Les manes enceses. Antoloxía (1948-2001)
Eugénio de Andrade
Selección, traducción y prólogu d'Antón García
Saltadera. Oviedo, 2014.
Después de Fernando Pessoa, que no admite parangón, Eugénio de Andrade es quizá el poeta portugués más influyente en la poesía española. Al contrario que el creador de los heterónimos, que mostró escaso interés por nuestra literatura, Andrade se ha sentido desde la adolescencia interesado por ella, como ha declarado en más de una ocasión: "España me abrió las puertas para siempre, cuando un amigo de Lorca, el bailarín Pepe Montes, llegó a Lisboa y mis dieciséis o diecisiete años oyeron por primera vez los versos embrujados del Romance Sonámbulo; nunca hasta entonces la poesía se me había aparecido vestida de luces". La influencia de Lorca resulta muy patente en sus dos primeros libros, Adolescente (1942) y Pureza (1945), muy pronto eliminados de su bibliografía. En la reescritura de esos libros que con el título de Primeiros poemas publica en 1977 ya la lección de Lorca, bien asimilada, se ha vuelto invisible.
En los años ochenta, Eugénio de Andrade es uno de los más reconocidos maestros de la joven poesía española, no solo de la escrita en castellano, sino también en catalán o en asturiano. Incluso podría decirse que sin el ejemplo de Andrade no habría sido posible la nueva poesía asturiana, la que convirtió al tradicional bable, que parecía solo apto para el costumbrismo y la comicidad, en una lengua de cultura. El principal impulsor de la relación de Andrade con Asturias fue Antón García, quien en 1985 publicó la primera traducción al asturiano de uno de Memoria d'outru ríu, y ahora, treinta años después, nos ofrece una amplia antología de toda su obra.
Eugénio de Andrade, nacido en 1923, pasó la mayor parte de su vida en Oporto, la ciudad de Garret, como él la llama en el título de uno de sus libros, pero hasta los veinte años vivió en Lisboa y en esa ciudad lo sitúa el prólogo de Antón García, evocación de un encuentro con motivo de la presentación, en 1988, de otros de sus libros traducidos al asturiano, Contra la escuridá.
Descartadas las dos entregas iniciales, la obra de Eugénio de Andrade se inicia con Las manos y los frutos, de 1948; su último libro esLos surcos de la sed, de 2001. A lo largo de más de medio siglo se ha mantenido fiel a sí mismo, insistiendo en unas pocas obsesiones, pero evitando el riesgo de la reiteración y de la monotonía.
Difícil resulta señalar el secreto de esta poesía, que parece hecha de nada, tan cercana a la música, tan ligada a la lengua portuguesa y paradójicamente capaz de resistir, sin perder su encanto, el traslado a cualquier otra lengua.
El deslumbramiento inicial lo produjo Lorca y también un poeta portugués, hoy bastante olvidado, António Botto, a quien conoció personalmente y que fue su primer mentor. Pero los verdaderos maestros de Andrade fueron otros: los cancioneros galaico-portugueses, la poesía griega (especialmente Safo y los epigramas de la Antologíapalatina), la brevedad del haiku. "La mejor poesía ha sentido siempre la tentación del silencio", escribió alguna vez.
Un poema de ese grácil cancionero amoroso titulado Las manos y los frutos, "A uma cerejeira en flor" ("Despertar, ser en la mañana de abril, / la blancura de este cerezo; arder de las hojas hasta la raíz, / dar versos o florecer de esta manera. / Abrir los brazos, acoger en las ramas / el viento, la luz, lo que quiera que sea, / sentir el tiempo, fibra a fibra, / tejer el corazón de una cereza") podría estar en el último libro, Los surcos de la sed, lo mismo que otros de este, como "Rilkeana", no desentonarían en el primero: "De ti y de esta nube; de esta nube / blanca como vuelo de pájaro / en mañana de abril; de ti / y de la íntima llama de un fuego / que no admite extinción; / de ti y de mí hacer un solo acorde, / un acorde solo; para no perderte".
La inmediata sintonía de los poetas asturianos de los ochenta con Eugénio de Andrade se debe, en buena parte, a su gusto por lo esencial, por el mundo natural; de él aprendieron que el ruralismo no resulta incompatible con la modernidad. O outro nome da terra tituló Andrade un libro de 1988 y Xuan Bello, como explícito homenaje, Los nomes de la terra otro suyo aparecido poco después. La poesía de Xuan Bello, de Pablo Antón Marín Estrada, de Berta Piñán, de tantos otros, no habría sido posible sin el magisterio de Andrade.
La comparación de las actuales versiones de Memoria de otro río –un libro de poemas en prosa– con las anteriores ejemplifica bien el esfuerzo llevado a cabo en estos treinta años para convertir el asturiano en una lengua literaria adulta. La versión de 1985 estaba escrita en la variante occidental del asturiano. El poema "Com a manha" decía así: "Vien de la parte el ríu, las manos fresquísimas, dellas gotas d'augua inda nu pelu. Cona mañana chega l'anónimo respirar del mundu. Un cheiru a pan frescu invade el patiu todu. Vien de la parte el ríu: pa llevar a la boca ou al poema". Ahora el título, que antes era "Cona mañana", cambia a "Cola mañana" y el resto suena de este modo: ""Vien de la parte'l ríu, les manes fresquísimes, delles gotes d'agua inda en pelo. Cola mañana llega l'anónimu respirar del mundu. Un arrecendor a pan fresco invade'l patio todu. Vien de la parte'l riú: pa llevar a la boca o al poema".
La poesía se hace con palabras, pero si es verdadera poesía está más allá de las palabras, sigue siendo poesía en una lengua o en otra, en una o en otra variante de una misma lengua. Esta espléndida antología bilingüe –que ningún admirador de Andrade debería perderse– lo demuestra cumplidamente.
Publicado por JLGMen