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Es probable que la vida y muerte de una de las voces más leídas de la poesía en habla hispana, la de Pablo Neruda, tenga un significado alterno, al conocerse los resultados de la exhumación de su cuerpo. El pasado lunes, en menos de una hora, un equipo forense extrajo y trasladó sus restos de la casa-museo en Isla Negra, Chile, para determinar si en realidad murió de cáncer (en 1973), o si fue asesinado mediante una inyección letal. Su crítica hacia la dictadura de Augusto Pinochet brindaría un motivo político para cuestionar la naturaleza de su muerte 40 años después.
La teoría de asesinato surge, en parte, a la cercanía de Neruda con el presidente chileno Salvador Allende. “Tengo la impresión de que uno, después de su ciclo vital terrestre, debe descansar en paz, sin que lo hurgueteen, lo entierren y lo desentierren. Pero entiendo que existen dudas razonables acerca del final del poeta y, en definitiva, debe prevalecer la verdad”, afirmó, en una entrevista con El Clarín de Chile, el diplomático e historiador Abraham Quezada.
Neruda y Asturias
El literato suramericano compartió, más allá de únicamente su quehacer lírico o convicción política, con el también Premio Nobel Miguel Ángel Asturias: sus experiencias gastronómicas fueron recopiladas en el libro Comiendo en Hungría (publicado en Guatemala, por Editorial Cultura, en 1996 y 1999), del cual Giuseppe Bellini, especialista en literatura hispanoamericana, sostuvo: “Es un libro disfrutable y moralmente peligroso, por su capacidad de despertar en uno la tentación de la gula. Y el mejor comentario sobre el mismo viene del propio Pablo Neruda: ‘Si hay libros felices (o libracos, librejos, librillos), este es uno de ellos. No solo porque lo escribimos comiendo sino porque queremos honrar con palabras la amistad generosa y sabrosa’”.
Vidas múltiples
Hombres y mujeres por igual pueden encontrar en los poemas que Neruda le escribió a la actriz y cantante Matilde Urrutia, con quien mantuvo una relación clandestina antes de casarse con ella en 1966, una dinámica apasionada e idealizada.
La viuda de Neruda, quien falleció en 1985, es su musa más conocida (Lea Matilde, su gran amor). Francisco Alejandro Méndez, narrador y crítico literario guatemalteco, comenta sobre la figura de Matilde y su vida con el poeta: “Algunas veces pueda ser que la relación no sea la mejor del mundo y en el poema, cuento o novela, sí lo sea. Un escritor no necesariamente escribe sobre su vida, sino sobre sus vidas posibles y creo que allí radica la idealización del lector frente a un nombre”. Como dato curioso o guiño literario, Méndez tiene una hija llamada Matilde.