Fuente: elnuevodia.com
La laguna del Condado es su patio. Muchas cosas le ha regalado a la poeta Mayrim Cruz Bernal esa parte de su casa, pero una motivó este nuevo poemario, Cielo pájaro nuestro.
“A veces, en las tardes de verano se forma un cúmulo de nubes en el cielo y se van. Cielo pájaro es eso, lo fugaz, todas las cosas que se van: el amor, los hijos, la casa que es uno misma. Es una poesía cuya energía viene de la angustia”, revela Cruz Bernal sobre el trabajo publicado por la editorial Senderos Editores.
La poeta toma prestadas palabras de Fernando Pessoa para insistir en la vinculación de la poesía con la angustia.
“En este libro, en el que hago un montón de experimentos con la palabra y los espacios, mi escritura no deja de ser agónica, no deja de hablar de los temas existenciales y de la angustia de existir”, cuenta Cruz Bernal sobre el trabajo que acumula casi diez años de labor.
Ya la publicación se ha presentado en Arequipa, Buenos Aires, Montevideo, Bogotá y Cartagena. Para un lector que desconozca el trabajo de la boricua, Cielo pájaro nuestro le confirma –a juicio de su creadora– que “esta mujer escribe desde la confesión a sí misma”.
“Escribe desde el dolor de saberse existiendo y separada de quién sabe qué”, dice.
“Porque este libro tiene que ver con ese sentido de estar aislada, de sentirte en la más profunda soledad aun a pesar del amor que puede estar a tu lado, de los amigos solidarios. Yo me siento muy querida y aceptada en Puerto Rico y en Latinoamérica”, propone.
Versos del árbol
Cruz Bernal indica que cual “mamushka rusa”, el poemario también acoge otro poemario de temática y manufactura distinta: Árbol de patio.
“Nació en diciembre del 2011 y es un diálogo con la poeta Isabel Freyre y su libro Caleidoscopio informe. Recuerdo que al leerlo pronostiqué el fracaso del que en ese entonces era un nuevo amor y en esas madrugadas de diciembre escribí el libro. Los poemas rememoran el árbol de mangó en la casa de mi abuela en Mayagüez”, comenta.
Dicha porción del texto le provoca orgullo especial debido al cambio de estilo.
“Escribo poemas largos y esos son cortos y respiran en la página”, afirma la escritora que brinda talleres de memorias, autoficción y literatura confesional, entre otros géneros.
Este año, la editorial colombiana Los conjurados publicará su libro de microrrelatos Pequeños mundos del submundo, en cuyas páginas nacieron los “emaljungas”, una especie de monstruos del interior.
“Quién sabe, tal vez crean un mundo mejor. Me he divertido muchísimo con ese libro, no tiene la agonía de la poesía que hago”, reconoce.
También acepta que la escritura es su misión de vida. “Mi vida no se separa de la literatura”, propone.
“He dicho y reitero que tengo un matrimonio con la poesía y que todo lo demás es adulterio. Mi fidelidad es con la poesía, que es mi patria verdadera”, acaba como resolviendo el gran dilema de su vida.