Fuente: http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/2017/02/19/tambien-hay-poesia-de-la-naturaleza-que-sabe-a-hierba/
Hoy me salgo de lo habitual en el blog para entrevistar a un admirado amigo y paisano que acaba de publicar un maravilloso libro de poesía de la naturaleza.
Hierba (Ediciones Mad is Mad, 2016) está pensado “para cuando nos vemos capaces de volar, pero también para cuando el proyecto de caminar juntos no salió bien”.
La cuidadísima edición de Diego Lara (diseño, dibujos y fotografía) es un regalo para los sentidos, para los cinco sentidos. Coherente con su tiempo, el libro está editado en papel certificado FSC, el papel que cuida y conserva los bosques del planeta.
Rafa Ruíz se autodefine como “periodista convencido de que las luces al final del túnel sólo se ven desde una perspectiva progresista de la realidad, con un compromiso sólido con la cultura, el arte y el medio ambiente”. A ello dedicó 10 años en ‘El País‘ y 15 años más en ‘El País Semanal‘, donde le cayó el marrón de coordinar la sección que durante dos años escribí en esa revista dedicada a los árboles singulares. Ahora es por fin un hombre libre de ataduras editoriales gracias a sus dos admirables proyectos profesionales, la revista cultural El Asombrario y la galería madrileña de arte emergente Mad is Mad. Pero hablemos de Hierba.
¿Por qué llamarlo Hierba?
Es un triple homenaje: a mi pueblo, en el norte de Burgos, porque es todo hierba, praderas y heno; a Walt Whitman, por sus Hojas de hierba, uno de los autores que cuando yo era un adolescente más me influyó y animó a escribir; y a la isla de Yerba, en Túnez, donde empecé este poemario.
¿Cómo lo definirías?
Es un libro de encuentros y desencuentros, de piel y paisaje. Porque proyecta los sentimientos personales hacia la naturaleza. Y también la naturaleza los proyecta hacia uno mismo. El amor es como la marea, que va y viene, y la hierba unas veces mira al Norte, pero cambia el viento y mira al Sur, y así son un poco nuestros encuentros y desencuentros con la gente y nuestras parejas.
¿Cuánto tiempo te ha llevado escribir este libro?
Está escrito a lo largo de 20 años, así que cuando la gente me pregunta si he empezado ahora a escribir poesía me hace gracia. Eso sí, después de mis libros infantiles es mi primer libro de adultos, pero el que antes empecé a escribir. Lo que ocurre es que a la poesía la he estado removiendo años y años, quitando o poniendo una coma, cambiando un adjetivo por otro.
¿Dónde lo has escrito?
Nada está escrito en Madrid. Lo he escrito en Yerba, en Sanlúcar, en Canarias algunas cosas, y en mi pueblo. Nada está escrito en Madrid porque en Madrid no me sale escribir poesía.
¿Quizá porque tu poesía está muy relacionada con la naturaleza y no con las ciudades?
Con la naturaleza y los sentimientos. Porque en Madrid vivimos demasiado acelerados, donde lo que menos me sale es ponerme a escribir poesía. Un reportaje o una novela te puedes sentar a escribirlo y con disciplina lo haces. Pero con la poesía tú no puedes decir: ahora me siento y me pongo a escribir un poema. La poesía te sobreviene. Es el slow life de la literatura.
Eres muy amigo de los detalles. ¿Cuando escribes también lo haces igual, con puntillismo?
Sí, totalmente. Sobre todo en poesía. Y removerlo todo mucho. Como los cocidos, los mejores poemas son los que están hechos a fuego lento, muy despacito y revueltos para que se queden apotajados.
¿Qué destacarías de tu poesía?
Si alguna virtud tiene mi poesía es la mezcla de sentimientos. Ese panteísmo de todo está en todo. De sentirte un uno con la naturaleza y cuando estás triste estar mirando al Sol y que el Sol te acompañe, el atardecer. Y cuando estás alegre también, disfrutar de la hierba. Aunque yo creo que es más fácil escribir poesía cuando estás triste, hay aquí poesías que son muy eufóricas y alegres, y esas son las más difíciles. Poesía triste hay muy buena, pero poesías alegres sin caer en la cursilería no hay tantas.
¿Tu poesía es más humana o más naturaleza?
Es totalmente panteísta. Yo soy un uno con la naturaleza y ella me acompaña en los sentimientos de tristeza, de alegría, de euforia, de desamor, de amor. Es un egocentrismo en el que te fundes con la naturaleza. Un sentido holístico como lo tenían Whitman o Thoreau.
¿Ese sentido holístico lo estamos perdiendo con una vida tan urbana y ajetreada?
Pues sí, se está perdiendo de una manera abismal, sobre todo porque en las ciudades a veces no te das cuenta ni cuándo ha anochecido o está lloviendo, vives en un entorno tan artificial que es imposible estar en contacto con la naturaleza. Los pueblos están desapareciendo y los que sobreviven lo hacen como parques temáticos. Pero gracias a que les estamos viendo las orejas a los lobos hay una parte de la sociedad que intenta recuperar ese contacto con la naturaleza. Volver de algún modo a sentir que pertenecemos a algo más amplio que nosotros mismos.
¿Lo estamos logrando?
Sólo en pequeños grupos. Noto una tensión entre la fuerza mayoritaria, que es hacer todo cada vez más deprisa, todo urgente y estandarizado, frente a las minorías, potentes pero todavía muy minorías, que están intentando recuperar el ritmo pausado. Lo decía Joan Miró: “Sólo si estoy muy en contacto con la tierra puedo dar un salto para llegar muy arriba”. Cuanto más estás con los pies en la tierra más puedes saltar. Y Miró era un hombre que paseaba mucho por el campo y miraba mucho al cielo.
Pero Miró era un hombre tranquilo y nuestra vida actual ya no es nada tranquila.
Cada uno es responsable de su propia vida. Es verdad que las tendencias te la marcan de alguna manera, pero uno también puede elegir.
¿De verdad tú crees que podemos elegir?
Sí, por supuesto. Hay que defender la libre elección. Lo que pasa es que el dinero puede mucho y la mayoría elige el dinero. También dice Rosa Montero que uno es responsable de su propia estupidez. No podemos echarle toda la culpa a la sociedad o al mundo en el que vivimos. Podemos elegir. Y si no el cien por cien, al menos el cuarenta o el cincuenta por ciento de la vida está en nuestras manos.
¿La poesía es un refugio de tranquilidad y por eso se lee tan poca poesía?
Es verdad que se lee muy poca poesía, pues es un ritmo totalmente contrario al dominante.
No puedes leer poesía en el metro.
Depende. Yo por ejemplo tengo mucha capacidad para abstraerme aunque esté rodeado de mucha gente. Si vas de pie en el metro no, claro. Pero como pilles un sitio y te puedas abstraer es posible. A veces la poesía son sólo instantes. En el libro hago por ejemplo un homenaje a Hugo Mujica, que es uno de mis grandes descubrimientos. Es un sacerdote y poeta argentino cuyos poemas son muy breves. Te los puedes leer en el metro en un momento y luego quedarte mirando al vacío, a la gente, dándole vueltas a sus cuatro poemas.
Hasta que te pasas de largo la estación y llegas tarde al trabajo.
[Risas] Puede pasar, claro.
¿Qué otros poetas te han influido?
Además de Hugo Mujica me gusta por supuesto Antonio Machado. Detesto todos estos poetas modernos que tienen que buscar palabras muy retorcidas y parece que escriben sus poemas con el diccionario. Prefiero la poesía sencilla de Machado, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas o Luis Cernuda.
Terminemos con un poema
Pues este precioso de Hugo Mujica:
... y me nazco, ni raíz ni flor,
me nazco tierra.
¿Y alguno tuyo?
... No sé cómo terminar...
Si yendo, yerba, ilusionado,
o regresando, decepcionado.
Si aire o tierra,
si duro pie o abrazo abierto.
Porque la hierba es un oleaje que mira al Sur y de repente vira al Norte en un parpadeo, lo que tarda en cambiar la dirección del viento que la acaricia o la azota, que la peina o la desordena.
CÉSAR-JAVIER PALACIOS