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Rima interna

Fuente:elcultural.es

En 2012, el poeta Lorenzo Oliván organizó en Santander (en el Museo de Arte Moderno, y patrocinados por la Fundación Santander Creativa) unos encuentros en los que un grupo de poetas reflexionaban sobre su propia obra. Los participantes fueron Antonio Cabrera, Rafael Fombellida, Luis García Montero, Juan Antonio González Fuentes, Antonio Lucas, Aurora Luque, Luis Muñoz, Carlos Pardo y Alberto Santamaría.

 

El resultado de sus intervenciones puede leerse ahora en el libro Poesía con Norte (Los poetas y sus poéticas) editado por Pre-textos.

El resultado es muy interesante. Aunque es cierto que no es necesario que un poeta sea capaz de articular su pensamiento sobre poesía para escribir buenos poemas, no deja de ser igualmente cierto que los poetas patrios han abusado a menudo de su derecho al analfabetismo. Los colaboradores en este libro demuestran dos cosas: que han reflexionado sobre su oficio y que además (con alguna excepción) no han puesto el carro antes que los bueyes, es decir, la teoría antes que la práctica. Todo poema es también un ensayo de crítica literaria en la medida en que es una respuesta a preguntas estéticas. El poema es parte del proceso de descubrimiento y por eso, si nace con las respuestas dadas de antemano, es muy fácil que nazca muerto. Por eso casi siempre resultan más interesantes las respuestas a posteriori, las provocadas por la reflexión sobre el oficio, sobre lo ya hecho, que los manifiestos y los proyectos previos: un buen poeta, cuando se sienta a escribir un poema, no sabe cuál va a ser el resultado, tiene apenas un montón de dudas y algo escurridizo que persigue sin que sepa qué es hasta que lo ha acorralado.

Los artículos incluidos en este libro interesarán pues, en la medida en que son reflexiones sobre la propia obra, tanto como nos interesen los poetas que los escriben. Uno destacaría la lúcida reflexión sobre la vigencia y actualidad de los clásicos que Aurora Luque titula “Un pórtico extraviado en la tundra: nosotros y los clásicos”. Los buenos libros son contemporáneos entre sí y los clásicos lo son porque son de hoy. Luis Muñoz no se prodiga mucho en prosa, pero todos sus artículos sobre poesía y poética están repletos de lúcidos relámpagos que parten en dos la cáscara de lo obvio. “Atracción de los opuestos”, su texto incluido en este libro, está repleto de esos momentos. En uno de esos tramos resume algo que caracteriza a buena parte de los más interesantes poetas últimos: “La poesía española que me resulta más sugestiva pertenece, casi invariablemente, a los autores que necesitaron acercarse a las tradiciones poéticas de otras lenguas. En el siglo XX, algunos tan notables como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma, por poner sólo unos pocos ejemplos, consiguieron en sus exploraciones lectoras por otros ámbitos lingüísticos no sólo un aire de aventura y de cambio, sino también una suerte de profundidas y de amplitud definitivas”. Alberto Santamaría da una nueva muestra de ser, de los poetas últimos, tal vez el más capacitado para la reflexión sobre poesía; su inteligencia nunca se permite el lujo de perderse entre la erudición. Carlos Pardo, por su parte, se centra en el asunto de la voz. Aunque uno no comparta su afición a autoinocularse enfermedades en el yo, su escueto texto es un buen acercamiento a algunas de las preocupaciones más o menos onanistas de algunos poetas últimos. Dije que estos textos interesarán si a uno le interesan los poetas que los escriben, pero no es del todo cierto. Hay artículos, como el de Antonio Lucas, que probablemente hagan que lectores que hasta ahora se han sentido lejos de su poética encuentren un camino para acercarse más a ella. Los textos de Antonio Cabrera, Rafael Fombellida y González Fuentes ilustran cabalmente los caminos elegidos por sus poéticas. Incluso el más obvio texto de García Montero satisfará a sus fans.

Hay que agradecer a Lorenzo Oliván que haya puesto a pensar a nuestros poetas. El resultado ilumina y contribuye a un debate del que nuestro gremio suele andar más bien escaso. Queremos más.