Fuente: elnuevoherald.com/
La Editorial La Gota de Agua, fundada en Filadelfia, Pensilvania, por el escritor Rolando D. H. Morelli, tiene un propósito a largo plazo (o a corto, dependiendo del curso de la historia).
Su mirada está dirigida “al futuro de la nación cubana”, al proponerse “rescatar y divulgar, mediante ediciones bien cuidadas y asequibles al lector de hoy y al de mañana, aquellas obras y autores, cubanos y extranjeros, cuya contribución al caudal de la cultura nacional, o al enriquecimiento espiritual de los individuos que integran nuestra sociedad así lo exige”. Con este altruista cometido, la editorial que toma su nombre a manera de homenaje de la empresa que fundara en Madrid, el poeta José Mario (La Habana, 1940-Madrid, 2002), busca acercar una parte de la cultura cubana, dormida un poco en el tiempo, para que las futuras generaciones puedan tener acceso a la obra de destacados autores. En ese sentido se encamina la publicación de Poesía escogida de Emilia Bernal Agüero (1884-1964), un volumen raro, sorprendente en muchos aspectos, que reúne una parte esencial de la poesía de esta escritora y que su editor, el profesor Rolando Morelli, ha sabido muy bien, y muy oportunamente, rescatar y poner en contexto.
Emilia Bernal, además de poeta y traductora, fue una notable ensayista que elaboró varios trabajos sobre la problemática cubana de su época, la lucha por la independencia y los primeros años de la República. También incursionó en la novela de corte autobiográfico con Layka Froyka: El romance de cuando yo era niña, texto aparecido originalmente en 1925 (hubo una reimpresión en 1931) y que gracias a Morelli, se reeditó en el 2006. La escritora nació un 8 de mayo en Nuevitas, provincia de Camagüey. Su madre era maestra rural, por lo que Emilia estuvo siempre muy cerca del conocimiento y las fuentes de saber. A consecuencia de la inestabilidad provocada por la Guerra de Independencia en Cuba, la familia se traslada a República Dominicana, donde reside un tiempo, para regresar a Cuba y establecerse en La Habana en 1910. Es en la capital cubana donde Emilia publica sus primeros trabajos, colaborando con publicaciones tales como La Nación, Bohemia, Social y El Fígaro.
Emilia era una mujer adelantada a su tiempo, pasó la mayor de su vida en el extranjero, viajó incansablemente por América y Europa; en España tuvo una estadía en la célebre Residencia de Estudiantes. Visitó Granada donde conoció al maestro Manuel de Falla. Tuvo una interesante relación con Llorenç Villalonga, a quien muchos consideran como uno de los más importantes escritores en lengua catalana de su tiempo. Vivió lo que podría considerarse un temprano exilio en Santo Domingo y murió en otro exilio, en Washington, a los 80 años de edad. Su obra refleja en gran parte los avatares de su vida y de su tiempo. Su poesía, en particular, refleja las corrientes literarias de la primera mitad del siglo XX, pero con un sello personal que la distingue.
La selección de Morelli hace un recorrido por su poesía, motivado no solo por la nostalgia del recuerdo de lecturas infantiles, sino que ofrece un ordenamiento, digamos temático o evocativo. Así los poemas aparecen agrupados en secciones que llevan por nombre: Nihilismo, Anecdotario sentimental, Naturaleza muerta, Medallones, Postales antiguas, Inspiración religiosa, Retratos o Impresiones, entre otros que se explican por sí mismos. Bellos poemas que parecen escapar de un tiempo y lugar para mostrarnos la hechura de una mujer, que, en la distancia, parece sonreír. Como muestra, este soneto dedicado a Raimundo Cabrera:
CANCIÓN NOCTURNA
Canción nocturna que en el aire flota,
como reminiscencia de una queja,
absorta te oye el alma, nota a nota
mientras tu acento musical se aleja.
¡Canción! ¡Canción nocturna! ¡Cuántas veces
escuché tu lejana melodía
tras la blancura de los ajimeces
que el verdor de la yedra ensombrecía.
No te alejes, canción. Queden tus ecos
prendidos a mi reja, como flecos
de lírica y amante enredadera.
No te alejes, canción de mis amores.
Queda en la reja para que me llores
Con lágrimas sonoras cuando muera.
Para terminar los quiero dejar con estas palabras de Morelli, sobre su libro, y una invitación a la lectura de esta prolífica y casi olvidada poeta: “Sirvan estas palabras, que a manera de prólogo encabezan la presente antología, si no de guía caminera –que no pretende ser en modo alguno– de invitación entusiasmada a seguir la trayectoria creativa de una poetisa y escritora de la que en buena ley podemos sentirnos deudores”. •
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JOSÉ ABREU FELIPPE