Descarnado, a veces delirante, y bello, muy bello, con una escritura al servicio del conocimiento. Así se podría describir "Palais de Justice", el libro inédito José Ángel Valente sobre el amor, el desamor y su crítica a las instituciones, que sale ahora, catorce años después de su muerte.
Lo publica esta semana Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, cuando se cumplen las condiciones de tipo personal y familiar que impedían su publicación hasta ahora, tal y como lo deseó José Ángel Valente (Orense, 1929-Ginebra, 2000), uno de los poetas y ensayistas más grandes en español del siglo XX.
Así lo explica a Efe el poeta y profesor canario Andrés Sánchez Robayna, albacea literario del poeta gallego y editor de "Palais de Justice".
"Una vez cumplidas estas condiciones -aclara Robayna-, el libro ve la luz tal y como él lo deseó, en un texto que, aunque fue escrito en un periodo de tiempo relativamente largo, que duró hasta el momento mismo de su muerte, fue fijado por él de manera definitiva. Llegó a publicar algunos fragmentos, como testimonio de un tiempo muy difícil para él en el plano íntimo".
Y es que "Palais de Justice" se inicia o toma cuerpo en 1980, en la vida de Valente, bajo la experiencia del proceso de divorcio -"que precedió a la nueva fase de su vida a que aquél dio lugar", escribe Robayna en el prólogo- de su primera esposa.
"Filtración de lo gris en lo gris. Estratos, cúmulos, estalactitas. Grandes capas de mierda, y así de generación en generación. París. Cuánto tiempo te hemos amado bajo los puentes donde ninguno habíamos estado...". Así comienza "Palais de Justice", un libro que tiene un papel central en la obra del poeta y ensayista gallego, en opinión de Robayna.
"Es un texto de madurez -dice-, de su periodo final, en el que tantas cosas aparecen sintetizadas o resumidas. El poder del amor, el significado de las instituciones sociales, la función de lo que Foucault llamaría lo 'biopolítico'y su influencia sobre la esfera de la individualidad".
"El relato tiene momentos profundamente líricos -continúa-, y otros profundamente críticos y hasta satíricos. Todo eso da una clara idea de las distintas dimensiones de Valente como escritor, porque son dimensiones que también aparecen en su poesía".
Esta "nouvelle" tiene un tono de desgarramiento interior, tiene una huella y una presencia constante de Kafka, uno de los escritores favoritos del poeta, "algunos fragmentos del original vienen acompañados de notas sobre textos de Kafka", subraya Robayna.
Pero también podría sentirse el olor que deja la fuerza de la palabra como látigo de Céline, "sobre todo en relación con cierto tono desesperado y virulento", aclara el editor.
"Señores, los aquí sentados dicen desamarse, haberse desamado, haber destruido entre ellos los amasijos del amor. ¿Quién es el culpable? El que lo diga antes, el que lo demuestre con más sólidos testimonios recibirá un cordón de oro que se transformará en serpiente, que se transformará en buitre, que se transformará en halcón...", escribe el autor de "Fulgor".
Pero este libro no es la crónica de un divorcio de Valente, el poeta, miembro solitario y singular de la generación de los 50, el ensayista, traductor, crítico y uno de los pensadores más renovadores y crítico con el mapa intelectual español; sino un conjunto de máscaras de un personaje, un relato donde se confunden "autobiografía y ficción".
Un texto que se anticiparía al centro de la actual literatura, donde se desdibujan los limites entre realidad y ficción, y donde se ficcionaliza la propia biografía, como muestran algunos autores como Enrique Vila-Matas, Marta Sanz o el exitoso autor noruego Karl Ove Knausgard.
"Valente fue siempre un gran lector de narrativa, clásica y moderna. Lo muestra el conjunto de ensayos que dedicó a diferentes novelistas, y es poco sabido, además, que Valente quiso en su juventud escribir una novela, "El encuentro".
También escribió algún cuento en los 50 y dos libros de narraciones, 'El fin de la edad de plata' y 'Nueve enunciaciones.
'Palais de Justice' es el remate de esa pasión por la narrativa", concluye Robayna.
(Agencia EFE)