Nosotros los mayores, y la Poesía 38. EL EFECTO MARIPOSA

Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/nidopoesia.php/2015/02/06/nosotros-los-mayores-y-la-poesia-38-el-e

Auspiciando mi propio provecho de mayor de 79 años, y sospechando posible satisfacción y ayuda para contemporáneos amantes de la poesía, me fui perdiendo por las páginas líricas de la voluminosa "Obra poética" de Leopoldo de Luis, especialmente del Tomo II, escrito con veterana lucidez.

Por sonoros y húmedos rincones de aquella espesura fui descubriendo importantes versos que me dispongo ya a reproducir en su belleza y elementalidad.

Pero será conveniente informar del autor, señalado por Fernando Díaz de Castro como una de las mejores voces de la reciente poesía, "siempre contenida, grave y profunda, de vuelo imaginativo ceñido por la palabra melodiosa y sobria y por el pensamiento sereno."
El "efecto mariposa" suele concretarse en el siguiente aforismo:"el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York". Se trata, más o menos, del fenómeno interactivo en un determinado sistema, donde la más mínima variación de un elemento, puede provocar perturbaciones notables en el conjunto. Podíamos hablar, en el plano religioso, de la Comunión de los Santos como de un ecosistema espiritual de bendiciones y gracias entre los miembros de la familia de Dios Amor.
Ldeluis92
bblanco
El poeta solidario Leopoldo de Luis, al tiempo que, en 1969, daba a conocer la importante Antología de Poesía Religiosa de Alfaguara, publicaba también su imprescindible florilegio "Poesía Social española contemporánea". Hoy, en "La Repercusión" acerca sus versos a nuestra conciencia. De muy lejos, desde cualquier desorden, cualquier injusticia en el plano natural o en el moral, le llegan a su despacho olas de agua o sangre, heridas plumas, lágrimas compartidas, fogonazos de muerte...

LA REPERCUSIÓN

En las costas australes ha sonado
un pequeño estampido. El hielo rompe
sus estatuas y corre un breve arroyo
de agua o sangre en la noche. Yo lo siento
porque mi cuarto un poco se ha inundado.

En las alturas de Asia muere un pájaro
contra la libertad del horizonte
herido por los rastros de metralla
que recorre la guerra. Lo percibo
porque una pluma cae sobre mi mesa.

Llora por las planicies africanas
un niño abandonado con el vientre
hinchado por el hambre que devora
su menuda armazón. Yo me doy cuenta
porque lágrimas mojan mis papeles.

En alguna ciudad de Norteamérica
un aullido final se ha levantado
desde la silla eléctrica que abraza
a un negro y su condena. Yo lo aprecio
por una sacudida de mi lámpara.

Nada se mueve nunca, ni la hoja
de un árbol sin la expresa voluntad
del cosmos conmovido y simultáneo
y se prolonga en sucesivas ondas
hasta herirnos de pronto en nuestra casa.