Fuente: lasprovincias.es
Nació en Elche; su padre nació en Sueca y su madre en el barrio del Grao de Valencia. Estudió Filosofía en Madrid y vivió casi una década en Inglaterra. Desde todas partes escribió poesía, si bien el grueso de sus publicaciones son novelas. Ahora presenta "La musa furtiva", la poesía escrita entre 1967 y 2012.
-¿Cómo se ha gestado este libro?
-Soy el único responsable de la recopilación. Además de buscar, montar y revisar, presento las seis partes en que está dividido el texto. Los poemas surgen a base de mirar en las carpetas convenientemente guardadas y ordenadas con la poesía que tenía, que era más de la que recordaba.
-No se ha dejado nada.
-Está todo. Desde los poemas que presenté a Josep Maria Castellet y que seleccionó en los "Nueve novísimos poetas españoles" a finales de los años sesenta hasta algún poema de septiembre pasado. En los 70 me fui a Londres y mi actividad giraba más en torno a la novela. Decidí no publicar poesía. Me fui inclinando hacia la novela y la poesía la dejé en una especie de carpetas y altares.
-¿Por qué no publicaba poesía?
-Un poco por pudor y, además, porque me di a conocer como novelista. La poesía era una reserva moral. Pensaba que saldría la luz más adelante. Elegí no publicar, unos dicen que por soberbia y otros que por humildad, y quizá era una mezcla de ambas cosas que no sabría explicar ahora. He ido publicando cosas, hasta ahora, que lo reúno todo.
-¿Qué tal ese proceso de regreso al pasado poético?
-Es un volver y reconstruir mi perfil de poeta, que yo mismo no veía en el espejo de publicar, que es cuando te reflejas en los demás. Me he reencontrado. Me reconozco en la evolución. Del irracionalismo e influencias francesas y latinoamericanos al poeta más claro y directo que soy ahora.
-¿Comparte la idea de que la poesía es para el escritor joven y la prosa es para el autor más maduro?
-Félix de Azua también opina eso. Se lo respeto pero no lo comparto. Ha habido poetas de juventud, y el gran ejemplo es Rimbaud, que se retiró a la veintena. Hay otros que evolucionaron, como Aleixandre, que alcanzó la cumbre de su poesía a los 70 años. Cada persona es un mundo y cada poeta también.
-¿La temática de sus poemas ha cambiado en estos años?
-No, la temática no ha sufrido tanto cambio. Pero en los sesenta y setenta era más opaco, con imágenes de cierto sinsentido. Después, cuando miras a las personas con más nitidez, la temática amorosa, por ejemplo, es más evidente. También permanecen las referencias culturales, o la nostalgia de las cosas perdidas.
-La nostalgia es un sentimiento infravalorado.
-Y nunca termina, siempre está ahí, y a medida en que uno se hace mayor, crece en sus distintas formas. En el libro hay nostalgia teñida con el resentimiento o la venganza por las personas que pierdes o las situaciones que culpas a otros.
-¿Cuál es su relación con la Comunitat Valenciana?
-Ahora he escrito un texto para una exposición de Sigfrido Martín Begué que se inaugura en marzo. Ahí cuento mis orígenes. Tengo unos rasgos valencianos que están ahí. No es que yo me los note. De hecho no lo noto, pero la gente dice que los tengo. Hay una idea del paisaje, mis libros tienen siempre algo de la costa mediterránea. En Reino Unido analizaron mis textos y los compararon con los de Gabriel Miró. Sigo teniendo familia en Valencia y continúo yendo por allí.
-Se fue muy joven.
-Sí, pero el mundo infantil se mantiene. Los veranos con mis primos, en una casa de campo agreste, en el interior de Alicante, cerca de Xàbia, algo que reaparece de vez en cuando. En "El abrecartas" se puede ver.
-¿Qué la parece el panorama de la poesía en España actualmente?
-Por mi parte, no me puedo quejar. Mis libros han salido en muy buenas colecciones. En general, tengo la sensación de que, como siempre, se publica mucho pero se sigue leyendo poco. España es un país de poetas, desde el barroco hasta nuestros días.