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Diciembre de 2006 es una fecha negra para el país: desde que Felipe Calderón declarara la "guerra conta el narcotráfico" se desplomó la seguridad en nuestras ciudades.
En Ciudad Juárez, famosa por ser bastión hacía tiempo de la violencia de género, las muertes se acumulaban en un número tal que cada día no bastaban los dedos de una mano para contarlos.
Entre los poetas avecindados en esta ciudad fronteriza, al menos hasta el 2011 que se mudara a San Luis Potosí, se encontraba Jorge Humberto Chávez, ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2013 por su libro ''Te diría que fuéramos al río Bravo a llorar pero debes saber que ya no hay río ni llanto''.
Como hace ver el poeta tapatío Ángel Ortuño al presentar al invitado al Salón de la Poesía, Jorge Humberto "no pretende decorar ni edulcorar una realidad atroz en su libro galardonado, que mantiene un lenguaje propicio para el diálogo respecto a la condición social vivenciada en la frontera por los juarenses.
En su conversación con Ángel y el público, Chávez compartió que el ejercicio de composición de este libro en particular le llevó a una previa y sesuda reflexión sobre los asuntos que trataría y cuáles serían los recursos retóricos adecuados. Y en realidad, la lectura de los versos transcurría sin que nos diéramos cuenta de esos recursos: desaparecían ante el golpe seco de una realidad abrumadora en los oídos.
La distancia de su ciudad natal, al residir en San Luis Potosí −como hizo notar el poeta Daniel Bencomo en una de sus preguntas− llevó al autor a llevar "una relatoría de casos desagrdables, a diseñar un verso que dejara constancia de esos temas", en gran parte deudor del efecto de inmediatez de la crónica periodística.
Sin duda ha sido ésta una de esas lecturas en el Salón de la Poesía que quedan resonando no sólo en el cerebro: es una poesía en muchos sentidos indefinible, puesto que en lugar de atraer la atención hacia sí, enfoca una tragedia nacional que se ha aminorado en la actualidad, pero que no deja de actuar y de ejercer a través del miedo un comportamiento de los ciudadanos dominado por la desconfianza.
Jorge Humberto Chávez, un tanto impaciente con respecto a la terminación de la lectura, declaraba que era a un tiempo dos personas distintas: "uno que gusta de beber con sus amigos, que ha sido feliz y tenido hijos perfectos, ha amado y ha sido amado, y un otro yo muy distinto que es el que escribe libros".
Cada uno de los poemas dejaba un sabor terroso en la boca. Cito los últimos versos del titulado "Cumpleaños": "En el 2006 el amor adelgazó tanto / que apenas una brisa lo podía cruzar / al otro lado de la línea fronteriza / En el año 2006 mi país empezó a adelgazar / la calle y la noche más flacas cada vez / la ciudad crecida de cadáveres".
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