Rojas Larrazabal Carmen
Venezuela
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Flor Dormida
Oh Tierra de rostros idos,
arrullada entre sonrisas
de silencio, sorprendida,
con miradas sin destino.
Oh madre de ignota huella
en mi día interminable
en mi sombra, sin hallarte
eres luz de las ausencias.
Soy el breve jardinero
De tu adiós y de tu historia,
de la sagrada derrota
que arrancaron de tu pecho.
La niña de tu jardín,
en Darfur o Palestina,
en tu América descalza
que persigue su alegría,
te riega de soledad
las ausencias compartidas,
y hasta en lágrimas le escribe
las espinas al rosal.
Hay una fosa común
que reclama tu tristeza
busca un nombre y una flor,
trashumantes de tus penas.
Todos venimos llorando
hasta esa herida en la tierra
que desangra nuestro duelo
bajo una sola tormenta.
Nuestro único reclamo
es quedarnos junto a ellas,
junto a la flor y a la herida
aunque aún no se despiertan.
Hoy te llamo en claroscuro
en susurros clandestinos,
mutilando tus segundos
con relojes malheridos.
Yo se que tan solo duerme
esa flor, de paz sedienta,
la recuerdo claramente
corriendo tras sus colores
amanecida en retoños
a orillas del horizonte.
Son colores, para el mundo
pequeñas flores de paz,
para el humilde jardín
que aún no logra despertar.
Rojas Larrazabal Carmen