Fuente: http://www.elheraldo.hn/otrassecciones/nuestrasrevistas/836538-373/la-poes%C3%ADa-sin-retorno
Helen Umaña en su libro "La palabra iluminada", donde cataloga a los autores hondureños de acuerdo a su generación literaria, citando a Salvador Madrid sobre los rasgos de la generación literaria de 1984, en su etapa más reciente, o sea los autores nacidos en los últimos años de este período (Posvanguardia, nacidos entre 1954 y 1983)
comenta sobre este grupo de escritores, dando además algunos rasgos característicos que, por supuesto, comprenden a la generación posterior inmediata y a quienes llama "Novísimos": "...la continua búsqueda de nuevas lecturas y de otros procedimientos poéticos, su tentativa por alejarse del realismo social... la iniciativa por auscultar otros temas poco comunes en la poesía nuestra, tales como la rutina del submundo urbano... el amor desde una tentativa menos lírica y más desencantada... como una imagen de una lucha por evitar la deshumanización y, por consecuencia, unas construcciones de enunciación a veces muy originales y otras que aún en su génesis tímido, poseen la capacidad de criticar o postular serias ideas sobre la realidad". Una palabra que me parece clave en esta cita es "deshumanización".POESÍA HONDUREÑAHéctor Miguel Leiva, en su ensayo "La emoción moral en la escritura lírica", habla sobre el tipo de discurso en la poesía hondureña de posvanguardia, algunos de ellos pesimistas, como el caso de Nelson Merren, quien en la actualidad resulta una lectura obligatoria y vital para muchos de los más recientes autores.En Merren, y en autores anteriores como Cardona Bulnes o en Antonio José Rivas, se encuentra ese afluente donde abrevan poetas que buscan reflexionar sobre lo existencial y quizá un poco más allá sobre la deshumanización de la sociedad, la cual encuentra tierra fértil en la zona norte del país, donde en ciudades como San Pedro Sula, capital industrial, el poeta percibe infértil e insensible todo lo que está a su alrededor y donde ni siquiera los encargados de promover la cultura cumplen su labor. "En lugar de resguardar la pureza interior, el poeta convoca al mundo para ser en él padeciéndolo." (H.M.Leiva, Imaginarios (sub)terráneos. Pág. 117.)Basándome en las palabras de Madrid y sobre todo en el texto de Leiva, podría decir que esta poesía posmoderna se decanta por la quiebra del humanismo, entendida como la bancarrota del metarrelato de valores e ideales universales que conferían un sentido trascendente a la historia humana. Ibídem, pág. 110.En muchos de los casos los temas vitales de las generaciones anteriores quedan casi abolidos más que por cuestiones estéticas quizá porque debido a su contexto o mejor dicho por la época que nos toca vivir, dejan de ser importantes y solo en algunos casos resurgen sin mayor trascendencia.AUTORES CON COMPROMISOAlgunos de estos autores, tal como decía la cita al texto de Umaña, testigos de otra realidad, víctimas de la deshumanización de la sociedad que los escupa, que los vomita, que lo devora, acuden a otras cuestiones vitales de la realidad social para justificar su obra. En pocas palabras, cuando la sociedad no proporciona oportunidades ni espacios el artista se "muere" solo y termina exiliándose en algún otro refugio de la realidad, pero en algunos otros casos el poeta es obligado a sumergirse mucho más en su mundo y escribir con mayor obstinación y compromiso, con desesperación, y eso lo convierte en un autor comprometido, poeta a tiempo completo, sabiendo que su obra y su vida ya no tienen vuelta atrás."...la rutina del submundo urbano" del que hablaba Madrid se refleja en textos donde los ambientes oscuros, la vida nocturna en las calles y avenidas donde solo una idea prevalece; la idea de la libertad, de gritarlo todo o escupirlo, del parnaso permanente, de saciar el espíritu y callar toda esa serie de dolores cotidianos que acosan a un ser humano capaz de percibirlo todo desde esa apreciación sensorial que lo hace único, pero incapaz de dejar de manifestarse.En algunos de los casos esa realidad asfixiante se ve reflejada no solo en poesía sino también, y quizá con mayor extensión, en la narrativa, como en el caso de Jorge Martínez, Gustavo Campos, Darío Cálix y Murvin Andino, entre otros autores que además de poesía abrevan en el género narrativo.Jorge Martínez (1964) en su novela "El mundo es un puñado de polvo" resalta con una propuesta literaria en la que el mundo de las maras o pandillas juveniles es abordado desde la condición humana y cómo a veces por deficiencias fuera del alcance o por circunstancias de la vida, por el ambiente en el que les toca vivir, el individuo es absorbido por esa realidad y lo vuelve uno más de los que difícilmente volverían a integrarse a nuestra sociedad. Un lugar donde el polvo vale más que la vida humana. Todo esto abordado con un lenguaje poético que le da riqueza y vitalidad a su novela.Darío Cálix por su parte plantea que solo queda burlarse de todo, hay que abstraerse, divagarse, tocarle las nalgas a la realidad."Poff!", de Cálix, uno de los autores más recientes y jóvenes de nuestra literatura, representa la iconoclasia juvenil, grosera, burlesca y con un sentido de consentimiento implícito ante la deformación de la realidad, quizá como forma de rechazo ante la misma.Gustavo Campos (SPS, 1984) en "Katastrophe" o en "Los inacabados" plantea esa visión del individuo aislado ante la imposibilidad de modificar la realidad y caer en una especie de complicidad y hastío. Obras donde la vivencia del autor sobrepasa en cierta medida los niveles de cordura e inmoralidad de una sociedad que no es ajena a ella en cuanto a sus actos, pero que finge no perdonarla.Otros autores como Otoniel Natarén (1975) en "La piel de la ternera", con una visión renovada de temas como el amor, lo erótico, prefieren los ambientes nocturnos donde solo la astucia del amante furtivo cumple su promesa de sobrellevar las cargas cotidianas y burlar la realidad de la que tampoco es ajeno.Geovany Rodríguez (1980), cumpliendo la exigencia formal de un lector/escritor con conocimiento del oficio, reconoce el amor como una visión imposible a la que ya no se vuelve una vez que cae el telón del desamor, "el amor desde una tentativa menos lírica y más desencantada...", citando de nuevo a Madrid, en especial en sus libros "Morir todavía" y "Las horas bajas", sin dejar pasar por alto su inconformidad por la realidad absurda e incoherente.Si bien podríamos decir que nos encontramos en una situación de transición, donde la sociedad está dando grandes cambios en cuanto a formas de ver o percibir el mundo y la vida misma, influidos por los grandes cambios tecnológicos y en comunicaciones, muchos de los jóvenes autores intentan explicar por qué sucede lo que vemos a diario y sobre todo esa deshumanización que se refleja como una queja o búsqueda de la realidad paradisíaca o como una aceptación a manera de complicidad ante la imposibilidad de cambiarlo todo.Finalmente habría que citar algunos otros nombres de autores a quienes el compromiso con la literatura los ha conducido a un estilo de vida acostumbrado a esos ambientes del submundo donde prevalecen los vicios, la delincuencia y la violencia en general.Autores como John Connolly, Karen Valladares, Magdiel Midence, Ludwin Varela o Fabricio Estrada, a quienes además de la edad los une esa cuestión estética refinada de que lo feo, lo tosco, lo bruto, lo grotesco también merecen un lugar y un tributo en el arte, afines en esto y en cuestión de memoria social coincidente con autores de la ciudad de San Pedro Sula que precisan levantar la voz contra el facilismo de la literatura y las poses seudointelectuales, convirtiendo su obra en una poesía del todo o nada, un roll the dice a manera de Bukowsky, una forma de vida, poesía sin retorno.