Fuente: diariocordoba.com
La poesía de la prieguense Sacramento Rodríguez es incuestionable a la altura de las fechas actuales, cuando su amplitud lírica y temática han sido rotundamente recopiladas en su volumen de 2011 Antología poética (Sonetos) , y a última hora refrendada en este otro vibrante poemario que inaugura la nueva colección de Anfora Nova Gatos de papel .
Dirigido el texto al público infantil, sobrepasa sin embargo este reducido mundo para lograr una concepción lírica y un planteamiento vital igualmente adecuados para edades posteriores, pues al lector se le exigen como únicos requisitos la capacidad de emoción y el gusto por la expresión poética.
Con versos cortos y de ritmo rápido, la poetisa va captando fugaces emociones o anécdotas infantiles que, al nacer de la sinceridad, solo con pocas palabras pueden comunicarse. Sencillez, ligereza y popularismo expresivo son las bases en que se asientan estructuras poemáticas diversas mediante las que importa ahondar siempre en el amor y el respeto al entorno, eligiendo para ello un estilo musical y con predominio de la aliteración que se forja en paralelo con un vocabulario de la máxima comprensibilidad.
El amor, la ternura y la solidaridad volcadas sobre el mundo circundante y las criaturas que lo pueblan son emociones reincidentes en un paisaje que emerge de "esas tardes incoloras / que sin llamarlas se acercan / al bastidor de las horas", a momentos de los que suele brotar bien un tono intrascendente e infantil (véase Las gaviotas o El burrito que vuela ), bien un canto de admiración y de alabanza ante lo rural (así, Quién fuera esa brisa ), o bien un discurso de exaltación de valores y de sentimientos (como en Va triste ). Por tanto, en Sacramento Rodríguez debemos entender la "fantasía" como la expresión de un deseo o un derroche de imaginación: "Una casa en el aire / he divisado / con tejado de rubíes / y chimenea de cobalto". Es su inventiva la que la lleva a soñar con "un trozo de campo / con agua, con flores, / con pinos, con pájaros". Y esto es así porque la gran pulsión de su vida es su aferrado amor a la naturaleza: "¡Qué luz más copiosa / me llega a las manos!".
En las páginas de El ayer en mi hoy los niños intervienen rezumando cariño filial, ternura, deseos de cambio o mejoramiento personal, y en muchas de ellas muestran pensamientos que son extensibles a cualquier edad, tales como el afán de superación: "que aunque pequeño, / con mis sueños alcanzo / los perfiles fulgurantes / de los luceros". Aunque sea cierto que en su libro pretenda formar y divertir a los más pequeños y potenciar su curiosidad e imaginación, a la postre trata experiencias líricas que no son exclusivos de la infancia sino inherentes a cualquier lector que goce de la belleza expresiva y de los valores universales que permiten amar y mejorar el mundo.
Para esta poetisa de Priego cuentan como cualidades más excelsas la sinceridad, la bondad y el amor, tres virtudes personales por las que lucha a diario y con las cuales, irremisiblemente, tiñe su poesía, sobre todo esta de corte ingenuo, intimista y sencillo con la que quiere contribuir a crear lirismo en las almas más tiernas y cándidas, pero también en las más expertas y maduras. Y como entre sus muchos intereses emocionales incluye siempre el amor a su tierra de origen, también en este libro cuaja en un poema ejemplar de alabanza al paisaje prieguense: "¡Amigos de la playa, / llegad a Priego! / a mirar los vestidos / de los almendros / hechos con hilos / de la escarcha de enero".
'El ayer en mi hoy (Poesía para niños)'. Autora: Sacramento Rodríguez. Edita: Anfora Nova. Rute, 2012