Fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/en-el-principio-la-poesia
Es largo, larguísimo, el trayecto que ha recorrido la poesía de Alejandro Schmidt desde que publicó sus primeros libros en la década de 1980. Medida en cantidad de versos, la suma debe de dar decenas de miles. Incluso, la simple tarea de enumerar sus publicaciones es complicada. Sin embargo, Schmidt siempre está en el mismo lugar, en el principio, en la poesía.
Eso no significa, por supuesto, que no haya variaciones de estilo (no tanto como de temas) en su obra (una palabra con la que él no estaría de acuerdo por el cálculo arquitectónico que supone). En La dificultad y otros libros, es posible encontrar esa amplitud de tono que va desde la influencia del versículo bíblico (patente en el poema “Todo lo que recuerdo de mi padre”) hasta la breve anotación irónica: “NO QUIEREN LECTORES// quieren público”.
Esta antología inédita (2004-2015) reúne, en este orden, los siguientes títulos del poeta de Villa María: Razón para quedarse; La dificultad; Mi vida entre monstruos; Un saber romántico del mundo (que también se divide en cuatro partes, la última de la cuales contiene a su vez cuatro textos en prosa en los que Schmidt cede a la divina tentación del panfleto y ladra como pocos (Ver si no “Agravian la poesía argentina”).
Lo que en otro poeta sería una interesante obra completa, en este caso es sólo un fragmento de cielo (con nubes, pájaros y humo, claro) de una galaxia inmensa. Si hubiera que pegar un rótulo en la tapa de cualquiera de sus libros, este diría: “aquí hay un montón de poesía, encuéntrenla”. La claridad, la calidad y la cantidad también pueden ser laberínticas.
Es que para Schmidt el poema no es la poesía sino una de sus posibilidades, tal vez no la mejor y, al mismo tiempo, la única disponible para los hombres en la Tierra. En “Casi no quedan poemas” aparece claramente esa concepción de la poesía como algo trascendente y a la vez inmanente a las palabras: “la poesía es pródiga porque carece de todo/ imprudente sostiene al mundo/ la poesía contempla y no le importa, escucha/ calla/ no le importa”.
Al propio Schmidt, que se permite ser inmensamente sublime y energúmeno, humildísimo y soberbio, profético y banal, en cambio, sí le importa todo (en el sentido en que le importaba todo a un Artaud, desde un codazo hasta el sol), porque cada cosa es un estímulo, un interrogante, un signo favorable o una adversidad en el libro de la vida.
La dificultad y otros libros
Alejandro Schmidt
Recovecos
Córdoba, 2015
Carlos Schilling
