Fuente: letralia
Los restos del poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) fueron exhumados el lunes 8 de abril de la tumba ubicada en Isla Negra, la casa de Neruda frente al Pacífico, en la que reposaban desde 1992, para determinar si murió de cáncer o fue asesinado por agentes de la dictadura pinochetista.
Los restos de Neruda y de Matilde Urrutia, su tercera esposa, fallecida en 1985, reposaban en la misma tumba por expreso deseo del poeta.
Después de varios meses de preparativos, incluida la selección de los expertos internacionales que en unos tres meses deben llegar a una conclusión sobre la causa de la muerte del Premio Nobel de Literatura 1971, el trámite se inició a las 8:15 am y se extendió por una hora y dieciocho minutos, ante la presencia del juez Mario Carroza —quien investiga el caso desde mayo de 2011—, doce especialistas chilenos y extranjeros y familiares del autor.
La lápida estaba a 65 centímetros de la superficie y el cuerpo en una pequeña caja que, a su vez, se hallaba dentro de un ataúd. Los trabajos se realizaron dentro de una carpa para resguardar la privacidad. Se extrajo la urna completa, lo que permitió que los familiares pudiesen estar cinco minutos a solas con el féretro.
La urna salió de Isla Negra envuelta en una bandera chilena y actualmente permanece en un laboratorio del estatal Servicio Médico Legal (SML) en Santiago, que tiene clave de acceso de seguridad y donde se realizarán “todos los peritajes que sean necesarios”, indicó Carroza.
Los especialistas, antes de abrirla, la escanearon con rayos X. Después de los registros fotográficos y audiovisuales, y de los análisis antropológicos y médicos, los técnicos harán una selección de muestras.
Este proceso, según el español Francisco Etxeberria, experto de la Universidad del País Vasco que participa en las pesquisas, determinará “qué dirección toma la investigación, que podría tardar meses”, explicó.
La exhumación se realizó por orden del juez Carroza como parte del proceso iniciado en 2011, cuando fue presentada una querella para esclarecer las causas de la muerte del poeta. “La diligencia se ha ejecutado con éxito y en poco tiempo gracias a las condiciones en que se encontraba la urna”, señaló Carroza.
Mientras se efectuaba la exhumación, familiares y amigos ofrecieron un breve e íntimo homenaje al poeta, acompañados de la orquesta provincial del cercano puerto de San Antonio, que interpretó “El aparecido”, de Víctor Jara.
Algunas muestras óseas de Neruda serán analizadas por un equipo a cargo de la toxicóloga Ruth Winecker, en un laboratorio de la Universidad de Carolina del Norte (EUA), para analizar si contienen toxinas, según confirmaron el viernes 12 de abril fuentes del SML.
Ese día, el sobrino del escritor, Rodolfo Reyes, acudió al SML para reconocer una chaqueta y un cinturón que estaban dentro de la urna, y allí le informaron de que algunas muestras óseas serán enviadas a Carolina del Norte, según explicó a los periodistas. “Lo que queremos es que se tomen todo el tiempo del mundo y que no quede ninguna duda”, dijo el sobrino del poeta.
Para Reyes, “es muy importante que se sepa la verdad (...). Los ojos del mundo están puestos en estas nuevas pericias”, dijo. “Acá no sabían en qué lado estaba Neruda (...), pero Matilde está mirando al mar a la derecha, Pablo al lado izquierdo”, dijo, y precisó que el ataúd de Neruda “estaba intacto, no hubo necesidad de romperlo, sino que con la delicadeza que merece el poeta se sacó”.
El director del SML, Patricio Bustos, informó que con la identificación hecha por Reyes “el tema identificatorio está completamente resuelto”. Sin embargo, este sábado 20 se informó que el Partido Comunista de Chile (PC) —en el que militó Neruda— exigió un examen de ADN para identificar los restos.
El abogado querellante Eduardo Contreras dijo que este examen será “crucial” para comprobar que los restos corresponden a las osamentas del escritor. La falta de certeza del PC se explica por los diversos traslados que sufrieron los restos, ya que primero fueron sepultados en la tumba familiar de un amigo y luego trasladados en otras dos oportunidades, hasta quedar en Isla Negra.
Contreras recordó el llamado “traslado de televisores”, nombre código que aplicó la dictadura para el desentierro de restos de víctimas del régimen militar que habían sido sepultados en fosas ilegales, para ser luego dinamitados y tirados al mar. Según la parte querellante, el SML se negaría a realizar las pruebas de ADN para una cabal identificación de las osamentas.
El abogado explicó que lo más importante en los análisis será encontrar la presencia de tóxicos y se lamentó de no contar con “fichas clínicas o biopsias que podrían haber ayudado a avanzar en el ámbito pericial y judicial”.
En 2011, el ex chofer y empleado de confianza del poeta, Manuel Araya Osorio, denunció que el escritor había sido envenenado por la dictadura de Pinochet mientras estaba hospitalizado. Esto condujo al Partido Comunista a interponer una querella y a que la justicia abriera, en consecuencia, la investigación.
Neruda: enigma.El magistrado Carroza, por las contradicciones y dudas que permanecían abiertas después de dos años de trabajo, en febrero pasado determinó realizar la exhumación.
Neruda murió en la Clínica Santa María, de Santiago, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende.
En un extenso escrito, Contreras indica que el cáncer de próstata que padecía Neruda estaba bajo control en septiembre de 1973; “en ningún caso estaba en estado terminal”, dice.
La querella apunta a la responsabilidad que pueda tener el personal médico de la clínica. El certificado de defunción indica que Neruda murió a causa de complicaciones derivadas del cáncer, y precisa que tenía “una caquexia” (extrema debilidad muscular, fatiga y desnutrición).
Contreras añade que los registros médicos han desaparecido de la Clínica Santa María, pese a que legalmente deben ser conservados durante 40 años. Por esa razón no hay constancia de una inyección con sedantes que se le habría inoculado a Neruda horas antes de su muerte.
El episodio, sin embargo, quedó consignado en los artículos publicados por los diarios La Tercera y El Mercurio, que el 25 de septiembre de 1973 informaban sobre el deceso. En ambas notas periodísticas, que pasaban por la férrea censura impuesta por los militares y cuya fuente era la propia clínica, se indica que la inyección le fue aplicada en el abdomen del poeta para mitigar los dolores. El sedante le habría provocado un shock que derivó en un infarto.
Días antes, cuando el 19 de septiembre era trasladado a Santiago —ocho días después de la muerte de su amigo Salvador Allende—, Neruda ya había tomado la decisión junto a su mujer, Matilde Urrutia, de exiliarse en México. De hecho, el embajador mexicano en Santiago ya había informado a Matilde Urrutia que el avión que llevaría a Neruda ya estaba dispuesto por su gobierno.
A los problemas con su próstata, que le tuvieron retirado de la vida pública varios meses antes, se sumó una fuerte depresión y decaimiento que se acentuaba cada vez que conocía detalles del golpe militar, la represión y la suerte de sus amigos que estaban en prisión o eran asesinados, como el cantautor Víctor Jara.
El Partido Comunista sostiene que habría sido un gran problema para la Junta Militar de Augusto Pinochet que Neruda denunciara los crímenes desde el exilio.
El poeta era un militante destacado del Partido Comunista que cedió a Allende la candidatura presidencial de la izquierda en 1970, fue un combativo senador que no dudó en pasar a la clandestinidad cuando su partido fue declarado ilegal a mediados de los años 40, momento que aprovechó para escribir su Canto general.
Inagotable viajero y refinado diplomático, Neruda tenía un ganado prestigio internacional que necesariamente sería molesto para los militares golpistas. La querella criminal recuerda que la represión de la dictadura de Pinochet traspasó fronteras con el Plan Cóndor y asesinó al general Carlos Prats en Buenos Aires y a Orlando Letelier en Washington.
Los querellantes también recuerdan que la Clínica Santa María, donde murió Neruda, es la misma donde el ex presidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado en 1982, como quedó comprobado en el proceso judicial. El líder democristiano, que encabezaba la oposición moderada a Pinochet a inicios de los años 80, fue envenenado con toxinas.
Las dudas sobre las causas de la muerte de Neruda son abundantes, aunque la fundación que lleva su nombre y que administra todo el patrimonio que dejó el poeta ha actuado con cautela ante las investigaciones judiciales y ha estado distante de la querella del Partido Comunista.
Durante la exhumación actuaron como testigos el presidente del PC, Guillermo Teillier, el abogado Contreras, el chofer Manuel Araya, familiares del poeta y representantes de la Fundación Pablo Neruda.
Araya, cuyas declaraciones originaron el proceso, dijo tener “fe y esperanza en que la justicia llegó” y consideró la exhumación como “clave” para llegar a la verdad. “A Neruda se le inoculó una inyección el 23 de septiembre (de 1973). Si no le hubieran puesto esa inyección, Neruda no muere”, insistió el ex chofer, convencido de que el poeta fue asesinado.
“Tenía que viajar el día 24 a México y el 23 se le inocula esta inyección y fallece seis horas después. Además, la coincidencia de que a mí me mandan a buscar un medicamento y me llevan detenido y dejan a Pablo Neruda solo. Hay evidencias suficientes de que Neruda fue asesinado”, remarcó.
El 3 de abril, a través de un comunicado, Araya había manifestado sus reservas respecto al equipo que realizaría la exhumación. El antiguo chofer del poeta opinaba entonces que el doctor Germán Tapia, uno de los miembros del equipo por el SML, debería haberse inhabilitado por emitir una opinión previa, ya que hace un año elaboró un informe, a petición del juez, en el que consideraba que no había elementos suficientes que pusieran en duda que el poeta murió de cáncer.
Araya también cuestionó que en el equipo participen el director del SML, Patricio Bustos, y el subdirector administrativo, Cristián Díaz.
Del lado de la familia del poeta también hubo críticas al procedimiento. Otro sobrino de Neruda, Bernardo Reyes —hermano de Rodolfo—, manifestó el 8 de abril a CNN Chile sus dudas respecto a que agentes de la dictadura pudieran haber desarrollado, doce días después del golpe, los mecanismos para asesinar al poeta mediante una inyección letal.
“La dictadura no tuvo que ver en ese proceso. El proyecto Andrea, que lo desarrolló el Ejército de Chile con ayuda estatal, empezó a desarrollarse, de acuerdo a las declaraciones de Michael Towley, el año 76”, advierte Reyes. “Antes de eso, entre el 73 y el 76 no hubo un solo crimen que se haya producido mediante prácticas de inyecciones letales”.
El proyecto Andrea permitió a la dictadura fabricar gas sarín para usarlo como arma en contra de sus opositores y en él participó el estadounidense Towley, un ex agente de la CIA que actualmente vive en Estados Unidos acogido a un programa de protección de testigos.
Reyes, quien además es biógrafo de Neruda, criticó al PC por haber pedido, 38 años después de la muerte del autor de Residencia en la Tierra, la apertura de la investigación.
La exhumación se inició a las 8:15 y se realizó dentro de una carpa para resguardar la privacidad.Del PC “nunca me llamaron ni por teléfono. ¿No hubiese sido interesante que yo les hubiera dado algunos antecedentes, les hubiese refutado algunos argumentos y reafirmado otros? Me parece que cuando quiere destacarse una verdad omitiendo todas las versiones es notorio”, declaró Reyes.
“De esto se ha hecho un circo, del cual no deseo ser parte”, añadió el sobrino del poeta, quien dijo que no volverá a hablar en televisión y consideró que “esta mancha que quedará en la historia de quienes la han construido, independiente del resultado, va a costar sacarla de encima”.
Sus sobrinos son los familiares más directos que han sobrevivido al poeta, porque Neruda sólo tuvo una hija con su primera esposa, pero la niña falleció a los 8 años de edad.
Los expertos forenses que participan en la investigación tendrán que concentrarse en dos cosas. Primero, buscarán evidencias del cáncer en los huesos del poeta. En caso de encontrarla, probarían que la enfermedad estaba en una etapa avanzada, lo que apoyaría, aunque no probaría, la teoría de que murió a causa de ese mal.
“Se supone que Neruda tenía cáncer de próstata. Esta enfermedad muchas veces hace metástasis en los huesos, así que es posible que descubramos qué tan avanzada estaba la enfermedad”, explicó Gloria Garrido Varas, antropóloga chilena que es parte del equipo de exhumación. “La facilidad para encontrarlo también va a depender de qué tan bien estén conservados los huesos después de tantos años”, añade.
En segundo lugar intentarán identificar signos de toxinas, cuyo descubrimiento daría peso a la teoría de que fue asesinado por envenenamiento. “Lo difícil de determinar si hay rastros de veneno es que no sabemos qué tipo de veneno estamos buscando. Dependiendo de eso, la cantidad utilizada y el número de dosis implicadas, será más o menos difícil identificarlo en el análisis”, señaló Garrido.
Sin embargo, afirma la experta, pese a las dificultades y a que han transcurrido 40 años desde su muerte, todavía es posible encontrar evidencias en los restos a través del análisis toxicológico. “Confío totalmente en que tenemos las habilidades científicas para llevar a cabo el proceso correctamente, no sólo porque contamos con una unidad médica de alto nivel, también porque hay muchos expertos externos colaborando en el proceso, toxicólogos estadounidenses y españoles”, dijo.
Frente a dudas de por qué es tan importante el proceso de exhumación, teniendo en cuenta que gran parte de la familia del fallecido está convencida de que murió de cáncer, la doctora Garrido opina que “la historia médica de Neruda sigue siendo un misterio porque nunca han logrado encontrar los historiales médicos. Mientras prevalezca la duda, la exhumación se justifica”.
Para el abogado Contreras, “no se trata sólo de la pericia científica, que por cierto ayudaría mucho, sino de las extrañas circunstancias reveladas en el proceso, contradicciones, doctores que no existen, fichas que no aparecen, que se han perdido”, dijo. “Los aparatos de inteligencia (de los militares) ya estaban actuando desde los primeros días tras el golpe”.
“A la muerte de Allende y Víctor Jara se suma la de Neruda, que era todo un símbolo de la época. Por lo tanto, habrá que buscar en el entorno de la dictadura y de la Clínica Santa María”, concluyó.