo porque, al hablar de la madre y de la mujer como un símbolo, como un emblema universal, pues ahí está el cuerpo, la materia, lo físico. Por eso, yo no quería disociar esas dos partes que, normalmente, se suelen desunir, sino que consideraba que aquí tenían que estar juntas porque forman parte de lo mismo.
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-«Pregúntate por qué eres filóloga», escribe. Se lo pregunto.
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-Esos versos pertenecen al poema 'Ítaca', un poema sobre la identidad, sobre la memoria y sobre el yo. La poesía nos ayuda a conocer quiénes somos, a ponernos frente al oráculo de Apolo en Delfos y decir «yo sé quién soy». Es una manera de preguntarnos por nosotros mismos.
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-En el libro teje, a través de su poesía, ese vínculo universal de las madres con las hijas. ¿Qué es ser madre?
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-Creo que ser madre debe ser, o debe parecerse, a mirar por el otro; es un acto de amor, de ponerse en el lugar del otro. Por eso, más que hablar de una madre en particular, yo quería hablar de la madre en sentido universal.
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-¿Y qué es ser hija? Porque, a veces, las relaciones entre madres e hijas son complicadas. Pienso en 'Gramática de mi madre', de Almudena Sánchez, a la que cita en su libro.
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-El vínculo madre e hija es un vínculo universal y, como todos los vínculos que están llenos de amor, en muchos casos viven también atravesados por el odio, la maldad o la incomprensión. En mi caso, este vínculo está atravesado por el amor. Se ha demonizado mucho la relación entre madres e hijas; hay mucha literatura que habla de este vínculo complejo, por ejemplo, 'El corazón del daño', de María Negroni. Pero yo no quería ir en esa línea, a mí me interesa mucho más mostrar la otra parte, esas madres que se entretejen a otras madres y luego son las hijas, como las arañas del poema de Olvido García Valdés. 'Gramática de mi madre' me ayudó; de hecho, hay una cita de ese libro: «Sinónimo de madre: no lo hay». No podemos definir a la madre porque no hay otro equivalente en nuestra lengua ni en ninguna otra para nombrar esa figura.
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Alegría y sorpresa
-¿Que sintió al recibir la llamada de Luis Alberto de Cuenca para decirle que había ganado el premio ESPASAesPOESíA?
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-Fue muy emocionante y, al mismo tiempo, algo imprevisible, que me sorprendió, porque este libro nunca lo concebí como tal, sino como unas notas que yo iba escribiendo en cuadernos, y solo después ordené el libro y se convirtió en 'La madre de nadie'. Fue una alegría y una sorpresa.
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-Tras el galardón ¿siente mayor responsabilidad a la hora de escribir?
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-Soy una persona bastante perfeccionista y exigente, pero creo que voy a escribir solo aquello que sienta como verdadero, que sienta como mío. Intentaré ser fiel a ese principio y hacerlo lo mejor posible. En la escritura y en la vida.
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-¿Cultiva algún otro género literario?
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-Sí, la narrativa me interesa mucho. Tengo una escrita novela inédita, que no sé si publicaré algún día. Seguramente no.
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-¿Por?
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-Pues por esa inseguridad, y porque es un libro que escribí hace ya muchos años y tendría que revisarlo. Tengo también otra novela inacabada. Lo que me sucede siempre que empiezo a escribir una novela es que me doy cuenta de que la novela va derivando al territorio poético, así que escribo poesía porque es el género en el que brota todo de manera mucho más natural y mucho más pasional para mí.
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Por Rosa Palo