Fuente: http://www.elheraldo.hn/
Aunque la poesía es un alimento para el alma, en realidad no se puede vivir de ser poeta. Reconocidos escritores, incluso premios Nobel de Literatura, son prueba de ello, sin embargo, los poetas siempre encuentran la forma de ingeniárselas para seguir su faena en “la más pobre de las artes”.
Y es que así definió a la poesía el traductor, editor y poeta español Jesús Munárriz, quien visitó Honduras recientemente.
¿Por qué considera que la poesía es la más pobre de las artes? El trato de la poesía con el dinero es inexistente. Es decir, para pintar hace falta tener dinero para comprar lienzos, tubos de pintura, pinceles, inversión para dedicarse a eso. No digamos para hacer cine o música, son artes que necesitan movilizar el capital. En cambio para escribir un buen poema solo hace falta un lápiz y un papel, y eso lo tiene todo el mundo, no hace falta dinero.
Pero le faltó el ingrediente primordial, el talento... ¡Ah!, claro, eso es lo más importante.
Usted imparte charlas tituladas “Poesía, forma de vida”, incluso presentó una de estas conferencias en Honduras, pero ¿se puede vivir de la poesía? Impartí esta charla en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa. Es un título que he utilizado en varias ocasiones, incluso tengo un poema que se llama así. He dado conferencias con este tema porque mi vida está ligada a la poesía, soy editor de poesía, traductor, poeta y he sido cantante, todo ha girado en torno a eso.
Retomando mi pregunta, la poesía es su forma de vida, pero ¿un poeta puede vivir de ser poeta? En realidad, de alguna manera se podría decir que he vivido no de mi poesía...
Bueno, sí porque también es editor y traductor. Se dice que la poesía es un alimento para el alma, pero, económicamente, ¿también permite alimentar el cuerpo? No. Ni siquiera (Pablo) Neruda o Vicente Aleixandre, que son premios Nobel, vivían de la poesía; ellos vivían de cosas cercanas, de conferencias, becas, memorias, premios, cosas así que les daba más dinero que los propios libros; los libros de poesía nunca han sido mayoritarios. En el caso de Neruda, vendió muchísimos libros toda su vida, porque fue un poeta que gustaba, muy popular y que llegó a mucha gente, recibió todos los premios, los rusos le daban el Lenin, los otros el Nobel... y esos premios eran millonarios. También cobraba mucho por una conferencia, tenía un caché muy alto, hacía libros de lujo con artistas plásticos, todo eso le daba ingresos. Pero si se trata de los derechos de autor o de los libros de un poeta, pues nadie vive.
¿Qué se puede hacer para que la poesía sea autosostenible? No hace falta, creo que es mucho mejor que el poeta sea autónomo económicamente, con otra profesión, esto además le enriquece, porque un poeta que solo se dedique a la poesía se queda “cocido en sus salsas”, todo el tiempo con la poesía arriba y abajo. A mí me gusta mucho más cuando los poetas de repente son arquitectos o médicos, y hay magníficos poetas que han hecho otra cosa, eso les enriquece, porque aportan otros mundos distintos que el de la literatura propiamente.
¿Cuántos libros ha publicado? Míos, 22. Traducciones unas 50, menos dos o tres, todas de poesía, que es una labor que me entusiasma. Traducir poesía es volver a hacer un poema a partir del escrito original. Hay que hacer un poema para que aquello funcione, porque un poema emociona, llega, conmueve, y una traducción literal de un poema sirve para un estudio de una clase, hay traducciones de esas, que hacen los filólogos. Se debe conseguir un equilibrio, es decir, hay una parte que se va a perder seguro y hay otra que se puede gestionar que pase y de lo que se trata es que pase el máximo.
¿Qué se pierde? Automáticamente lo primero que se pierde es la rima (si el poema original está rimado), las palabras que riman, al traducirlas ya no lo hacen, entonces qué haces, si pones una palabra que rime estás falseando el poema, allí yo soy muy respetuoso, solo en portugués hay veces en que la coincidencia es tanta -por la cercanía entre el portugués y el español- que se puede conseguir. Tengo un soneto de Camões que en una traducción literal en los 14 versos me parecen que doce riman exactamente igual, porque si dice “corações”, nosotros decimos corazones, y si dice “ações”, nosotros decimos acciones, entonces ya riman y solo quedan dos versos allí un poquito descolgados que con un pequeño arreglo se puede hacer que también rimen.
Así como lo explica, se puede asemejar la traducción a una composición musical... Tiene mucho, porque claro en un poema está la rima, eso se pierde, pero luego está la medida, el ritmo, fundamentalmente, el mensaje, la idea, la base de todo, eso es lo importante. Se aprende mucho traduciendo, porque vas desmenuzando el poema línea a línea y palabra a palabra, entonces te das cuenta que por ejemplo hay palabras absolutamente fundamentales que no puedes modificar y que hay otras que son un poco más aleatorias, que el poeta las ha puesto por rimar o por rellenar, bueno, por rellenar rellenar no, porque un buen poeta no mete relleno, pero sí que son menos importantes y que admiten una posible variación o que al traducirlo quizá dice en su idioma esto se puede decir y queda bien, pero si lo pones en español quizá esa palabra en ese poema queda horrorosa y dices: “si el poeta lo hubiese escrito en español, jamás habría usado esa palabra”. Hay que buscar otra. Es todo un ejercicio de recreación, me encanta, es muy estimulante. Para escribir un poema necesitas una cierta inspiración, cierto empuje, pero para traducir no, escoges un buen poema, lo pones delante y ya sabes qué hacer.
¿Cómo hace para captar el verdadero sentido de lo que el autor quiere contar? He traducido algunos poetas muy buenos, hay uno que escribía en alemán, Paul Celan, del que traduje sus dos primeros libros, y es un poeta de una poesía a veces muy difícil de entender. Hay poemas que uno los sigue perfectamente, pero hay otros que los he traducido, sé que están bien traducidos, pero no sé exactamente qué querían decir...
¿Con qué autor ha tenido más problema, o más trabajo, al traducirlo?
Con muchos, trabajo dan todos, pero este Paul Celan es de los más difíciles. Los de portugués son siempre los más fáciles de traducir, pero hay uno, Herberto Helder, que es un poeta vivo, que hace unos textos que no hay forma de “hincarles el diente” y ni siquiera preguntándole a él, porque le preguntaba: “¿qué quiere decir aquí”?, y no había forma, “¡Pues ya ve usted lo que dice!”, me respondía. “Sí, pues yo ya veo lo que dice, ¡pero no acabo de entender!”. Y él contestaba: “Pues sí, ¡tradúzcalo!”.
¿Ha habido retroalimentación en alguno de los casos de autores que ha traducido que le digan que han quedado contentos con el resultado? Sí, Helder está encantado. He traducido en más de cuatro idiomas. Libros de francés, inglés, alemán y portugués. Y también poemas sueltos de italiano, catalán y gallego, hasta allí llego...
Hasta rima le salió... Sí, es la práctica...
Es un políglota, pero también ha traducido en idiomas que no maneja... Sí, también he traducido en colaboración con gente que conoce el idioma, dos libros japoneses, un libro persa, pero con una chica iraní que sabía farsi y español, entonces ella hacía una versión literal de los versos, me la pasaba a mí y yo les daba forma o nos reuníamos para analizar palabra a palabra, verso a verso y llegábamos a una versión final. Y con los japoneses igual, ella me daba las versiones, porque el japonés, como es muy sintético, admite diversas traducciones, pero los japoneses no tienen prácticamente elementos gramaticales, no tienen preposiciones, tiempos verbales, usan el verbo en infinitivo y uno tiene que interpretar, no tienen plural ni singular, masculino y femenino; el traductor le da un margen para interpretarlo de una u otra manera, entonces, esta chica me daba el poema traducido, pero con variantes, esto puede ser esto, o esto otro. Yo luego hacía haikus en español, hacía todos los que podía, a lo mejor le mandaba hasta siete versiones del mismo poema para que ella a su vez me dijera la que más le gustaba. Es algo bonito, porque hacer una traducción de un idioma que uno no conoce es un reto.
¿Y qué tal la experiencia con los haikus, es más difícil por el control en la cantidad de las palabras, el espacio reducido, sin duda, algo más complejo, usted qué piensa? El haiku para los japoneses tiene una serie de normas bastantes sutiles, por ejemplo, tiene que haber el kigo, que le llaman la palabra de estación, que eso aquí tendría poco sentido porque aquí las estaciones apenas se notan.
Solo verano e invierno, en el caso de Honduras... Pero en Japón están todas y cambia totalmente el clima, entonces tiene que aparecer algo que puede ser una planta, una flor, algo que cambia con las estaciones, entonces dices, “florece el limonero”, lo puedes usar “florecen los cerezos”, que es lo que más le gusta a los japoneses, cuando florecen los cerezos. Lo sitúan en un momento, el poeta se siente inmerso en el mundo, en la naturaleza, por eso es importante que esto tenga su presencia en ella.
Pero ¿es más complejo esto de escribir en epigramas? Es como un flashazo, como una fotografía instantánea, en un momento, en tres líneas, son 17 sílabas nada más, un versito de cinco, uno de siete y otro de cinco, en 17 sílabas decir algo que tenga relevancia, trascendencia, que dé a pensar, porque muchas veces los japoneses toman el haiku como base para quedarse pensando. De hecho, cuando ellos recitan en público los haikus lo hacen así: leen los haikus, luego se callan y se están medio minuto en silencio, como diciendo piénsenlo ustedes, la gente se queda pensando y cuando pasa el medio minuto lo dicen de nuevo, para reflexionar; tiene algo de incitación a pensar, pero sobre todo es recoger un instante, una forma de captar el momento. De algún modo, ciertas fotografías pueden sustituir al haiku en ese sentido.
España le ha dado al mundo grandes escritores, muchos de ellos acreedores del máximo galardón de la literatura que otorga la Academia Sueca, ¿qué tiene su país para inspirar a través de sus obras? Sí, en España hemos tenido muy buenos escritores y poetas, el siglo XX es una época magnífica para la poesía española, desde Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado hasta la Generación del 27, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre... Aunque también en España tenemos premios Nobel malísimos, está, por ejemplo, José de Echegaray, quien fue director del banco de España además de escritor; tenemos a Jacinto Benavente, un autor de teatro de éxito, inteligente, pero tiene obras buenas y obras muy flojas; tenemos a Camilo José Cela, que es discutidísimo por mucha gente, digamos que los premios Nobel a veces aciertan, pero no siempre.
Hablar de literatura española y no mencionar a Miguel de Cervantes Saavedra sería un pecado, ¿qué tienen sus obras para que se hayan sostenido en el tiempo y que no permiten parangón? En España no hay nadie que haya tenido la altura de Saavedra. Quizá, en Portugal, Fernando Pessoa, un poeta que fue muchos poetas, que tenía muchos seudónimos, era tan grande que dejó la obra de tres grandes poetas, cada uno de ellos era un grande poeta y todos eran Pessoa. Desde luego en Portugal ellos tenían su gran clásico, que era Luís de Camões, quien tiene tanta altura o más que Pessoa. Pero Cervantes es el creador no solo de la novela española, sino de la novela mundial, es el gran padre de la novela, lo tienen como maestro todos. Sigue vivo. A mí Cervantes como poeta me gusta mucho, a otros no, a mí me parece un poeta magnífico. De nuevo, en España tenemos muchos premios Nobel, algunos malos y otros no tanto, pero comparados con Saavedra no son nada...
Europa está pasando por una gran crisis, ¿cree que eso esté afectando la parte cultural del país? En nuestra editorial Imperial publicamos nueve premios de poesía de distintos organismos. Los recientes ganadores, que fueron dos poetas de veintitantos años, con sus títulos ya nos dan una idea de lo que está pasando; por ejemplo, uno se llama “Estado de emergencia” y el del otro es “Podría ser peor”. Eso nos da la pauta de lo que están escribiendo los pobres poetas, están muy desesperados, de hecho, uno de ello se fue a trabajar a Jamaica, la gente se está yendo de España, porque allí ya no se encuentran oportunidades, ¡se nos están escapando!
Generalmente, ese auge de jóvenes poetas y la proliferación de nuevos escritores se da bajo el contexto de luchas sociales y hechos políticos conflictivos, ¿pasó eso con usted en su juventud? Sí. Es un tema que te incita, por lo menos a mí, hay otro tipo de poetas que no quiere meterse en líos de ninguna clase, pero para mí ha sido una forma que uno tiene de revelarse contra la situación, contra lo que te parece mal, entonces, por lo menos -ya que no se puede hacer otra cosa- sí se es posible dejar constancia por escrito, denunciar lo que nos parece mal, porque al final los dictadores desaparecen y la poesía queda, sigue estando allí, sobre todo cuando es buena. La Guerra Civil en España, por ejemplo, fue origen de muy buena poesía.
¿Qué fue primero, poeta o traductor? Empecé a escribir poesía a los 14 años, pero a los 15 o 16 ya estaba traduciendo poemas franceses, o sea que inicié muy pronto. Luego, a los 21 o 22, con un grupo de compañeros de la facultad, siendo estudiantes, creamos una editorial también de oposición política que se llamaba Ciencia Nueva, éramos bastantes, pero me tocó a mí dirigirla. En esa época (años 60) abandoné la poesía, prácticamente la dejé por la canción, que aunque están muy cerca no son lo mismo. Durante años estuve haciendo canciones y muy poca poesía, luego hubo un momento en que me volvió, escribí el que fue mi primer libro publicado y tuve que elegir entre la poesía y la canción, y elegí la primera porque me parecía más importante, me aportaba más, de manera que dije: “No quiero escribir más canciones”, y escribí una solo por encargo, pero ya no he vuelto a hacerlas.
Cuéntenos sobre su faceta como músico. Hubo una temporada, cuando tenía veintitantos años, que formaba parte del movimiento de la canción protesta en España, canción política contra el régimen, éramos antifranquistas.
¿Qué está escribiendo? Unas antologías sobre poesías, he hecho varias, pero ahora tengo unas que son poemas memorables traducidos todos por mí, 50 o 60 grandes poemas, unos son muy conocidos y se encuentran fácilmente, y otros son difíciles de localizar, la gente pregunta por ellos, no saben dónde están y a veces ni de quién es. Hay un poema famoso que lo suelen citar atribuyéndolo a Bertolt Brecht, que dice algo así como:
“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista”.
“Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío”.
“Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista”.
“Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante”.
“Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Pero no es de él, es de un pastor protestante alemán que se llamaba Niemöller, que es lo único que escribió en su vida, bueno escribió sobre teología, pero el único poema de su vida es ese, entonces ese uno de los poemas que incluyo. Hay uno de un brasileño que circuló por la red durante varios años atribuyéndolo a Víctor Hugo, hasta que alguien dijo que el autor era un señor de Bahía que lo publicó en el diario de Bahía el año 78. También está “Esplendor en la hierba”, hay una gran película que se llama así, la gente dice “ese poema Esplendor en la hierba”, pero no hay ningún poema que se llame así, en donde se dice esplendor en la hierba en un verso al final, se llama algo así como “Reflexiones sobre la recuperación de la niñez en el espíritu del tiempo”... un título muy amplio, como es un poema que la gente busca, va a ir en mi antología con una explicación, diciendo, este es el poema que la gente busca como Esplendor en la hierba. Luego un par de poemas que me encargaron para bodas