'Poesía completa', de Luis Cernuda: vértigos e iluminaciones

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Es tan oportuna como necesaria esta nueva edición. En ella están todos los cernudas que se nos hacen inolvidables, desde sus primeros...

Como dice Luis Alberto de Cuenca, los libros de texto nos lo presentaron como una voz menor dentro de la Generación del 27.

Tal vez porque los libros de texto, incluso hoy, son el mayor engaño en la enseñanza de la literatura.

Sin embargo, nadie ha influido de un modo más profundo en la poesía de las últimas décadas que él, que Luis Cernuda.

Demasiado solitario para armar conspiraciones, demasiado altivo para dejarse amar por la letra pequeña de la crítica del momento, tuvo que aguantar silencios y esperar décadas, incluso no estar ya entre nosotros, para que su poesía fuera considerada a la altura de la ambición con que se escribió.

No fue poco su resentimiento, tan lúcido, ni su dedicación a pedir favores, que acaso se le concedían siempre por debajo de lo esperado por él, de lo que resultó un ser que tuvo que caminar por todas las estaciones de su viacrucis personal y del viacrucis de su tiempo hasta ser entendido.

Fue por eso como ese meteoro que brilló a escondidas en el firmamento de su época y que muy pocos supieron verlo antes de perderse en la oscuridad de la noche.

Aspiró a la belleza y se vio destinado al mundo corriente, deseó un poco de luz y de tanto visitar el abismo, él mismo se convirtió en el abismo.

Al final podemos decir que Luis Cernuda solo fue testigo de su propia contemplación interior, de su propia tragedia, esa por la que pasaron conflictos homoeróticos, una guerra y la desolación del exilio y de la lejanía, pero que fue más, mucho más que todo eso. Aspiró a la belleza y se vio destinado al mundo corriente, deseó un poco de luz y de tanto visitar el abismo, él mismo se convirtió en el abismo.

Leerlo, por eso, sin esa dimensión trágica es usurparle la grandeza de su aliento poético.No cayó en la desesperación de algunos románticos, pero sintió la fuerza de todo lo que se le escapaba, la melancolía de lo que nunca tendría.

Fue el hombre de los terribles hiatos y el que confió en que la poesía era la única capaz de dar cuenta de todos sus peligros existenciales, sus vértigos y sus iluminaciones.

Para ello se inventó una sintaxis clásica y acudió a la dramatización del poema como había aprendido en la poesía inglesa.

Sabía que ese estilo desusado era el propio para expresar una aventura biográfica y espiritual como la suya, pero sobre todo para dar cauce a la entrada de la meditación, del pensamiento.

Sus indagaciones en la propia experiencia tienen una profundidad que solo la reflexión es capaz de darle, una grandeza y una emoción que solo encontramos en aquellos poetas capaces de conmovernos y explicarnos quiénes somos.

Por eso hay que leer siempre a Cernuda, y por eso es tan oportuna como necesaria esta nueva edición de su 'Poesía Completa'.

En ella están todos los cernudas que se nos hacen inolvidables, desde sus primeros poemas hasta los grandes libros de su final.

Incluidos los libros en prosa poética como 'Ocnos' o 'Variaciones sobre tema mexicano' y los poemas excluidos o rechazados de algunos de sus libros según la edición de Derek Harris y Luis Maristany, aunque con «algunas modificaciones y adiciones».

Todo ello, además, con las siempre iluminadoras y certeras palabras prologales de Luis Alberto de Cuenca que sitúa a Cernuda en nuestra tradición y repasa la recepción crítica que tuvo su obra. Como escribe De Cuenca: «El 21 de septiembre próximo […] Luis Cernuda cumplirá sus primeros ciento veintidós años.

Lo hará con esa plenitud intemporal con que los genios cumplen sus aniversarios. Dentro de cien o quinientos años, seguirá igual que ahora, inmune ante la muerte, ejerciendo su ejemplar magisterio lírico sobre los poetas futuros. Así actúan los clásicos».


Por DIEGO DONCEL