Poesía, música e interpretación protagonizaron ayer un acto, programado por la Asociación Cambium, que recordó, con ánimo de hacer homenaje, memoria y llamada de atención, a las personas que pasaron por los campos de exterminio
La Asociación Político Cultural Cambium celebró este lunes, con la agradecida y enriquecedora implicación ciudadana desde el ámbito de la poesía, la música y la interpretación, una fecha tan señalada como el 80 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, una cita con el homenaje y la memoria que sosteniéndose fundamentalmente en la poesía fue mucho más allá de esa forma de sentimiento convertida en verso.
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José Antonio Navarro, vocal de Cambium y organizador del acto, titulado 'Poesía después de Auschwitz . Lectura de poemas contra la barbarie', explicó que habían decidido sumarse a la celebración del 'Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto' declarado por la Unesco por entender que «esta propuesta tiene una lectura simbólica muy potente, que nosotros hemos querido realizar a modo de un acto de memoria y de compromiso moral con lo que pasó entonces... y que esperemos que nunca más vuelva a pasar».
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La elección de la poesía como eje central del acto, añadió, tiene su razón de ser en que «es un lenguaje muy apropiado que permite unir elementos sensoriales a las que se unen las emociones, como por ejemplo que en alguna poesía se hable de a qué huele el humo, un elemento sensorial que tiene una carga emocional importante, y en el que también caben, por supuesto, la racionalidad, el pensamiento».
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A la hora de dar ese protagonismo a la poesía, siguió explicando Navarro, «hemos participado en un debate a partir de la famosa frase de Adorno en la que creyeron que decía que no era posible hacer poesía después de Auschwitz», tomando en cuenta reflexiones de especialistas en su obra, como Blanca Muñoz, que «vienen a afirmar que lo que dijo Adorno exactamente es que la poesía relacionada con el holocausto se podía cosificar, y él habla de la palabra cosificación en el sentido de banalización, de mercantilización, de que en los años 50 se corría el peligro de que esa poesía perdiese toda su capacidad memorialística».
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Desde la perspectiva de que «sí es posible escribir poesía después de Auschwitz», el acto de ayer tuvo «no solamente mucha y buena poesía sino también música e interpretación, convertido todo ello en memoria, emoción y llamada de atención para que aquella tragedia no se repita nunca más».
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tres bloques. El acto dividió su contenido en tres bloques enlazados entre sí, comenzando todo ello con la lectura de los nombres de los 31 abulenses que pasaron por campos de concentración y de los pueblos a los que pertenecía y continuando con la interpretación por parte de jóvenes estudiantes de Bachillerato –Javier Yuste, Mateo Varas, Victoria Nedyakkova, Emma García, Sara Gómez, Magali Parra, Marta Rodríguez y Pilar Rodríguez– de poesías de Primo Levi (Si esto es un hombre), Paul Celan (Simiente de lobo) y de la poeta polaca-gitana Papusza.
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El segundo bloque tuvo como protagonistas a once poetas de Ávila que recitaron poemas escritos específicamente para la ocasión (Julia Bermejo, Ester Bueno, Julio Collado, Jesús Gascón, Belén Jiménez, Cristóbal Medina, José Manuel Oca, M. Rafael Sánchez, José Luis Sánchez, José María Sanz y Daniel Zazo).
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Entre esas dos partes sonó la música, otro lenguaje lleno de emoción, que corrió a cargo de Jan Bliek con la interpretación de la obra The iron age.
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Por D. Casillas