Fuente: elconfidencial.com
Muchos lectores confiesan su incapacidad para leer poemas. Su pereza, su insensibilidad o su falta de instrucción. Suelen decirlo con una especie de sentimiento de culpa que suena un poco falso. Es una lástima porque la lectura de un buen poema propicia un goce intelectual completo: descubrimos la figura del centro de la imagen coloreando el fondo; recopilamos detectivescamente pistas, reiteraciones, indicios que nos aproximan a una hipótesis plausible de significado; medimos nuestra capacidad para la libre asociación, la introspección, la imaginación o la relación con otras lecturas.