Fuente: http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-08-31/madrid-pintadas-graffiti-malasana-vallecas-carabanchel-poesia-de-barrio-arte-urbano_992207/
En la fachada de la iglesia de San Ildefonso, en Malasaña, hay unas pegatinas que parecen describir a Mario y sus colegas, sentados cada día en las escaleras de la parroquia. “Raro”, indican los adhesivos.
Pasan las mañanas y las tardes ahí mientras lanzan besos con la punta de los dedos a las chicas y piden “otra litrona y un piti”. Al girar la esquina, un mensaje en la pared de la misma iglesia insta, con exquisita educación, al hipotético lector a que pruebe el sexo anal: “Caballero, explore su ano”. “Ese, ese sí que es bueno”, chilla Mario desde su silla de ruedas. A escasos metros, un señor con carpeta y modales geométricos exclama al ver la pintada: “¡Qué vergüenza! ¿Y eso es digno de fotografiar?”.
A unos siete kilómetros, en Vistalegre (Carabanchel), Rafa saca un rotulador de la riñonera y con gesto serio, como si se dispusiese a firmar un documento ante notario en vez de una pared, planta su tag, Nes, en el portal en el que hace un momento se fumaba un porro antes de irse a la academia: “En Mates saqué un siete en la primera evaluación, un siete en la segunda y un cuatro en la tercera. Y va y me suspende. Pero yo a lo que quiero dedicarme es al socorrismo. Y cuando hago deporte no fumo nada de nada”. Tiene catorce años y pinta desde hace tres, cuando vio que la mayoría de sus amigos lo hacían. “Me gusta dejar mi nombre en las calles, creo que es algo muy de barrio”.
Se puede analizar un barrio en función de sus pintadas, pero normalmente, cuando se ha hecho, ha sido desde el prejuicio clasista
Escribimos en la mesa del instituto el nombre de la persona que nos gusta; en nuestra mano, el día del examen para no olvidarlo; en un post-it, la cita con el médico; en la cara, una reivindicación política; ¿por qué no escribir en las paredes? La ciudad es una piel que manchamos a diario. Contaba Enrique Vila-Matas que a finales de los ochenta en Fez, Marruecos, un día los muros amanecieron pintados. Eran obra de un vagabundo emigrado que para orientarse en aquella maraña de calles había decidido mapear la ciudad con grafitis.