Fuente: lacronicadehoy
En enero de 2014 saldrá al mercado el poemario Rastros, libro que el poeta Javier Sicilia dedicará a su hijo, quien murió víctima de la violencia, y con el cual se retira de manera definitiva del quehacer literario.
“Un poeta vive del lenguaje de su época, pero cuando le sucede una tragedia de esta naturaleza, que lo hace tocar verdaderamente y de manera tan grande lo infernal, el poeta ya no tiene palabras que alcancen para decirlo, porque la lengua de todos los días está degradada por el crimen”, señaló.
Con la voz entrecortada por la emoción y una aguda mezcla de emociones y sentimientos que anidan en él desde el día en que perdió a su hijo, añadió: “Para mí en lo personal y frente a esta tragedia y este tocar a tal grado de lo inefable, no me alcanza el lenguaje para expresarme”.
Sicilia aseguró que con Rastros, es un título seleccionado desde ahora, “porque es lo que queda de mi trabajo poético”, cierra el ciclo que inició en 1982 y agregó que, sin embargo, su obra quedará para la posteridad y el conocimiento de las nuevas y futuras generaciones.
Durante la entrevista, en el marco de su presentación ayer en la tarde en el Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde asistió para hacer la lectura final del Encuentro Internacional de Poesía Mística, Sicilia se refirió a su trabajo poético:
“En mi obra poética hay una mirada mística que frisa y toca muchos temas fundamentales, y más que eso, el misterio profundo de Dios, del alma, que es un misterio. El místico toca las sustancialidades más puras, y sin vínculo ideológico, se expresa en la experiencia espiritual a través de la religión”.
Para él, la mística es el más alto grado de intimidad con Dios, y en la poesía es el más alto grado de ese decir que casi no puede ser dicho. “El místico toca la sustancia de lo inefable que no tiene palabras para decirse y busca decirlo a través de imágenes o de reverberaciones extrañas”, añadió.