No son pocos los que me dicen que los poetas son personas que, por perseguir lo elevado, no están con los pies en el suelo, ¿qué le parece esa valoración?
Creo que es una idea ya un poco anticuada la del poeta en su 'Torre de Marfil', porque el poeta debe ser una persona completamente afiliada a la realidad y muy consciente de todo lo que pasa a su alrededor, además de muy comprometida y profundamente afiliada a la vida. Incluso aunque uno se dedique a escribir cuestiones duras, tristes, adversas, el poeta siempre está afiliado a la vida con rotundidad, no conozco ningún buen poeta que no defienda la vida con radicalidad y con belleza extrema.
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Y que no se le olvide compartirlo.
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Exacto. La literatura, como el arte en general, tiene que ser compartida, si no, no tiene sentido. De alguna manera ese compartir es la segunda parte que completa ese esfuerzo en solitario, esa tentativa de mucha soledad que tienen los creadores.
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Mucha gente me pregunta también que por qué ya no se hace poesía con rima.
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De alguna manera con las vanguardias se rompió con lo que venía siendo tradicional, con determinadas cuestiones que definían la poesía como la rima o la métrica, que fueron sustituidas por la intensidad o por la profundidad, por otros elementos que intentan superar un poco esos signos que venían de siglos atrás. Pocos poetas siguen ya esa línea de la rima, creo que porque hay que intentar hacer una poesía con raíces vinculada al tiempo histórico que te ha tocado vivir.
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Teniendo como referentes a grandes de la poesía universal como Juan de la Cruz o Teresa de Jesús, ¿es más arriesgado hacer poesía en Ávila que en otros sitio, o es una boutade?
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Yo creo que Ávila es un lugar maravilloso para hacer poesía, diría incluso que es de los lugares más hermosos del mundo para ello. Aquí tenemos un bagaje que, aunque no seas muy consciente cuando eres joven, acaba encontrándote en tu vida. Es un lugar muy especial Ávila, con un silencio, con una altura, con una luz y con una huella histórica que te hace escribir en una dirección concreta.
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¿No es un tópico?
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En realidad, cualquier lugar puede ser bueno, uno solo tiene que hacerse un hueco; pero hay sitios que son muy inspiradores, y yo creo que Ávila, en determinados momentos de tu vida, es un lugar muy revelador.
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Diez libros de poesía, como los que lleva publicados usted, ¿son muchos, son pocos, son los justos…?
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No hay que medir la cantidad sino la calidad. Yo creo que cada libro es el primero y no miro mucho hacia atrás, en realidad estoy muy empeñado en mirar hacia el presente y hacia el futuro. No hecho la vista atrás demasiado para ver si son muchos o pocos... siento que con cada libro renaces. En diciembre me diagnosticaron un tumor, me operaron el día 2 de enero y este tiempo está siendo muy intenso, muy brutal, me ha cambiado la vida en muchos sentidos. Siento que se ha producido en mí un renacimiento, también con los libros, y ahora intento vivir la vida como lo que es, un don, un regalo, un presente.
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¿La vida es también en parte dolor?
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Sí, la vida es hermosa pero es también dolor. Estamos acostumbrados cada vez más a que sea un mundo de caricias, pero no siempre es así, y, cuando llega, el dolor ayuda un poco a entender mejor la vida, quizá mejor que la felicidad. El dolor es inevitable, y aunque no quieras te va a alcanzar de alguna manera y en múltiples formas: de pérdida, de desamor, de enfermedad, de seres queridos que se marchan.
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¿Cómo podemos convivir con ello?
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Ante esa realidad, lo que tienes que intentar es estar preparado para ello, intentar dar la mejor versión de ti y de algún modo que eso te deje un aprendizaje, una enseñanza, quizás la de que tu vida tiene otras dimensiones.
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¿Vivir y escribir tienen en común que hay que ser muy valiente para practicar ambas cosas?
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Creo que sí. La escritura es, en el fondo, un acto de valentía solitaria o de valentía temeraria. Los grandes escritores que admiramos son valientes, quizá no en su vida, pero sí en su escritura, transgreden los límites y arriesgan para poner sobre ese libro dimensiones nuevas, dimensiones que hasta ese momento no habíamos imaginado. Luego hay casos maravillosos en los que se junta la valentía personal con la valentía de la obra, y esos son los imprescindibles.
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En sus libros, corríjame si me equivoco, hay más de búsqueda que de comodidad.
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Sí, yo creo que cada libro formula una serie de preguntas, y estas siempre son interesantes porque te llevan a lugares diferentes a los que has transitado hasta ese momento. Cada libro tiene que formular unas preguntas distintas, tiene que transitar por un terreno diferente. Los libros nos incomodan, nos desplazan, nos golpean, y eso es interesante para el escritor y para el lector, porque aferrarte a una certidumbre te puede mantener en una burbuja sin darte cuenta de qué ocurre realmente a tu alrededor.
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Al final a todos nos pasa la lluvia, ¿no?
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Totalmente. Al final acabas convirtiéndote en tus padres, la edad te alcanza, los golpes te llegan, y tienes que levantarte, coger fuerzas y seguir adelante.
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¿Vivimos en un cuadrilátero como el que da título a su último poemario?
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Sí, la vida es como una hermosa pelea en la que encajas golpes, en la que te derriban y tienes que coger aire de nuevo, levantarte con dignidad y seguir peleando; hay que saber ser fuerte y resistir los golpes de la vida, más en unos tiempos complejos como los que estamos viviendo.
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Una palabra que aparece mucho en sus poemas es 'dignidad', ¿la considera muy importante?
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Sin duda, porque creo que es la manera más hermosa de acabar el día: mirarte al espejo con dignidad, saber que has transitado un día y has dejado lo mejor de ti. Y además creo que la poesía, el arte en general, tiene muchas razones para existir, pero una de ellas es tratar de preservar la dignidad del ser humano, en todas sus facetas, en todos sus recovecos.
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¿Sin poesía la vida sería mucho más pobre?
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Yo entiendo la poesía de una manera muy amplia, no sólo como la que publicamos en los libros, sino como la mucha que hay en un amanecer, en la lluvia, en una nevada. Y desde luego esa mirada profunda, esa mirada asombrada, esa mirada de alguna manera renovada sobre la vida es necesaria, sino nuestra vida sería un permanente ejercicio de grisura. Y necesitamos esa luz, necesitamos ese asombro, necesitamos esa perplejidad que nos mantiene aferrados a la vida y a la búsqueda de la belleza.
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Si quienes gobiernan nuestras vidas leyeran poesía ¿nos iría un poco mejor?
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Buena pregunta. Tiendo a pensar que sí, pero se han dado casos en la historia en los que muchas personas tenían esa sensibilidad o esa tendencia a la poesía o a la música, y luego, sin embargo, han sido unos bárbaros, unos verdaderos criminales. Lo que sí que creo es que la poesía, el arte en general, cambia la conciencia de las personas, la modifica, la altera y eso es una oportunidad, quizá de las últimas que tenemos, para que la conciencia del ser humano alcance un grado mucho más justo, mucho más comprometido.
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¿Tener hijos es quizás la mayor revolución que puede vivirse?
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Posiblemente. En mi caso me ha cambiado la vida, me ha transformado de arriba a abajo. Ser padre cambia por completo tu vinculación con la vida, porque de repente tienes miedos profundos que no tenías antes; y también cambia tu compromiso con la vida porque quieres dejar a tus hijos un mundo mejor. Es, en todos los sentidos, una experiencia completamente transformadora.
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Y también enseña a disfrutar más de la vida.
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También, porque ser padre te ayuda a entender un poco mejor que hay que aprovechar la vida a tope. Cada día es un don, cada día es un regalo y debemos cuidarlo como lo que es, porque la frontera entre la vida y la muerte es muy escasa, está ahí de una manera invisible y si no nos somos conscientes de ello pueden pasar muchos años, incluso la vida entera, sin ser conscientes del don que uno tiene.
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Por David Casillas