Se recuperan en una solo volumen estos dos poemarios, decisivos en la trayectoria del autor madrileño.
Al comienzo de la década de los noventa del pasado siglo, Manuel Rico (Madrid, 1952) publicó, con excelente recepción, las novelas ‘El lento adiós de los tranvías’ y ‘Una mirada oblicua’. Esto influyó, como señala el propio Rico, en que sus dos poemarios, ‘Quebrada luz’ —premio Esquío 1996—, y ‘El muro transparente’, aparecidos por la mismas fechas, quedaran un tanto en la sombra.
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Para paliarlo, ahora Olifante, sello especializado en poesía, nos brinda la feliz posibilidad de disfrutar de esos dos títulos en un solo volumen, prologados por una nota aclaratoria de quien, con acierto, ha transitado por diversos géneros: la literatura de viajes, el ensayo —recientemente, nos ha regalado ‘La ficción y la vida’, recopilación de trabajos sobre la narrativa en el siglo XXI—, el periodismo, la lírica, la novela y la crítica literaria.
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En dicho volumen, se dan a la imprenta, en orden inverso a su publicación originaria, poniendo el primero, ‘Quebrada luz’, que su autor considera más maduro, para seguir con aquel, ‘El muro más transparente’, que «abrió la puerta a la reflexión sobre el propio poema y sus vínculos». En cualquier caso, los dos son decisivos en su trayectoria poética, comenzada con ‘Poco importa romper con las alondras’ (1980), y ofrecen cabal cuenta de cómo concibe Manuel Rico la lírica: «Todo poema es una construcción de la lengua que tiene que revelarnos algo no siempre definible, transmitirnos un temblor misterioso, añadir emoción a nuestra vida. Pero también, pensaba, debía aportar sentido al acercarse a la realidad que nos rodea, casi siempre insatisfactoria».Es decir, resume Rico, la poesía se compone de la «difícil dialéctica» entre «palabra reveladora y conciencia crítica». Esa dificultad la vence Rico en unos versos repletos de equilibrio, musicalidad y, en definitiva, homenaje a la palabra porque: «Será luz la palabra, solo ella /salvará la memoria», y surge así «laica oración con que el lenguaje / nos redescubre el mar o la nevada».
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Rico confiesa: «Tú tenías /doce años tan sólo / y un desván de palabras /temblando en el tintero». Por suerte para nosotros los lectores, han abandonado el tintero y se han materializado en su obra.
.Por Carmen R. Santos