Fuente: lunamiguel.com/
Antes de continuar con los nombres extranjeros de esta antología creciente quiero detenerme en un nombre que aquí todos conocemos, pero cuya ausencia en este proyecto sería inconcebible. Estoy hablando de Elena Medel (Córdoba, 1985).
Elena es una gran editora, una gran escritora y una gran amiga. La conozco desde que tengo uso de razón poético (yo tenía 11 y ella 16, y gracias a su libro Mi primer bikini el mundo entero cambió.... mi mundo particular, pero también del que representa al panorama poético en España). Cada vez que hablo con alguien de nuestra quinta interesado en la poesía, todos estamos de acuerdo en que tanto su primer libro como Tara, fueron dos grandes inspiraciones en nuestra adolescencia.
Recuerdo que en 2011 se cumplieron diez años de Mi primer bikini y que Unai Velasco y yo estuvimos tentados de hacer algo grande en homenaje... Algo que al final no terminó de salir pero que ya no hace falta realmente porque Elena acaba de recibir el premio a su esfuerzo, a su atención y a su dedicación por todos estos años. Hace sólo una semana las redes sociales se volvieron locas celebrando que en unos pocos meses (marzo de 2014) todos podremos sostener Chatterton en nuestras manos, su nuevo poemario, gracias al Premio Lowe de Creación Joven.
Tuve el placer de leer Chatterton hace unos meses, y desde entonces me morí de ganas por publicar el primer poema del libro en este blog. Así que en cuanto me enteré del premio le pedí a Elena, por favor, que nos lo adelantara... y aquí lo tenemos. Muy atentos. Muy atentos. Una maravilla. Silencio. Miles de destellos:
ESTAMOS REALIZANDO OBRAS EN EL EXTERIOR.
NO UTILIZAR ESTA PUERTA
EXCEPTO EN CASO DE EMERGENCIA
Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.
Colchón justo para los dos; años que chocan la lengua contra los dientes una y otra vez que se tambalean en la boca
años
del sentido incorrecto.
Con tres hilos de cabeza he tejido mi tiempo:
piensa en vosotros a mi edad, piensa en tres hilos de cabeza, qué te falta, qué te queda; piensa en tres hilos. Quizá
eso, madurar:
quizá Ulises boca abajo, quizá la orilla boca arriba,
eso que queréis me esperará diez años. Pensad en diez caídas; pensad en
diez hilos de cabeza. ¿Aquello? ¿La madurez? ¿Márchate, olor a lavavajillas, déjame con mi sueño?
¿O quizá en la boca uvas para el postre del color
de la rodilla que cae al suelo,
de la rodilla que choca contra el suelo? Me tambaleo. Y era yo el zumo en la garganta, y era yo el frío, era yo
las uñas y el estómago, quién era yo en mis años
con tres, en mi tiempo con diez hilos de cabeza. Hasta mi habitación
por la escalera de incendios un hombre
y su sentido contrario. Diez hilos de cabeza, veinte hilos de su pecho atados a mi pecho,
juro que amé
los golpes de sus piernas. Digo que
madurar era esto: que no pude negarme, digo que mis tres hilos de nada entre los dedos, y juré chocar y el suelo
lo juré. Pensé al suelo la caída
y el choque contra el suelo. Pensé el aliento pensé dije
tres hilos de cabeza: tambaleo.
Pensé en mi edad y pensé en vosotros y pensé
que nadie me avisó de madurar así, junto a la vida y el frío en el cajón
de la fruta que se pudre.
Elena Medel