Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/13/babelia/1465813524_885028.html
El quinto libro de Jesús Montiel (1984), por el que ha obtenido el Premio Hiperión, se presenta como una propuesta insólita en la poesía reciente. Frente a los valores líquidos y la virtualidad de las redes sociales, he aquí una voz humana que canta a los pequeños milagros, al pan de cada día y a la comunión del espíritu y la carne.
Cierto es que la insistencia en la aurea mediocritas doméstica amenaza con devolvernos a la casilla de una lírica “arraigada” en la que el recinto del yo se alzaba como un santuario a salvo del ruido exterior y de la indignación cívica: “Ya empiezo a echar de menos la aventura / de estar contigo en casa y con los niños”. No obstante, el autor abre una rendija a la intemperie social, de modo que la epifanía de la naturaleza y la reclusión en el círculo familiar funcionan como lenitivos ante un mundo capaz de instrumentalizar el cielo (“Precintan este azul que te emociona”) y de convertir los recursos hídricos en marca registrada: “Mira bien la botella que sujetas. // No es justo que resulte tan sencillo”, se lee en ‘Font Vella®’.
El poeta no siempre acierta a ponernos el corazón en un puño, para lo que quizá sería necesario compartir su eudemonismo. Sin embargo, este libro consigue en sus mejores páginas dotar de trascendencia a lo intrascendente, infundir savia nueva a los tópicos de hoja caduca y promulgar un elogio de la lentitud ascética en un tiempo de prisas dionisiacas: “Camino más belleza viajando menos rápido”. Jesús Montiel demuestra aquí haber interiorizado las lecciones de Miguel d’Ors, José Mateos o los hermanos García-Máiquez. Cabe esperar que en próximas entregas tense la pluma, bata las alas y se atreva “a planear igual que hacen las aves”.
LUIS BAGUÉ QUÍLEZ