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Miguel Ángel Zapata presenta nuevo libro - México

Fuente: excelsior.com.mx/

Si la poesía se encuentra distante de las mayorías es porque mantiene su condición de secreta, aunque eso no implica sea encriptada y difícil, “algunos intelectuales así la han querido colocar, pero a mí no me interesan aquellos que sólo quieren morder sus propias palabras”.




Miguel Ángel Zapata (Piura, Perú) toma distancia de la frecuente solemnidad que acompaña a la poesía y sus creadores, para convertir, obra y personaje, en una límpida y reveladora sencillez, difícil de encontrar en un mundo lleno de estereotipos.




Afable, de mirada despierta, hablar pausado y musical, con un tono que pone en evidencia su condición multicultural, Zapata es un artista maduro, serio, enfundado en el traje de un maestro de literatura latinoamericana, en una prestigiosa universidad estadunidense, con la actitud de cualquier joven hispano neoyorquino capaz de inspirarse en las aves o las iguanas, treparse a los trenes para recorrer una ciudad llena de ventanas, algunas rotas, usar todos los medios para difundir su obra, incluyendo Facebook, y desplegar una poesía considerada para muchos como asequible, concreta y llena de fuerza.




Fiel a la vena poética de César Vallejo y Antonio Cisneros, figuras angulares en su trabajo, Zapata es heredero de la tradición moderna latinoamericana, donde congruencia y libertad crean un ángulo equidistante de una lírica sin cortapisas ni rebuscamientos; testigo de ello su más reciente libro La ventana y once poemas, editado por Cuadrivio (editorial especializada en la edición de ebook). 




Para este escritor peruano, radicado hace más de 20 años en Nueva York, quien se mece entre el mundo anglosajón e hispano, no repara en despreciar la solemnidad que buscan algunos autores para ser reconocidos.




 “Dicen que la belleza está en lo difícil, pero si lees a Vallejo en su poema Voy a hablar de la esperanza te das cuenta de que la dificultad se encuentra en desarrollar la estructura, no la simpleza de las formas literarias. Dicen que la nueva corriente de poetas se finca en ser difícil, pero para mí están completamente equivocados: la poesía es lo que vives. Mi vida está llena de deseo, erotismo, amor a la familia; a los animales, aves, pájaros, iguanas, perros, gatos; es lo que está cerca de mí y es lo que trato de escribir”, acota.




Para Miguel Ángel Zapata, el poeta contemporáneo debe ser un gran conversador, viajero, políglota, “no creo en los poetas que escriben para ellos”, acerta. “Rubén Darío era pobre y viajaba en una era donde no había aviones”.




¿Cómo entiende esa poe-sía que no es capaz de en-contrar lectores, a pesar de que, como señala, siem-

pre se ha manejado como

un secreto?




Porque ciertos intelectuales han tratado de hacer de la poesía algo duro. Y, a pesar de que afirmo que la poesía es secreta, porque no es del mercado, no es algo de eruditos, no siento que el poeta debe de entender la anáfora, el hexámetro y saber quiénes practicaban las sextinas o el alejandrino; lo único que provocamos con esto es un alejamiento total de ella. Muchos grandes críticos cultos señalaron a José Emilio Pacheco, Antonio Cisneros, Juan Gelman, César Vallejo, porque eran demasiado fáciles, apostaban a la historia y los hechos sociales, pero han llegado al pueblo más que otros poetas oscuros que no conoce nadie; a mí me gustaría que me leyeran mis hijos y sus amigos, como el que escribe de los pajaritos”, suelta irónico.




Y como ejemplo ilustra el caso del autor y  compositor estadunidense de los años 30 del siglo pasado, (Woody Guthrie), quien pudo cantar lo social, el amor, la vida y la esperanza del futuro, “temas que suenan trillados y hasta tontos, pero ciertos poetas actuales que se consideran muy complejos lo imitan; sin él no pudo haber existido Bob Dylan, como él mismo señala. Yo creo que hay una nueva generación de poetas latinoamericanos que trabajan de manera transparente y pareja a la vez, pero el error es solamente hacer ese tipo de poesía; hay muy buenos que están combinando ambos”, descubre.




Nuevos lenguajes




Sobre la pobreza del lenguaje y la presencia universal de las redes sociales e internet, Zapata apunta que la poesía tendría que adaptarse a estos nuevos lenguajes, “siempre debe de estar de acuerdo a sus tiempos, lo que parecía imposible hace 20 años, la tecnología ahora lo está permitiendo, así que debemos de valernos de estos instrumentos para retomar las antiguas voces y las nuevas, a través de blogs para que la poesía siga siendo conocida por todas las esferas de la sociedad, también es importante entender que debe conservar su naturaleza secreta. Cuando digo que es secreto, quiero decir que no tiene publicidad. Yo creo que

Facebook es el medio publicitario más importante para los poetas que hay en el mercado internacional, te dejan difundir tu obra y tus eventos, y al final está ayudando a que se lea, seas famoso o novato.




El poeta nacido en Piura confiesa que publicar en Cuadrivio, una apuesta editorial independiente, es con el fin de encontrar nuevos lectores; no sólo en los grandes circuitos, sino en los pequeños círculos, en los que la poesía es viva.




NY, paraíso poético




Y sobre su vida en Nueva York y el pujante mundo hispano que cada día es más visible concluye: “el ambiente de la poesía es espectacular, yo nunca había visto a tantos poetas latinoamericanos juntos en un solo lugar; son de las pocas ciudades que dan la oportunidad de leer poesía en español como pocas, en cafés, bares, plazas públicas”.




¿Y las ventanas?




Es un símbolo que atraviesa toda mi obra y que me asoma a mí mismo. Crecí en una casa llena de ventanas, me siento incómodo cuando no las hay. Voy a escribir una ventana en medio de la calle para no sentirme solo; así de simple.




¿Y una ventana rota?




Creo me habla de la ruptura del lenguaje, con una sonrisa se despide el poeta.




Samuel Mesinas