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“En las montañas de las brumas” (parte I, poesía china), por Ricardo Silva-Santisteban

Fuente: http://www.vallejoandcompany.com/en-las-montanas-de-las-brumas-parte-i-poesia-china-por-ricardo-silva-santisteban/

Vallejo & Co. presenta, en primicia web y en cuatro entregas, una serie de traducciones de poesía asiática (china y japonesa) realizada por Ricardo Silva-Santisteban, reconocido poeta, académico, traductor y editor peruano, quien fuera responsable de las colecciones El Manantial Oculto y Obras Esenciales del Rectorado de la Pontificia Universidad Católica del Perú

y, en la actualidad, responsable y promotor de la excelente colección La fuente escondida bajo el auspicio de la Biblioteca Abraham Valdelomar, de la Huacachina-Ica.

Estas traducciones fueron publicadas en la revista Lienzo N°12, de la Universidad de Lima y no volvieron a verse publicadas sino hasta ahora que, con una necesaria revisión y corrección del propio Ricardo Silva-Santisteban, pasan a ser publicadas en nuestra web.

En la presente entrega, publicamos textos de El libro de las canciones y de los poetas chinos Wang Wei, Wang Tsu-Huan, Liu Shen-Hsu y Po Chu Yi.

Por: Ricardo Silva-Santisteban

Crédito de la foto: Izq. www.educacionenred.pe

Der. www.xinjingrushui.com/node/2785

En las montañas de las brumas

En las montañas de las brumas pertenece, en realidad, a El ciervo en la fuente, mi colección de traducciones sueltas. Hubo, sin embargo, dos motivos para no incluirlo allí: por tratarse de versiones indirectas y por no extender un libro ya de por sí bastante considerable. Puede verse, por tanto, la presente publicación como un apéndice de dicho libro, pero, no por tratarse de un agregado, puede decirse que estas versiones me hayan costado menos trabajo ni que las haya realizado con menos placer. China y Japón han producido la poesía lírica más admirable y hermosa del planeta y su lectura ha sido, y sigue siendo para mí, de un inefable gozo.

Ricardo Silva-Santisteban

POESÍA CHINA

(Parte I)

Book of Poetry (1)
Crédito de la foto: www./xinjingrushui.com/taxonomy/term/39

Libro de las canciones

21

Titilan esas estrellas,

tres o cinco en el este.

Tiemblan, a través de la oscuridad que recorremos,

mientras aún es de noche en el palacio.

Por cierto, cuán diversos los destinos.

Titilan las estrellas

en Orión y en las Pléyades.

Tiemblan, a través de la oscuridad que recorremos,

cubiertas con colchas y sábanas.

Por cierto, cuán diversos los destinos.

23

En la espesura, una gama muerta

y blancos juncos para atarla.

Una muchacha, tocada por la primavera,

y un caballero seduciéndola.

Un robledal en el bosque;

en la espesura, una gama muerta

atada con blancos juncos.

Una muchacha cual un jade.

«Despacio. Ten calma.

No toquéis mi ceñidor.

¡No vaya a ladrar el perro!»

234

¿Cuál yerba no se marchitó?

¿Qué día no marchamos?

¿Quién no montó guardia

en las cuatro fronteras?

¿Cuál yerba no ennegreció?

¿Quién no se enfermó?

Congoja para los soldados:

sin descanso ni en el día ni en la noche.

Los zorros golpean y se arrastran

entre las densas y altas yerbas.

Movemos nuestros carros de combate,

empujándolos por los surcos.

POESÍA DE ANTAÑO, Nº 3 [1]

Verde, verde, la hierba a la orilla del río.

Copiosos, copiosos, los sauces del jardín.

Un capullo, un capullo, la muchacha de la torre.

Destella, destella, asomada a la ventana.

Hermosa, hermosa, con su tez carminada.

Esbelta, esbelta, muestra su mano de seda.

Antaño fue cortesana;

hoy, la mujer de un fulano,

quien la ha dejado sola para no más volver.

¡Cuán difícil preservar un lecho vacío.

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Wang Wei, 王维. Poeta y pintor chino de la dinastía Tang.
Crédito de la foto: www.gingerpost.com/?p=1894

Wang Wei (699-759)

SUBIENDO A LA TERRAZA PARA OBSERVAR PARTIR AL CONSEJERO LI

Subo a la encumbrada terraza para verte partir;

el río y las montañas se desvanecen en el infinito

y en el fosco azul las cansadas aves retornan a sus nidos,

solo el viajero camina y camina, sin descanso.

RESPUESTA AL MAGISTRADO CHANG

En el ocaso de mi vida, todo cuanto deseo es el sosiego,

los diez mil afanes del mundo ya no atraen a mi corazón.

¿Respecto a mi futuro? No tengo mayor proyecto

que retirarme a mi antiguo bosque.

Allí, el viento entre los pinos soltará mi cinturón

y la luna en la montaña ha de sonreír cuando taña mi laúd.

Preguntáis, señor, ¿qué anida tras esta victoria y fracaso?

Escuchad la canción del pescador ascendiendo desde la desembocadura del río.

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Wang Tsu-Huan, 王之渙. Poeta chino de la dinastía Tang.
Crédito de la foto: www./history.cultural-china.com/en/59History11565.html

Wang Tsu-Huan (Comienzos siglo VIII)

ASCENDIENDO UNA TORRE

El albo sol se ha hundido tras las colinas.

El Río Amarillo se vierte en el mar.

Dejadnos ascender la torre

para ver más allá del horizonte.

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"Paloma en la primavera", pintura por Yu Xi.
Crédito de la foto: www.xinjingrushui.com/node/2786

Liu Shen-Hsu (Mediados siglo VIII)

UN PLÁCIDO RETIRO EN LA COLINA

Profundos penetran los senderos en las blancas nubes.

La primavera tiene la longitud de los verdes arroyuelos.

De rato en rato, flores caídas flotan en las aguas que fluyen

irradiando hálitos de fragantes perfumes lejanos.

Una puerta inútil, frente al sendero de la montaña, permanece entreabierta.

Un plácido retiro se oculta en medio de los grandes sauces.

La luz del cielo baña todo el lugar

y hasta mis vestidos adquieren nuevo lustre con los límpidos rayos del sol.

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Po Chu Yi, 白居易. Poeta chino de la dinastía Tang.
Crédito de la foto: www.poetrychina.net/wp/poets/pochui

Po Chu Yi (722-846)

PENSAMIENTOS DE OTOÑO

La luna ascendió brillando en el pabellón del norte;

los peldaños y el patio se bañan con su límpida luz.

Una fría brisa sopla desde el oeste;

árboles y yerba se marchitan noche y día.

Los wu-tung y los sauces dejan caer ya sus verdes hojas.

Se desvanecen los primorosos colores de las orquídeas.

Conmovido por estas cosas, medito secretamente

y siento el marchitarse de mi corazón.

¿Quién puede eternizar su juventud y su niñez?

Hay un tiempo para el florecimiento y un tiempo para el deterioro,

la vida del hombre es como la centella que brota de la piedra:

a menudo empezamos muy tarde a gozar de nosotros mismos.

EL TORRENTE DEL RÍO

Frío y calor, ocaso y aurora, la rueda gira sin cesar.

Antes de advertirlo, han pasado dos años desde mi llegada a Chungchow,

En mi apartada morada, sólo escucho el tambor de la mañana y de la noche.

Desde la glorieta contemplo navíos yendo y viniendo.

La canción de la oropéndola me induce a pasear bajo las flores.

El color de la verba me invita a sentarme junto al estanque.

Lo único que se me otorga como perenne delicia es contemplar

el torrente del río remolineando en derredor de guijarros y de rocas.