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Agustín Fernández Mallo: "No hay nadie que escriba de la nada"

Fuente: http://www.revistagq.com/actualidad/cultura/articulos/agustin-fernandez-mallo-ya-nadie-se-llamara-como-yo/22688

La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Lo dijo por primera vez Mijaíl Lomonósov y es una ley física incuestionable desde mediados del siglo XVIII. Algo parecido sucede con la creación del autor coruñés Agustín Fernández Mallo, que muta con facilidad pasmosa entre los estados sólido (narrativa), líquido (poesía) y gaseoso (ensayo) desde que decidiera colgar su bata de físico a finales de los 90 en favor de las letras. Este mes, adecuándose a la segunda de las vertientes referidas, llega a las estanterías españolas con ‘Ya nadie se llamará como yo’, una antología poética con que Seix Barral ha tenido a bien honrarle.

La madurez de las temáticas tratadas ha crecido de manera directamente proporcional a la paulatina batida en retirada de referentes pop. Es la manera de adaptarse al medio que ha encontrado el abanderado del Movimiento Nocilla, efímera generación literaria de la que pocos aparte de él han sobrevivido.

GQ: Cuando te entrevistamos hace dos años con motivo de la compilación Nocilla en Alfaguara nos dijiste que aquello significaba que tu obra tenía una cierta importancia dentro de la narrativa española. Que Seix Barral haga lo propio ahora con tu producción poética, ¿significa que has alcanzado una bicefalia memorable de dos maneras distintas?
Agustín Fernández Mallo: Puede ser. Que Seix Barral, que solo publica dos libros de poesía al año (de gente supuestamente mucho más importantes que yo) quiera compilarlo todo se supone que significa que para ellos es una poesía digna de conservarse, por lo que estoy muy satisfecho. Se puede decir que donde haya llegado ha sido por dos vías, que en realidad son la misma. Para mí todo viene de la poesía. Las novelas, las ideas y hasta mis ensayos vienen de ahí, porque son poemas disfrazados de ensayo.

GQ: Todo parte de poesía pero abarcas todos los géneros referidos aparte de letras de canciones. Cuando estás en tu despacho y te pones a escribir, ¿en qué momento y cómo decides el compartimento en que archivarás la creación presente?
A.F.M.: Es muy difícil. En el caso de la narrativa, cuando veo que el libro tiene una vocación de unión, de cerrar algo, por abierto que quede, y así pasa a tener denominación de novela. Si no me importa que se cierre o no, adquiere nomenclatura de poesía. En cuanto al ensayo, la palabra lo dice; no se refiere en nada a lo académico, sino que estás ensayando cosas (ensayando poesía).

GQ: Dentro de muchos muchos años, cuando ya no estés, ¿cómo quieres que te recuerden en tu epitafio? ¿Como científico, como poeta o como narrador?
A.F.M.: Si dices “como poeta” quedas ampuloso y rimbombante. Lo mismo pasa con “científico”. Me inventaría alguna palabra.

GQ: ¿Mezclador de géneros?
A.F.M.: Eso me gusta más, apropiacionista. El que se apropia.

GQ: Tiene mala prensa el apropiacionismo. Por meter fragmentos de la Wikipedia en ‘El mapa y el territorio a Houellebecq le afearon el Goncourt. A ti te retiraron ‘El hacedor de Borges (Remake)’ de las librerías... En literatura, por lo general, se cierran puertas a algo que en la música se ha valorado mucho, como es el mestizaje.
A.F.M.: En la música y también en las artes. Tú vas a cualquier bienal de arte de cualquier sitio y no se concibe ninguna obra sin las huellas claras y las marcas de otros que estuvieron antes, y eso ya es un género en sí mismo. En la literatura esto va más retrasado y, cuando lo intentas, muchas veces no te dejan. En realidad, menos el incidente con Borges, todo lo que he hecho es así: producción propia más cosas apropiadas, y creo que nunca nadie me lo ha afeado. Más o menos me han ido aceptando. Hay gente que no entiende la creación contemporánea. No hay nadie que escriba de la nada. De la nada solo escribe Dios, en caso de existir.

GQ: Han llegado a describirte como “autor en el eje de la nada”. Desde que descubrimos en 2013 que la nada está llena de cosas, ¿te han dejado sin trabajo?
A.F.M.: Efectivamente, desde que aparece el Bosón de Higgs, el vacío ya no es lo mismo que la nada. Es el vacío el que está lleno de partículas y no existe, así que es un concepto que ya no se puede acuñar como sinónimo de la nada. Es interesante cómo, a partir de la ciencia, el lenguaje se desdobla y se crean dos conceptos. Los científicos han creado lenguaje porque el vacío ya no es lo que era, y eso es una cosa muy llamativa para mí.

GQ: Que el vacío ya no esté vacío es esperanzador, ¿no?
A.F.M.: En cierto modo, sí, pero cuando sabes que ese vacío está lleno de fluctuaciones que aparentemente no tienen sentido, de partículas virtuales que aparecen y se extinguen sin casi poder medirlas, te preguntas de manera pesimista por el sentido de ese microuniverso que hay ahí. En principio parece que no va a ningún sitio, aunque luego, por supuesto, va a algún sitio porque da lugar a la masa. Sin embargo, hay algo raro en esa sopa (microsopa) de azar que puede llegar a ser inquietante.

GQ: Volviendo a la poesía de la nada y circunscribiéndonos a la máxima de Bécquer (“Poesía eres tú”), recitarle a alguien un poema tuyo, ¿computaría como insulto? (“Eres la nada”).
A.F.M.: [Sonríe] Pero es que yo no creo que la poesía sea la nada... Para mí la poesía es la interacción compleja de diferentes partes que antes estaban totalmente desconectadas o alejadas y que el poeta conecta a través de la metáfora. Puede que antes fueran la nada, pero si tienes la sensibilidad o estás en estado de gracia puedes empezar a ver poesía en ciertas partes, en los lugares más extraños. Es lo que me interesa de la poesía: cuando trabaja en las fronteras o en los lugares no poéticos.

GQ: Entiendo que existe una provocación al poner una nota al pie de un poema. Un género vocacionalmente críptico con este tipo de acotación (pones dos en el nuevo poemario), ¿tiene que ver con cierta iconoclastia?
A.F.M.: Posiblemente, pero yo no lo veo como una provocación, al menos premeditada. Me parecía que estéticamente quedaba potente, que le daba otra sustancia al poema, pero nunca con vocación provocadora. De hecho, me molesta mucho la gente provocadora porque su actitud me resulta impostada.

GQ: “Con las yemas de los dedos amplío y reduzco tu imagen en la pantalla”, uno de los versos más sugerentes de ‘Ya nadie se llamará como yo’, es a la vez uno de los mayores piropos que le puedas decir a alguien en la actualidad.
A.F.M.: Y continúa: “También vi una vez a un panadero amasar una mezcla de cereal y agua”. Pensé en esa imagen que muchos repetimos con las fotos del móvil y me pareció flipante. La importancia que tiene para ti esa persona tiene que ver con la atención que le dedicas y cómo la moldeas. Es una imagen importante en el libro. Es un acto de amor verdadero

GQ: O de obsesión verdadera...
A.F.M.: Como lo quieras llamar, o según casos. De todos modos, creo esa imagen es bonita e interesante, por insospechada.