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El poeta del amor contra las sombras, el canillita de la Opinión del Sur y El Comercio o el tipógrafo de la imprenta de la curia, para señalar parte de la vida de un poeta de viejo cuño, del poseedor de una métrica perfecta y una bella armonía que coquetea con la luz de la libertad y la dulzura del amor.
Dice el poeta que, en su tránsito por la secundaria, allá en el centenario Bernardo Valdivieso, pudo impresionar con inusitada pertinencia y una excelente narrativa a su Maestro, un hombre al que aún, en su ausencia física, lo recuerda como Don Emiliano, hombre de un gracejo muy particular, amante de las letras, la poesía y la música, el Profesor Emiliano Ortega, quien lo alentó para que hoy sea un triunfador de la vida, de las letras, del amor por su familia y de su entrañable Loja.
He saboreado las mieles de su poesía y con su ejemplo pude borronear alguna cuartilla, todos aprendemos del Maestro, del amigo, del hombre de voz pausada y elocuente, de mirada firme y profunda sinceridad; me refiero al Ing. Alfredo Jaramillo Andrade, hombre impoluto de fino pensar y elegante decir, dos cosas que muy pocas veces se conjugan en una sutil armonía, dos cualidades que son únicas de hombres infinitos, de pensadores probos y lojanos excepcionales.
Leo y releo una cuartilla que dice: [...]" Comarca de misterios cultivada/ y habitada de luz para el anhelo/ transubstancial y único/ de la espiga y el germen/ lo que faltaba era densidad y sutileza "[...] y resumo desde estos versos el exquisito lenguaje lírico que ha caracterizado su obra y su poesía.
La obra de Jaramillo Andrade es inmensa, así de grande como su amor a Loja, por ello es fundamental que transcriba una parte de esa fidelidad que en su obra Canto de Amor a Loja / Centinela y Heroína, nos dice: [...]"Azules los cerros cortan/ tajadas de azul zafiro; / y el astro intenta desnudo/ cruzar un muro de espinas.// Savia que alienta y conspira,/ no por la muerte del lirio;/ custodia en altar de roca/ con cruces de estrellas finas.// Desde esa ventana azul/ contempla Dios tu latido. / Ciudad Centinela en brazos/ de tus pensadores libres." [...]
En la cosecha de la vida, en la lucidez de su producción científica y poética, en ese remanso de paz que le ofrece su inmensa obra y el entorno familiar y cultural del cual ha sido su principal mentor, quiero evocar su particular amor por los niños, pues así lo testimonia su obra: "Los bajitos pintaron las flores", en la cual aflora la esencia de la timidez, de la delicadeza frente a la fragilidad de un ser que inicia su tránsito por la vida. Alfredo Jaramillo es un hombre total y es nuestro, de la campiña lojana. Gracias Maestro que Dios siempre disponga en su alto navegar: ...buen viento ...y buena mar.