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De poetas suicidas y de poetas - Estados Unidos

Fuente: /neoclubpress.com/

De las primeras lecturas críticas, las conversaciones y el desacuerdo de enfoques que pude tener con El poeta en actos, hasta recapitular lecturas que han sido tan válidas como una conquista: lo escrito por Ángel Velázquez Callejas sobre la poesía me parece acertado como utilidad desde el lector, como acercamiento a contracorriente primero y luego como particularidad de interpretar esos términos-teorías alguna vez nombrados por mí "El susto Callejas".




Si nunca sabemos cuándo nos preparamos para la felicidad o la muerte, nada justifica el no reinventarse. Mucho menos desaprovechar la suerte de compartir a través de estos años el esfuerzo de un talento por Dios escogido, sino también desde lecturas, conversatorios, debates, controversias, todas asumidas como aprendizaje sobre la utilidad de la poesía. O la posible inutilidad de ese taller literario como práctica donde se define al poeta: como un corredor de fondo que se apresta a alcanzar la meta, hasta el tiempo requerido de la madurez.




He llegado a la conclusión de que las recetas ya no son suficientes. Ahora los reflejos están condicionados a un mundo digital que nos obliga a superarnos. He podido observar cuántos desde su "cantidad hechizada" se resisten por miedo a un supuesto descalabro. Y un poeta nunca es viejo por edad y oficio, la poesía vive como energía natural, es el l’enfant persistente de todas las épocas.




De ahí que lo que defino como un doble suicidio no sea la intención de vivir una vida genuina dentro y fuera de la poesía, sino el pretender hacerlo en dos tiempos divorciados. Lo que fundamenta el hecho de que ciertos poetas viven fuera de la poesía que ellos mismos predican como escudo moral de sus miedos, porque no se conocen ni son capaces de abrirse al plural de sus nombres, después de ese acto tremendo de catarsis y delirio que según ellos mismos es eyacular metáforas. Como si se pudiera, a lo Hemingway –pero sin fama–, vivir por el falso vestigio de la imposición canónica. Lo cierto es todo lo contrario. Hay cadáveres por doquier, la ausencia crítica en ellos resulta evidente. Algunos marcados en la búsqueda oblicua de un lenguaje basado en el camuflaje del cadáver moral, otros porque no soportan los niveles de lectura de "sus discursos".




Prefiero una poesía dispuesta a exponer la ropa sucia a una enfocada en el vacío de la belleza. Poetas recurrentes a la hora de localizar su zona de strike en el efecto; poetas enunciados que se sientan cínicamente ante usted y balancean las piernas con desmesurada confianza. De nada sirve que una y otra vez pulas tus sentimientos y dejes el cuerpo liso, siempre debajo hay unas vestimentas por adivinar, cierta idea de "la magia de la poesía" vagando por los laberintos del fracaso.




Nadie vive como su poesía, es una contradicción, pero no por ello hay que aparecer en dos cuerpos divorciados que hasta parece que se odian. No es el sitio donde duermes y sueltas las piernas (es un oficio difícil el tuyo), hasta tu ego precavido lo sabe.




Por Juan Carlos Recio/NeoClubPress