Fuente: letralia
Entre canciones populares y poemas alusivos al amor, la memoria, la mujer y la muerte transcurrió el homenaje que la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) rindió el pasado jueves 4 de abril al poeta mexicano Rubén Bonifaz Nuño, “uno de sus hijos más preciados”, como lo definió el rector José Narro Robles.
Fue una ceremonia llana y emotiva, de poco más de una hora, en la que las palabras del poeta y humanista veracruzano, fallecido el pasado 31 de enero a los 89 años, conmovieron a la variopinta audiencia que desbordó la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.
Tanto jóvenes estudiantes como personas mayores, amas de casa, trabajadores universitarios y funcionarios de varias dependencias públicas —entre ellos el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Rafael Tovar y de Teresa— asistieron al evento.
Correspondió a los poetas Juan Gelman, Eduardo Lizalde y Vicente Quirarte dar lectura a uno o dos poemas de Bonifaz Nuño, en dos diferentes turnos cada uno. Así, pudieron apreciarse obras retomadas de los libros La muerte del ángel, Los demonios y los días y El manto y la corona, entre otros.
Antes, el grupo La Mar, integrado por estudiantes de la Escuela Nacional de Música de la Unam, interpretó de forma festiva el son veracruzano “La bruja”. Lo mismo haría en un receso de la citada lectura, con los acordes y letra de “Caminos de Guanajuato”, de José Alfredo Jiménez.
Fue un homenaje netamente universitario, con preeminencia de la comunidad estudiantil, no sólo entre el público, sino que la lectura de los discursos oficiales estuvo a cargo de estudiantes y no de sus autores.
La joven Daniela Arroio Sandoval se encargó de dar voz a las palabras de José Narro Robles, rector de la máxima casa de estudios, quien en su texto definió a Bonifaz Nuño como uno de los más insignes universitarios de México y uno de los pilares de las humanidades dentro y fuera del país.
“Gran poeta y filólogo, enamorado de la belleza y del espíritu, supo que nuestra cultura requería, para trascender, del cultivo de nuestras raíces. Por ello dedicó parte de su vida a promover las humanidades, a las que reconocía como fundamentales para la cultura nacional, porque cohesionan a la sociedad y dan fuerza al espíritu colectivo. Rubén, el humanista, enseñó el valor del diálogo y la tolerancia, y cultivó el respeto a la pluralidad”, subrayó el funcionario universitario.
Fue, asimismo, “un dique ante aquellos que consideran que la vida moderna depende de la racionalidad de los mercados y el éxito del culto a la acumulación de bienes materiales. Él reivindicó y promovió el valor de lo humano, de aquello que enriquece y enaltece a las personas, de lo que engrandece al ser humano aunque no tenga trascendencia comercial”.
Antes, Tania Saavedra Ortega dio cuenta de las palabras de René Avilés Fabila, quien aseguró que la obra poética de Bonifaz Nuño “es épica de lo cotidiano”, al dejar constancia de sus penas y de las nuestras.
“Pocas veces en la literatura en castellano alguien ha tomado por nosotros la voz y ha dicho con belleza extrema lo que queríamos decir”, sentenció el escritor, cuyo discurso fue precedido por el de Rafael Tovar y de Teresa y el del director del Fondo de Cultura Económica, José Carreño Carlón.
Por su parte, el también poeta Marco Antonio Campos, en voz también de Daniela Arroio, recordó cómo el homenajeado tuvo serias dudas en optar por la poesía siendo muy joven. Situación que cambió en los años 40 del siglo pasado cuando ganó los prestigiosos Juegos Florales de Aguascalientes, y de que Agustín Yáñez elogió su quehacer.
“Desde entonces, la poesía fue para Bonifaz Nuño viento y luz, ola y espíritu, y le dio tal vez la única libertad en una vida donde no cesaron de perseguirlo las obligaciones. Ya en el amor o en el desamor, el sol central de su poesía fue la mujer, la cual es sujeto y objetivo final de gran parte de los versos que escribió”, subrayó.
“Pero Bonifaz Nuño también cantó en diversos libros a los desheredados de la tierra, a la figura de Simón Bolívar, al sueño que representó la vida diaria del México antiguo, a sus desdichas personales, a la muerte, a la que no se cansó una y otra vez de provocar. En fin, la poesía fue para él una vía, quizás la principal, del conocimiento del mundo”.
Campos se refirió al influjo que la poesía de Bonifaz Nuño ha tenido entre los jóvenes, que encuentran en ella su biografía amorosa de adolescencia, y destacó cómo son muchos los que han aprendido de memoria “Amiga a la que amo, no envejezcas”.
Eduardo Lizalde dio lectura precisamente a los conmovedores versos de aquel poema, “epístola y pendón de todo joven enamorado”.
Fuente: La Jornada