XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Ana Blandiana: «Frente a la inteligencia artificial, la poesía nos ayuda a seguir siendo humanos»

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La escritora rumana responde a las preguntas de ABC tras recibir el Princesa de Asturias de las Letras.

Ana Blandiana (Timisoara, 1942) es uno de los nombres propios de la literatura rumana, pero también uno de los mitos vivientes de la lucha contra la dictadura de Ceaucescu. Ahora recibe el premio Princesa de Asturias de las Letras, que la corona como «poeta indómita».

—Prácticamente toda su obra poética se ha traducido al español. Y este premio viene a confirmar su buena relación con España.


—Mi repercusión en España se explica por la excelencia de los traductores (Natalia Carbajosa, Fernando Sánchez Miret y Viorica Patea, que ha sido mi 'alter ego' durante años). Pero tengo la sensación de que hay algo más que se refiere a nuestra latinidad en los extremos opuestos de Europa, y la similitud de los enfrentamientos del siglo XX entre los extremos políticos y la democracia que hemos padecido.

—¿De qué poetas se siente deudora?

—La crítica rumana me sitúa en el postmodernismo, que es más bien un posicionamiento en el tiempo que en el arte. Creo que nunca he formado parte de ninguna corriente literaria: Me siento vinculada a un romántico como Mihai Eminescu y a un expresionista como Lucian Blaga. Y me siento cercana a grandes poetas del mundo como Emily Dickinson y Rainer Maria Rilke, que no tienen ninguna relación entre sí.

—Durante años fue una de las figuras más destacadas de la resistencia rumana contra Ceaucescu. ¿Puede la poesía plantar cara al poder?

—El año pasado pronuncié una conferencia en la Universidad de Sofía, Bulgaria, titulada '¿Puede la poesía salvar el mundo?'. Respondí afirmativamente y entonces intenté demostrar que en condiciones extremas, cuando la gente se siente amenazada su condición humana, recurre a la poesía como forma de resistencia. Hay varios ejemplos en la historia reciente.

—¿Cuáles?

—Por ejemplo, la resistencia a través de la poesía en las cárceles comunistas de Rumanía, donde durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se hacían versos que se transmitían de celda en celda a través del alfabeto Morse, como forma de resistencia al odio y la locura. Los presos, claro, no tenían lápiz y papel. También está la importancia y el impacto de la poesía en los países socialistas en los años setenta y ochenta, cuando la gente buscaba en los versos las últimas moléculas de libertad de la sociedad, y la verdad traspasaba los límites de la censura con las metáforas y los poetas eran más famosos que los cantantes de rock. Y en el siglo XXI está el aumento exponencial del número de festivales de poesía como una forma de resistencia a la sociedad de consumo, una búsqueda de una forma de espiritualidad. Andreé Malraux dijo: «El siglo XXI será religioso o no será». Creo que la poesía puede ser en estas condiciones tan salvadora como la religión.

—¿Es ese el sentido de la poesía en el mundo de hoy?

—Frente a todo tipo de odio y locura de la historia, así como frente a la fuerza implacable de la inteligencia artificial, la poesía puede ayudarnos a seguir siendo humanos y a comprender lo que eso significa. Esa es su finalidad.

—¿Es un deber recordar los tiempos de la censura para valorar más la libertad?

—Esa es una pregunta que me he planteado en varias ocasiones. La gente tiende a olvidar el sufrimiento por el que ha pasado para seguir adelante. Entonces, ¿por qué iba a recordar el terror de la historia? Pero la respuesta es que si no recordamos, el mal se repite. Churchill decía que un pueblo que no conoce su pasado no tiene futuro. Entonces, ¿nuestros hijos que no estudian la historia siguen siendo un pueblo?

—¿Sigue presente la sombra de la dictadura en Rumanía?

—En las mentalidades y en el alma de la gente en Rumanía, como en otros países del bloque soviético, aún quedan residuos de las antiguas décadas de dictadura que impiden el normal funcionamiento de la sociedad y del Estado de Derecho. Pero la historia misma guarda huellas que dramáticamente salen a la luz en el mundo. La agresión en Ucrania es una guerra postcomunista con profundas raíces sociales y consecuencias que tienden a hacer retroceder el reloj.


—Le cito: «En el alma del país / es siempre ayer». ¿Hasta qué punto los países son prisioneros de su pasado?

—Ese «ayer» se refiere también a la nostalgia que la gente tiene por su propio pasado, que parece más fácil de entender que el presente.


Por DIEGO DONCEL