Si le dijeran a Magdalena Lasala (Zaragoza, 1958) todo el recorrido que llegaría a realizar en sus más de 40 años como artista literaria, quizá podría predecir algo de ello.
La literatura la eligió como una de sus portavoces desde la temprana edad de los ocho años, en un momento en el que ella sentía que su destino “era escribir”.
.
La escritora zaragozana inicia la vista de este 2025 con el recibimiento de un premio de poesía y la próxima publicación de su nueva obra, “La piel del cielo” .
.
Desde ese entonces, no ha parado de dar a luz a decenas de obras repartidas en todo tipo de géneros, entre los que destacan sus 16 poemarios y sus 40 novelas junto a varios ensayos, cuentos y dramaturgias. A través de algunos de sus primeros títulos como “Frágil, sangrante, frambuesa” (1990) o “La estirpe de la mariposa” (1999), junto a otras obras tan icónicas como “Seré leve y parecerá que no te amo” (1993), “La casa de los dioses de alabastro” (2013) o “Jimena” (2020), Lasala cuenta con una trayectoria multidisciplinar a la que no le ve final, teniendo ya varios proyectos en mente para este 2025.
.
Uno de ellos verá la luz en este primer trimestre del año bajo el título “La piel del cielo”. Se trata del nuevo poemario de la zaragozana, cuyos versos le han hecho ganadora del Premio de Poesía “José Antonio Ochaíta” de la Diputación de Guadalajara. Por ello, a la espera de la gala de entrega del premio, que será en este mes de enero en la capital guadalajareña, Lasala ha aprovechado esta entrevista para reflexionar sobre aspectos como esta nueva obra, su vocación por la literatura y, por supuesto, su futuro, al que adelanta como uno lleno de “posibilidades infinitas”.
.
PREGUNTA.- Este 2025 no podría haber empezado mejor para usted, pues ya está a la espera de un premio y la publicación de su nueva obra. ¿Qué supone el Premio José Antonio Ochaíta?
.
RESPUESTA.- Es algo que me da mucha felicidad. Esta es la primera experiencia oficial que tengo a la hora de presentarme a un premio; y encima en este caso, tan prestigioso. El haber trabajado bajo unas directivas, haber dispuesto de un material y haber tenido que estar unos cuatro meses a expensas de la deliberación ha sido un pasaje que he disfrutado mucho. Ahora ya toca esperar por la entrega del galardón y, por supuesto, de la publicación de este poemario ganador, “La piel del cielo”.
.
P.- ¿De qué forma definiría esta nueva obra, “La piel del cielo”?
.
R.- Es una ejecución de poesía muy especial, y muy distinta a lo que he estado habituada. Es un poemario de unas 70 páginas y unos 1.000 versos en total, con el que busco indagar en las claves de la adoración a lo divino reflejado en el cuerpo de lo amado. Todo ello a través de los mitos griegos y el simbolismo que se le daba a las constelaciones en la Antigüedad. Por decirlo de una forma sintetizada, busco reconocer el cometido de los cuerpos celestes a través del pequeño universo que supone un cuerpo humano, o un cuerpo amado. Y, de esta forma, indagar en el conocimiento adquirido a través del amor.
.
P.- ¿Por qué ha decidido bucear en ese campo de conocimiento tan esotérico?
R.- Me considero una admiradora de cómo los griegos antiguos entendían el cuerpo humano. Para ellos, nuestro cuerpo era un reflejo de los ideales divinos, y las constelaciones son un lenguaje que está todavía conectado con la historia mítica. Por ello, he usado referencias míticas dentro de la obra, como un soporte de belleza para experimentar con el lenguaje. Así como para evocar emociones que pueden despertarse en el descubrimiento del amor, como si estuvieras contemplando el firmamento en el cielo nocturno.P.- ¿A través de qué referencias míticas ha desarrollado este poemario?
R.- Algunas con las que más he disfrutado “jugar” han sido las referencias a mitos como el escultor griego. A través de versos como “Llora el callador cada golpe que moldea su alabastro / como lloró Adriano cada palabra que vertía sobre Antino, modelando su alma”. Con esto, trato de representar la sensación de poder que vivía el artista griego al tallar y moldear el mármol. Pero no busca tallar el cuerpo, sino el alma. Porque la grandeza de las esculturas radicaba en el “alma” que transmitían.P.- ¿Buscaban más allá que lo que el plano o la superficie física podía aparentar?
R.- Exacto. Esto también lo aplico con mitos como el del sacerdocio, con el que busco expresar la búsqueda del alma humana dentro de todos los conceptos de lo divino que nuestra cultura puede comprender. Versos como “Ante tu altar elevo mi gozosa plegaria” me permiten enunciar la necesidad de quererse elevar hasta la búsqueda de lo divino. Y con líneas como “Sienten los mortales admiración por lo divino que muestra tu postura silenciosa / Sienten los dioses envidia por no poder acariciar las líneas de tus caderas amansadas” dejo claro que el lector tiene que navegar entre esas dos dimensiones, de lo infinito y del alma.P.- ¿Y no cree que hoy en día se ha perdido esa esencia reflexiva y artística de la Antigüedad, ese impulso de querer conocer más de lo que parecen ser las cosas?
R.- Creo que lo que hay es demasiada vanidad y demasiado ego. Eso es un error, porque un verdadero artista debe entender que es un instrumento que transporta un mensaje. Es curioso, porque ahora hay muchísimas posibilidades de comunicación de una creatividad o inventiva, pero entender el arte como lo que puede llevar a contactar con la divinidad albergada en el ser humano requiere de mucha madurez, de una reflexión y humildad muy consciente. Hay que aceptar el arte como un regalo de tu propia comprensión y mensaje, porque con el ego de por medio, tu mensaje no llegará.P.- De hecho, los artistas parecen estar siempre navegando entre lo físico y lo divino. ¿Cómo recuerda sus inicios desde esa perspectiva?
R.- Mi primer contacto con la literatura fue desde muy pequeña, y yo a los ocho años ya sentía que mi destino era escribir. Empecé escribiendo cuentos y obras de teatro. Después, en mi adolescencia, alrededor de los 14 años, transité a la poesía como búsqueda de una literatura superior a la que yo me sentía destinada.A través de algunas vivencias que no esperaba, llegó un momento en el que creía que solo podía escribir poesía.P.- Es decir, ¿usted tenía pensado quedarse en el campo de la poesía?
R.- Para mí, lo más grande era poder ser llamada “poeta”. A través de algunas vivencias que no esperaba, llegó un momento en el que creía que solo podía escribir poesía. Considero que asumí mi vocación seriamente a partir de los 22-23 años, y estuve publicando poesía hasta que, alrededor de los 29 años, me pidieron escribir un libro en prosa, una novela. Y ya, desde ese entonces, son unos 40 años que llevo en un contacto directo y seguido con la literatura de una manera consciente.
.
P.- Desde ese entonces nació una Magdalena Lasala multidisciplinar, que ha escrito y publicado en, prácticamente, todos los géneros. ¿Siente que haya algo que le falte por hacer?
R.- La asunción de la investigación literaria es el trabajo, no solo el dejarte fluir. Y sí que es cierto que la poesía me ha dado mayor facilidad para “mimetizarme” con el resto de géneros. De todas formas, la innovación surge cuando tiene que pasar. Nunca he sentido que la literatura partiera de mí, sino que yo soy un instrumento de la literatura, un canal con el que una fuerza superior puede trasladarse hasta este mundo y comunicarse a través de mí. Partiendo de eso, creo que son infinitas las posibilidades y no me cierro a ningún formato.
.
Por Álvaro Jordán Berdejo