Featured

Poesía desnuda, transparente y desenchufada

Fuente: elconfidencial.com

 

Muchos lectores confiesan su incapacidad para leer poemas. Su pereza, su insensibilidad o su falta de instrucción. Suelen decirlo con una especie de sentimiento de culpa que suena un poco falso. Es una lástima porque la lectura de un buen poema propicia un goce intelectual completo: descubrimos la figura del centro de la imagen coloreando el fondo; recopilamos detectivescamente pistas, reiteraciones, indicios que nos aproximan a una hipótesis plausible de significado; medimos nuestra capacidad para la libre asociación, la introspección, la imaginación o la relación con otras lecturas.

 

Cuando se lee un buen poema, la lectura se solapa con la propia creatividad. La lectura de un buen poema o de un buen poemario. Como los tres libros que recomendamos hoy: Un día Qualsevol/Un día cualquiera de Miquel Martí i Pol, editado por Nórdica; Solo fue un post de Noemí Trujillo, en la nueva editorial Playa de Ákaba; y Folk de Fruela Fernández, publicado por Pre-textos.

Más allá de su forma diferente de concebir la poesía, estos poemarios comparten algunas cosas: una noción interlingüística del hecho poético y un vínculo significativo con los aspectos paratextuales del libro. Interlingüística y paratextuales son palabras que echan para atrás al más bregado lector, pero -se lo aseguro- no hay por qué asustarse…Con lo interlingüístico me refiero a que en Solo es un post, el amor como tema de la escritura se convierte en un idioma universal, en el esperanto de una autora que escribe en español y en catalán.

La faceta interlingüística de la recopilación de versos de Martí i Pol se vincula más con la idea de libro de sus editores que con la intención del poeta de Roda de Ter: para conmemorar el décimo aniversario de su muerte, Nórdica lleva a cabo una edición bilingüe de los mejores poemas de Martí i Pol ilustrada por otro artista de Roda de Ter, Pep Montserrat. En Folk la voz del bable se filtra en los versos con una finalidad lírica y política. Dos adjetivos que no son antagónicos.

Con lo paratextual aludo a lo que forma parte del texto y no es texto pero incide en su interpretación. No es un trabalenguas. Lo paratextual son tipografías, cuerpo de letra, ilustraciones, color del papel, negritas y subrayados, disposición del poema en la página, portada y críticas incluidas en la contraportada... Todo eso que parece no incidir en el proceso de lectura y, sin embargo, es fundamental.
Sobre todo en poesía, un arte donde se funden lo visual y lo lingüístico, lo musical y lo filosófico, lo analógico y lo antagónico, lo dicho y lo no dicho, el hueco y el subrayado, para alcanzar una interpretación más o menos tergiversada o esclarecedora de la intención –vaga o precisa, indagadora o de tesis- del poeta. Lo paratextual son esas poderosas imágenes de Pep Montserrat que obligan a leer los versos de Martí i Pol de otra forma; la tipografía sobredimensionada y las mayúsculas, la voz en alto, de Noemí Trujillo; la letra minúscula, casi una desaparición, esa voz susurrada que exige toda nuestra agudeza auditiva, el esfuerzo del tímpano que pide Folk: un concierto sin amplificadores, un unplugged.

Complicación de la transparencia

En Un día cualsevol, la traducción corre a cargo de Adolfo García Ortega. En el volumen se han seleccionado textos de poemarios escritos por Martí i Pol entre 1951 y 1980. No puedo esconder mi debilidad por Estimada Marta, uno de los grandes poemarios amorosos de las letras hispánicas: Marta, para ti y para mí no hay recuerdos/ ni hay densidad ni movimiento. /Pero tenemos memoria de todo/ y al amarnos suavizamos lo baldío. Martí i Pol es un poeta de origen obrero que, bajo la apariencia de una mirada sencilla, abarca la complejidad del mundo. La complicación de la transparencia y el opaco misterio de esos acontecimientos cotidianos que se relacionan con la vivencia extendida de la muerte que es, a la vez, una vivencia extendida de la vida.

El lector de Martí i Pol se siente partícipe de sus palabras, se deja llevar por su fluida naturalidad y, sin embargo, si se para y piensa, tal vez nada es como parece: Será entonces el momento de decir las claras/ palabras tan sabidas, las mismas/ palabras con que hemos compartido/ por igual, quizá sin saberlo,/destinos oscuros y brillantes sorpresas. Hay algo por detrás de las palabras: algo que las palabras simultáneamente iluminan y opacan.

El poeta no es un pedagogo que hace fáciles los asuntos difíciles: tan solo nos enfrenta con la dificultad de lo sencillo. De lo inevitable. Con el plano trascendente y laico de todas las cosas. Porque la poesía de Martí y Pol, propuesto a candidato al Nobel en 1997, está recorrida por el impulso pagano de apresar el presente. El impulso hedonista de los griegos. La poesía de Martí y Pol puede llegar a esos lectores atentos a lo que sucede dentro y fuera de uno mismo, en ese lugar indistinto de la vida donde confluyen lo biológico y lo social.

El desnudo no siempre favorece

Ramón Alcaraz, prologuista de Solo fue un post, comenta que gran parte de la poesía de Noemí Trujillo está contenida, como ella misma dice, en uno de sus poemas: HISTORIA DE UNA MÁMA KU JÚ./ Toda mi poesía es la/ História de una máma ku jú. Y es cierto que en la poesía de Trujillo late un deseo, más que de maternidad, de fertilidad. De fertilización. De siembra en la oquedad del útero. Esta poesía no es un canto a la relación materno-filial, sino una exaltación del erotismo tanto en su faceta sexual como conyugal: en esa dimensión traumática de la rutina doméstica, de las pequeñas exageraciones del abandono y del dolor cotidianos.

Una mirada hipersensible o hiperbólicamente enamorada siente “el odio de un día cualquiera” e incluso insiste en su manía de apretar la llaga con la punta de la lengua. Una manía, una enfermedad, de la que la voz poemática quiere sanar pidiéndole ayuda al amado en dos preciosas canciones que casi me recuerdan a las jarchas: MI AMOR,/ TODO ES MUY SIMPLE:/ lo quiero todo de ti; QUÍTAME ESTA PENA/ DE SABER LO QUE SÉ/ quítamela.

 
En Solo fue un post, el amor es búsqueda de la fertilidad por parte de una mujer que tiene el mismo derecho a desear un hijo como a no desearlo: la figura del amante dota de sentido a la pulsión maternal y, a la vez, es problemática. El amor de estos versos exige y reprocha y se cura de su propio dolor y, casi sadomasoquistamente, es amor porque hace daño. Un sentimiento de rebordes oscuros donde el que ama se asienta en un lugar difícil: DESNUDA, ABIERTA, VIVA,/en los acantilados encontré/ un lugar donde quedarme. Noemí Trujillo relativiza el autobiografismo de sus poemas porque sus sentimientos quizá no se corresponden con la realidad: Mi biografía está escrita en mis poemas… y, sin embargo cuando escribí vértigo era calma. Un punto de vista lúcido sabe de su labilidad. Su parcialidad. Y ahí es donde más me interesa Solo fue un post: en ese ámbito donde la soledad victimaria o el deseo de afecto mutan en dentellada de vampiro y la voz toma conciencia de su vulnerabilidad monstruosa (niña de dos cabezas).

No se rehúye la propia deformidad afectiva, no se culpabiliza al otro tanto como pudiera parecer. Estos poemas son como el bolero en el que se radiografía el lado turbio del cantante. Su voz es la de una mujer que, al quedarse desnuda en su queja, sabe que el desnudo no es siempre favorecedor. A menudo no se lleva la ropa interior a juego. El poemario es perturbador y excelente. Tanto como la obra poética de Carlos Zanón, Yo vivía aquí (1989-2012), publicada en esta misma Playa de Ákaba. Palabras mayores.

Unplugged

Fruela Fernández es un poeta muy joven que, junto a Carlos Pardo y Juan Antonio Bernier, codirigió durante un lustro el festival Cosmopoética, punto de encuentro y aprendizaje para autores de todas las lenguas y tendencias. Nunca repetían artistas invitados, y esa versatilidad y ese cosmopolitismo de algún modo influyen en la delgada obra de Fernández. Su cosmopolitismo denota conocimiento profundo de una poesía foránea y se conjuga con el canto a la tierra, con el folk de estos versos que, a ratos, exhiben la oscuridad de los falsos palíndromos.

 
Quien interpreta este poemario se impregna de él- se contamina- y casi acaba escribiendo poesía para comentar poesía. Hay que buscar el sentido de la música de Folk, el ritmo, la cadencia de una escritura que, en su aparente ininteligibilidad, es política: en este Folk asturiano se imprime la garra de la crisis, el ganado, la lengua vernácula, la minería, el paro, los brotes verdes, la sucesión mortuoria de los outlets y La Internacional. En esa poesía hay pintadas en las paredes que forman parte del paisaje: una manera desestructurada y rota de aproximarse a una realidad desestructurada y rota.

El hermetismo del Fernández no expulsa al lector, no lo aísla, le deja espacio: un hermetismo ético expresa la connotación política de las aristas y los filos, de las dificultades. En la contemporaneidad más radical, una antigua voz va permeabilizando el discurso poético con diálogos y fantasmagorías adivinadas entre la lluvia lenta del norte. Las grúas se mezclan con las nanas y el lector se pregunta qué debería sentir o si de verdad lo que hay que hacer cuando se lee poesía es sentir algo. O se trata de otra cosa. La poesía de Fruela Fernández es un oportuno elogio de la pereza en estos tiempos de hiperactividad y convulsiones: el placer de quien se permite “perder el tiempo” regodeándose en intuiciones y en delicadísimos poemas que quizá son de amor: Niña con tiempo/y calcetines largos,/ de tan médula fina-.