Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/tradicion-oral-afro-se-renueva-con-la-poesia-de-sus-mujeres/16158019
La tradición oral ha sido la manera como los grupos étnicos, afrocolombianos e indígenas han reconstruido su historia e impedido el olvido de sus tradiciones.
La poesía, al igual que los cuentos, relatos, leyendas y mitos, plasma la vida social y cultural de los descendientes de personas esclavizadas traídas de África por los colonizadores españoles. En 1851, tras la abolición de la esclavitud en el país, obtuvieron la libertad.
Dentro de esa tradición oral ha estado presente la mujer negra, que por medio de la poesía ha contribuido a conservar los conocimientos ancestrales a través de los tiempos.
“La mujer ha sido generadora de saberes y la transmisora mayor de la cultura afrocolombiana dentro de la sociedad y la familia, porque es ella la que está en el hogar y así trabaje tiene una relación más profunda con los niños y los abuelos”, dijo Fernando Palacio, gerente de Negritudes de Antioquia.
Por eso, la semana pasada fue celebrado el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora por medio de un recital de poesía que tuvo la presencia de escritoras y cuenteras afrocolombianas, algunas de las cuales han sido reconocidas el Museo Rayo con el título de Almanegra, otorgado a las mujeres poetas que han logrado la excelencia.
Las invitadas a este certamen, por la Gobernación de Antioquia, fueron Mary Grueso Romero, Lucrecia Panchano y Dionicia Moreno Aguirre. Ellas recitaron sus poemas, con voces fuertes y sonoras, a un público de más de 100 mujeres afrocolombianas del departamento.
EL TIEMPO las entrevistó y recopiló sus historias, las historias de estas artistas que utilizan el lenguaje para expresar ideas y resistir al olvido a la que las que fueron condenadas por muchos siglos por ser mujeres y negras.
Por eso, su trabajo contribuye de manera significativa al contenido cultural de la sociedad.
“Los arrullos, cánticos, cuentos e historias se escucha al lado de la madre y la abuela. La mujer tiene la necesidad de contar, cantar y transmitir todo ese conocimiento que le ha sido dejado por sus descendientes. Por eso lo escriben como lamento en los rezos, arrullos y lamentos”, dijo Palacio.
Para él, apenas ahora se está visibilizado la poesía femenina afrocolombiana, pues el énfasis ha estado siempre en la música, el baile y el canto.
Por eso, para Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano, en el prólogo del libro de Mujeres Poetas Afrocolombianas, el trabajo de las poetas negras está renovando y subvirtiendo el viejo canon de poesía.
“Recogen la tradición rítmica de la poesía que heredaron de sus vertientes africanas, transmitida en forma oral y musical, y establecen una nueva perspectiva con su dicción, con su intención, dándole una nueva significación a su cultura y a la sociedad”, dicen en el prólogo.
En sus escritos no solo se escucha la voz de protesta, sino también el ritmo autóctono de la poética afrodescendiente donde “se escucha la percusión de los tambores africanos y en especial del tambor yoruba. La complementan con la utilización de onomatopeya y palabras musicales inventadas”, aseguran los investigadores.
Estos ritmos y sonidos musicales se transmiten entonces a través de la música y del canto, pues la estructura cantada es dominio de voces femeninas, de las mujeres negras que habitan todas las regiones del país.
Para Palacio, esa música que ha sido creada por las madres y abuelas se inscribe en el amor por la etnia negra, por sus hijos y abuelos, por las tradiciones aprendidas, por las historias y mitos. Esto es lo que articula la poesía negra.
“El sentimiento de las negras es lo que le da valor a sus creaciones artísticas. A esto se agrega que son mujeres con pocas oportunidades”, agrega el gerente.
‘La poesía es resistencia’
Dionicia Moreno Aguirre comenzó a escribir a los 8 años epístolas o cartas de amor a sus padres y hermanos, que vivían en Cali, mientras ella se encontraba en la casa de una de sus tías en Buenaventura, ciudad que ama y de la que hoy en día se inspira para escribir sus poemas. “Yo que soy muy romántica navego en las nubes anaranjadas y rojas del cielo de mi ciudad. También escribo del amor que engendra a los niños negros, de las raíces de mangle y del mar”, dice. Esta mujer, profesora de primaria, cuenta que su madre era indígena emberá y su padre negro, pero caló más en ella su ancestro africano, por la música, la tradición oral, la fiesta y el folclor. “Mi papá nos recitaba poesía, nos sentábamos a la mesa a escucharlo cuando declamaba el Indio Rómulo y otros poemas de Candelario Obeso”, cuenta. La poesía se ha convertido en su forma de resistencia, por eso a pesar de que su familia fue amenazada por grupos armados no deja la ciudad. “No huimos porque no le hemos hecho daño a nadie y nos quedamos en la ciudad a pesar de la situación violenta por la que pasa”, agrega Dionicia.
Recobrando el pasado
Déjame ser negra de corazón/ Déjame sentir henchida el alma de alegría y de dolor/ déjame sostener en mis ojos esta lágrima de angustia/ de orgullo y de pasión/ Ver a mis viejos, viejos... de ancestralidad/ ver a mis viejos masticando el dolor de otros tiempos, déjame traspasar el umbral de mis antepasados, déjame remontar en mis raíces, recobrar un poco del mandinga que aún me toca/Déjame ser polvo de la tierra africana/ ser sol de tu desierto (...)