Fuente: abc.es
Pocas veces la lengua castellana tuvo un Cupido como él, un ángel debido al amor, siempre tan sencillo y claro que García Lorca decía de él que escribía un género verdaderamente especial, las prosías. Sus razones de amor, su voz a ella debida, su teatro tan poco conocido, sus estudios y ensayos, su pasión por aquella estudiante norteamericana que le hechizó el corazón en la Residencia de Estudiantes en 1932, aquella Katherine Prue Reding, aquel exilio del que nunca pudo regresar, la Patria al otro lado del Atlántico, y el aula en aula, de lección en el lección por los Estados Unidos.