El escritor palestino, que ha presentado esta semana en Madrid su primer poemario, galardonado en Estados Unidos, lamenta la falta de reacción del mundo ante la crisis humanitaria que se vive en la Franja.
Mosab Abu Toha (Gaza, 32 años) habla rápido, con la misma urgencia que escribe sus poemas, en los que atrapa detalles e imágenes que transportan al miedo, al hambre, a la pérdida y a la muerte que viven diariamente los palestinos de la Franja. Un gato comiendo entre los cadáveres putrefactos, la mochila escolar de un niño que carga lo que han podido salvar de la casa familiar antes de huir, el polvo de los escombros que lo invade todo, un funeral sin gente.
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Su libro Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído, (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2024) que ha presentado esta semana en Madrid y ha sido galardonado en Estados Unidos, recuerda a la antipoesía del chileno Nicanor Parra o a los versos de guerra de Miguel Hernández. “Mis ojos están programados para ver las cosas desde el punto de vista de un palestino de Gaza. No puedo escribir de otra cosa o de otra manera”, explica, en una entrevista con este diario en Casa Árabe, en Madrid.
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Abu Toha, que creó en 2017 la biblioteca pública Edward Said, la primera en inglés en Gaza, fue arrestado y llevado a una prisión israelí durante tres días cuando intentaba salir de la Franja con su familia hace un año. Está convencido de que fue liberado gracias a sus contactos en universidades y publicaciones de Estados Unidos y hoy vive en el Estado de Nueva York. Allí se ha convertido en una especie de reportero en verso del sufrimiento de los palestinos de la Franja, recogido en buena parte en su segundo libro, “Forest of noise”, por ahora solo en inglés. “Yo sigo estando en Gaza. Me fui, pero parte de mí sigue allá”, asegura.
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Coincidiendo con el Día Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino, que se celebra este viernes, Abu Toha lamenta que el mundo esté olvidando a Gaza. “Cuando veo unos padres que entierran a su hijo, siento que yo podría estar en su lugar. Creo que sería bueno que las personas fuera de Gaza también vieran nuestra tragedia de esta manera, especialmente en los países occidentales”.
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En sus versos, también queda lugar a veces para una esperanza que, según él, los gazatíes están perdiendo: “Pero llegará la primavera y ellos, los que nos bombardean, no encontrarán flores entre las bombas. Estaremos entre los árboles, la luz del sol nos bañará junto a los nidos de los gorriones. Ellos, los que nos bombardean, no tendrán sol, ni lugar donde descansar, ni piernas para correr”, dice uno de sus poemas más recientes.
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Pregunta. ¿Nunca ha escrito versos que no hablen de Palestina?
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Respuesta. Palestina es el único lugar que conozco de verdad.
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P. ¿No podría escribir hoy una poesía sobre las calles o los parques de Madrid?
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R. Mis ojos están programados para ver las cosas desde el punto de vista de un palestino de Gaza. No puedo escribir de otra cosa o de otra manera. Por ejemplo, si hago un poema sobre una casa que veo hoy en Madrid, no podré dejar de pensar en la casa que dejé en mi ciudad, en Beit Lahia.
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P. ¿Qué es para usted la poesía hoy?R. Una obligación, una urgencia... Escribo unos versos y los publico. Donde sea. En redes sociales, en páginas de centros académicos o de medios de comunicación. No espero. Mis poemas son también noticias de Gaza que no salen en los medios de comunicación.P. ¿Cómo ha sido este año fuera de Palestina para usted y su familia?R. No es fácil ser palestino y vivir en Estados Unidos. Salimos de Gaza gracias a mi hijo, que nació en EE UU y tiene pasaporte. Mi vida tuvo algo de valor por eso, no porque soy un ser humano con derechos. Aun así, fui secuestrado, porque no encuentro otra palabra mejor para definir lo que me pasó. Cuando intentábamos salir de Gaza, en noviembre de 2023, los soldados israelíes me arrestaron en un retén. Me esposaron, me taparon los ojos y me golpearon. Me robaron todo, hasta los pasaportes de toda la familia y la ropa. Fui liberado tres días después sin ninguna explicación, supongo que gracias a que mi esposa se había puesto en contacto con mis editores en Estados Unidos y ellos hicieron presión. Si no, hoy estaría probablemente muerto. Salimos de Gaza el 2 de diciembre de 2023. Pasamos seis meses en Egipto rehaciendo pasaportes y visados y fuimos a Estados Unidos, donde había un grupo de personas que nos recibió.
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P. ¿Su manera de hacer poesía ha cambiado desde el 7 de octubre de 2023?
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R. No creo que haya cambiado, pero sí estoy usando las palabras de manera diferente y creo que su peso es mayor. Hablo de la misma gente y del mismo opresor, Israel. Nuestro sufrimiento no empezó ese 7 de octubre, me enfada que haya gente que así lo crea. En 1948, mi abuelo tuvo que dejar su casa en Jaffa y murió en un campo de refugiados de Gaza. Era muy joven, ni siquiera le conocí. La ONU habla de nuestro derecho al retorno desde hace décadas, pero estamos en 2024 y nadie ha regresado, más bien al contrario. Las cosas sobre las que yo escribo llevan años pasando. Pero desde octubre de 2023 el nivel de muerte y destrucción es inimaginable.
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P. ¿Las palabras se quedan cortas para describir lo que está pasando en Gaza?
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R. Por eso escribo poesía. Porque redefine las palabras que estamos usando cada día cientos de veces: masacre, bombardeo e incluso genocidio. ¿Qué es un genocidio? ¿Qué es una masacre? Han perdido su significado y su profundidad, de tanto usarlas. Yo escribo un poema sobre la madre que ha perdido a su bebé o sobre un hijo que llora a su padre e intento describir la historia que hay detrás. Mis versos tienen emociones que las noticias no logran captar.
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Cuando veo unos padres que entierran a su hijo, siento que yo podría estar en su lugar, que ese niño es el hijo de todos nosotros. Sería bueno que las personas fuera de Gaza también vieran nuestra tragedia de esta manera, especialmente en los países occidentales
P. ¿Es difícil atrapar esas emociones cuando se está lejos de Gaza, como es su caso ahora?
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R. Yo sigo estando en Gaza. Me fui, pero parte de mí sigue allá. Viví los primeros meses de esta guerra, fui herido en un bombardeo hace unos años. Llevo cicatrices en mi cuerpo y en mi corazón, cargo sobre mis hombros el peso de los escombros de mi casa y de mis libros convertidos en cenizas. Cuando veo unos padres que entierran a su hijo, siento que yo podría estar en su lugar, que ese niño es el hijo de todos nosotros. Sería bueno que las personas fuera de Gaza también vieran nuestra tragedia de esta manera, especialmente en los países occidentales. Se llama humanidad, empatía, solidaridad y no la están practicando.
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P. ¿Qué palabra le viene al pensamiento para describir la situación actual de Gaza?
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R. Gritos. Los gazatíes gritan porque tienen hambre y miedo, porque lo han perdido todo. Me produce mucho dolor decir esto, pero también están perdiendo la esperanza. Porque el mundo no hace nada para poner fin a este desastre.
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P. ¿Qué ha perdido en este año?
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R. Decenas de familiares, amigos, alumnos... A mi abuelo, que murió por falta de atención médica en Gaza y no pude besarle la frente antes de que fuera enterrado. También he perdido la vida que hubiera podido tener con mi familia y los momentos que podría haber pasado con mis amigos, yendo en bicicleta a la playa o recogiendo fresas, especialmente con Refaat Alareer, poeta y amigo fallecido en un bombardeo. Y creo que también hemos perdido el lenguaje del miedo.
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Los gazatíes están dejando de expresarse porque llevan 14 meses hablando de lo mismo: bombardeos, muerte, hambre, miedo... Nada de lo que digan describe lo que sufren y además, el futuro puede ser aún peor
P. ¿Qué significa eso?
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R. Los gazatíes están dejando de expresarse porque llevan 14 meses hablando de lo mismo: bombardeos, muerte, hambre, miedo... Nada de lo que digan describe lo que sufren y además, el futuro puede ser aún peor. Entonces la gente calla y sigue adelante. Además, ven a su lado a otros que están sufriendo aún más y piensan que no tienen derecho a quejarse.
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P. ¿Qué le queda de su casa en Beit Lahia?
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R. Mi casa estaba al norte, desde mi ventana veía la frontera con Israel. Tuvimos que salir de ahí rápidamente. Cuando fui por última vez, en octubre de 2023, solo me llevé conmigo una copia de este libro que presento en Madrid, otro libro de oraciones y ropa. Dos semanas después fue bombardeada.
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P. ¿Cuándo escribió su último poema?
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R. La semana pasada. Es una poesía que habla de Gaza como un funeral gigante, pero sin gente y sin sillas, para que las personas que acuden a dar el pésame puedan sentarse, como hacemos los palestinos. Nadie va a ese funeral y en el ataúd solo hay pedazos de ropa, porque el cuerpo estaba pulverizado.
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P. ¿Escribe en inglés o en árabe?
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R. En las dos. Cuando escribo en inglés, lo hago para el mundo, como un refugiado, un palestino víctima de la ocupación israelí. Cuando escribo en árabe, soy solo un ser humano hablando de cosas más universales.
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P. ¿Sigue creyendo que su futuro está en Gaza?
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R. Espero, pero no sé si habrá un lugar al que volver. Israel no está dejando nada en pie. ¿Hasta cuando durará esto? No lo sé. Soy solo un poeta escribiendo sobre la pérdida y el dolor.
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P. Su amigo Refaat Alareer, al que ha mencionado antes, escribió en un poema: “Si debo morir, tú debes vivir para contar mi historia”. ¿Qué le sugieren estos versos hoy?
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R. Este poema es conmovedor. Refaat Alareer lo escribió para su hija en 2011. Pero su hija no logró vivir, murió en un bombardeo varios meses después que su padre. Refaat no habla aquí solo de su familia, sino de todos los palestinos. El poema termina “Si debo morir, déjalo traer esperanza, déjalo ser un cuento”. Ojalá las personas fuera de Palestina muestren un poco de humanidad, escuchen nuestra historia y caigan en la cuenta de los crímenes que Israel está cometiendo. Y que ese clamor internacional nos traiga esperanza y justicia. De eso hablaba Refaat..