Fuente: https://www.abc.es/cultura/ana-blandiana-premio-princesa-asturias-letras-2024-20240523120029-nt.html
La poeta, una de las figuras capitales de la literatura rumana, fue una de las más destacadas opositoras al régimen de Ceaucescu.
La mejor manera con la que podemos definir la personalidad de Ana Blandiana, que acaba de ser galardonada con el premio Princesa de Asturias de las Letras, es que puso dos ángeles encima de la mesa de la dictadura comunista. A pesar de la censura y la prohibición de su obra, a pesar del silencio y ese estar rozando siempre la muerte civil, la escritura de Blandiana se mantuvo firme en una convicción: preparar a los lectores para la experiencia de la sencillez y hacer de la sencillez la experiencia espiritual del misterio. Esos fueron los ángeles que tanto incomodaron a los comisarios políticos y a la policía y que andaban, sin embargo, de bolsillo en bolsillo, copiados a mano en pequeños papeles entre la juventud de Rumanía.
Conviene darse cuenta de la dimensión ética de Blandiana para no olvidar que forma parte de su dimensión poética. Nunca se exilió, se quedó encerrada en la Rumanía del telón de acero, y desde allí construyó esa manera de intensificar lo que el Partido Comunista no podía tocar: lo inaprensible, los puntos de fuga de las cosas, la vida imaginaria de los poemas. No se exilió porque no podía exiliarse de su madre, de algunos paisajes amados, de algunos amigos y de una lengua que se quedaría atrás representada por el Régimen. No se exilió porque, como ella misma dijo, no deseaba dejar toda la representación de su tierra al dictador Ceaucescu.
Había nacido en Timisoara en 1942 con el nombre de Otilia Valeria Coman y estuvo marcada por una desgracia familiar que la convirtió para siempre en una exiliada interior: su padre, que ejercía como profesor, que profesaba como sacerdote ortodoxo fue detenido y murió después que le dieran la libertad por las secuelas de su tiempo de prisión. Como en alguno de sus relatos, ella y el resto de su familia se convirtieron en unos proscritos, en unos apestados para la oficialidad de Rumanía. No se la admitió durante un tiempo en la universidad y, como tantos, tuvo que crearse una formación más allá de los estrechos cauces académicos, más allá del aislamiento en que vivía su país. Se licenció finalmente en la Facultad de Filología de Cluj, se casó con el pensador y escritor Romulus Rusan y se estableció en Bucarest.
Blandiana, como le ocurrió a su generación, empezó a escribir poesía en medio de una tierra de nadie. Al no poder estar conectada con la poesía europea de su tiempo, tuvo que crearse una tradición, su propia tradición desde la que buscar su voz poética. Se sumergió en la gran poesía de entreguerras, la de los años 30, hizo de Rilke el modelo en quien confiar, se dejó seducir por la sencillez de cierta poesía popular y acabó entregada a aquellos escritores fundamentalmente intensos, trágicos y que intentaban ver que la realidad solo era un camino hacia los mundos interiores y los extraños mundos de la imaginación, de Dostoievsky a Poe, de Hoffman a Borges.
Publicó su primer libro de poemas en 1964 bajo el título de 'Primera personal del plural', al que siguieron 'El talón vulnerable' (1966) y 'Octubre, noviembre, diciembre' (1972) hasta algunos de los más recientes: 'El sol más allá' (2000), 'El reflujo de los sentidos' (2004), estos dos últimos en la editorial Pre-Textos. O 'Variaciones sobre un tema dado' (2018). En Visor acaba de aparecer hace solo unos días 'El ojo del grillo'.
La poesía de Ana Blandiana está escrita, como decíamos, desde una poética de la sencillez. Sus poemas son siempre intensos y breves, porque la intensidad para ella es el motor de su escritura. Mira el mundo y las cosas del mundo como si formaran parte de un enigma, de un misterio y precisamente hace de la poesía el arma por la que las cosas, los seres y los sentimientos aparecen en esa frontera entre las distintas puerta de la realidad, o lo que es lo mismo, en el momento en que se despojan de su carga objetiva para hacerse espirituales. Hay por eso dos términos que la definen: intimidad y oración. Sus poemas son leves plegarias que nos comunican con el misterio, unas migajas de palabras que vuelven a redimensionar la vida. Cada vez más esencial, más auténtica y más depurada se puede decir que su poesía es una poesía de la contemplación y una poesía de la meditación. Y, en cualquier caso, pertenece a esa estirpe de poetas para los que escribir poesía es no tanto una aventura sobre los límites del lenguaje, como una aventura sobre los territorios de la emoción.
Su poesía es una poesía de la contemplación y una poesía de la meditación
Pero en Blandiana no se puede olvidar su dimensión de gran narradora. Su libro 'Proyectos de pasado' está considerado como uno de los grandes libros de cuentos de nuestro tiempo. No creo pertinente hablar de su escritura narrativa como perteneciente al género fantástico. Los cuentos de Blandiana son tan reales que se atreven a colocar en medio de esa realidad un elemento que la perturba para dotarla de una nueva categoría. Como en Borges, tan amado por ella, lo imaginario se pone el traje de calle y camina entre nosotros.
Decíamos al principio que Ana Blandiana había colocado dos ángeles en medio de la Rumanía totalitaria, pero esos dos ángeles aparecen cada vez que la leemos, cada vez que acudimos a sus palabras para consolarnos y refugiarnos. Su obra es como aquellas tranquilas estancias holandesas, hay calma, se oye íntimamente el rumor del mundo, están apenas alumbradas por una leve luz y son un desafío moral a seguir confiando en el valor de las palabras, ese cantar la parca majestuosidad de las cosas más humildes.
Por DIEGO DONCEL