XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Recuerdos de León de Greiff

Fuente: http://www.elcolombiano.com/recuerdos-de-leon-de-greiff-BC2370289

Para recordar a León de Greiff, que hubiera llegado a los 120 años el miércoles 22 de julio, se sentaron a conversar el escritor Héctor Abad; el expresidente Belisario Betancur, quien fue su amigo; la directora del Instituto Caro y Cuervo Carmen Millán; Hjalmar de Greiff, hijo del poeta, y el rector de Eafit Juan Luis Mejía Arango.

Hubo música al principio y luego risas entre las anécdotas. Aunque celebrar el natalicio y los 100 años de cuando el poeta y sus amigos fundaron la publicación Panida, no solo eran los motivos del festejo. También agradecerle a Hjalmar y a Alexis, nieto del escritor, por la donación de la biblioteca de León de Greiff a a la Sala Patrimonial de Eafit, con la que llegaron más de 600 libros.
El rector empezó conversando de la importancia de los panidas y de esa revista que tuvo 10 números y que fue un rompimiento de la literatura que se venía haciendo. Habló además de que a un escritor también se le conoce por su biblioteca, por lo que leía, por las dedicatorias.
Belisario explicó cómo conoció al poeta. Él, según contó, nació en Amagá, si bien un poquito más arriba, y al llegar a Medellín tenía que hacerse notar, y la manera más fácil era a expensas de los famosos. Joven y todo escribió un texto en el que comparaba la poesía de León de Greiff con los catálogos de ortografía de Marroquín. “Con z se escriben vergüenza, bizcocho, azafrán...)”. Pensó entonces el expresidente que se iba a quedar en el ámbito parroquial.
Se fue él a buscar “destino” a Bogotá y consiguió trabajo de segundo abogado del Mineducación. Cuando el jefe le dijo que le iba a presentar a los directores de las secciones, resultó que el poeta era uno de ellos. León de Greiff dijo, “¿Betancur?, ¿el jovencito que escribió que mi poesía se parece a los catálogos de Marroquín? Y yo temblando del susto le dije, sí maestro, pero no lo vuelvo a hacer”. Desde ahí fueron amigos.
Hjalmar conversó de las diferencias literarias que podía tener con sus amigos, pero con las que no tuvo problema. Y aunque Belisario había ofrecido ya sus disculpas retroactivas por la falta de respeto, respondió Hjalmar: “no he podido encontrar el catálogo de la b de burro, que iba a ser dedicado a Belisario”.
Por aquí y por allá los recuerdos, como el que recordó Héctor Abad, quien anda escribiendo una biografía de León de Greiff.
“Hay una carta muy bonita a Otto su hermano donde le dice, ‘hombre, te iba a mandar por telégrafo que me mandaras las mazurcas de no se quién, pero no me quisieron mandar el telégrafo porque pensaban que estaba en clave’. Y cuando lo cogieron preso durante el gobierno de Ospina, a él le revisaron los bolsillos, le encontraron poemas seguramente de él, que debían decir algo así como ‘tabardo astroso cuelga de mis hombros claudicantes’, debieron decir, ahí está la clave de cómo se comunican estos comunistas”.
Pasaron por los amigos, por la historia del romance de Ramón Antigua (En el alto de Otramina/ ganando ya para el Cauca/ me topé con Martín Vélez/ en que semejante rasca), que lo hizo para demostrar que él sí podía hacer romances, pero que no estaba interesado, que no quería, comentó el expresidente, “ser esclavo de García Lorca”.
Hasta pasaron por su trabajo. Expresó Hjalmar que su padre no fue un literato profesional, sino un empleado público. “Él era un amateur en el sentido profesional”.
Hablaron incluso de que siempre tuvo apuros económicos, pero que no le preocupó. Y hasta de que, contó Abad, cuando se estaba muriendo había una foto de Ricardo Rendón, uno de sus mejores amigos, en su mesita de noche. Dijeron que es un poeta por descubrir, que se lee más afuera que en su país.
Fueron menos casi dos horas recordando al poeta.
MÓNICA QUINTERO RESTREPO