Fuente: https://www.lasfuriasmagazine.com/linea-blanca-poesia-marta-castano/
La poeta navarra Marta Castaño, que nos enamoró con su primer poemario Diáspora de la mujer pájaro (2021), vuelve a erizarnos la piel con su segundo trabajo: Línea blanca.
Como en una especie de diario de duelo, comparte sin medias tintas cómo ha vivido y sufrido, en primera persona, un aborto espontáneo, así como el posterior duelo gestacional.
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Línea blanca: el diario de duelo gestacional de Marta Castaño
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Con una voz literaria clara y rotunda, transitamos con Marta Castaño las semanas iniciales del embarazo, los primeros signos de extrañeza en el cuerpo, la pérdida, el duelo y el intento de reconstrucción. Un acto de valentía, honestidad y audacia que muestra sin titubeos toda la verdad de un sufrimiento que suele reservarse a la intimidad.
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Las mujeres estamos entrenadas históricamente para lavar los trapos sucios en casa. Para que los dolores y los llantos se queden en la intimidad. Sabemos tapar y curar las heridas sin lamentos, ocultar los problemas, maquillar las ojeras y añadir un poco de colorete para tener siempre buena cara. La publicidad de cosméticos y las revistas de moda nos dan todos los “trucos infalibles” para estar perfectas, aun después de un mal día, aun después de un mal año… Pero los dolores permanecen bajo la base waterproof 24 horas y el gloss de cereza.
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Los dolores de las mujeres
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Los dolores de las mujeres siempre se han hablado entre las mujeres y se viven en el ámbito doméstico, restando, de alguna manera, importancia a ese dolor y normalizando las pérdidas. De esta forma, nos obligamos a que la recuperación sea lo más rápida posible y a que las grietas se muestren de forma disimulada.
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Y dentro de estos dolores nos topamos de bruces con uno de esos temas, uno de esos asuntos entendidos “de mujeres” que han permanecido prácticamente ocultos. Hablamos de la pérdida y el duelo gestacional, un proceso emocional por el que pasan aquellas mujeres (también hombres) que han perdido al bebé que esperaban durante el embarazo, el parto o a los pocos días de nacer. Un proceso de duelo que suele permanecer invisibilizado y por el que las madres suelen transitar en silencio.
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¿Cómo encontrar la salida cuanto todo está oscuro?
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Sin embargo, muchas mujeres comienzan a compartir sus experiencias en torno a la maternidad o la ausencia de ella. También se habla más sobre las múltiples realidades del parto y el posparto, más allá de la visión idealizada, como nos contaba hace un par de semanas la directora y guionista Celia de Molina en esta entrevista,
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Ahora, también la poeta Marta Castaño en Línea blanca, pone luz a otro de esos muchos lugares oscuros que necesitan ser alumbrados para conocer la verdad y ayudar a que otros duelos sean más llevaderos al ser compartidos.
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La poesía de Marta Castaño tiene mucho de onírico, de esa ensoñación en la que necesitamos envolvernos para salir adelante cuando vienen mal dadas. Pero, aunque Marta sigue manteniendo ese toque gótico que tanto nos gusta, su poesía resulta ahora más cruda, todavía más desnuda y desprovista de cualquier artificio para evitar desviar nuestra atención de la verdad de la carne y la emoción.
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Línea blanca: ver la luz después de la pérdida
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Marta Castaño es una de esas poetas que me reconcilia con la poesía. Sus versos tienen varios superpoderes. Consiguen atraparte desde la primera línea, el estilo gótico con reminiscencias victorianas de su poesía la convierten en una poeta atemporal, y su franqueza provoca que te coloques a su lado, que camines con ella por ese bosque otoñal que es su poesía. Logra que compartas su pérdida, que sientas dentro de ti su dolor y que desees, con todas tus fuerzas, que es posible salir del hoyo, que juntas veremos la luz tras la pérdida.
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En la reseña sobre su primer poemario, Diáspora de la mujer pájaro, decíamos que “la escritura de Marta Castaño se siente cómoda entre las sombras, entre los hechizos y el misterio que reina en el bosque, su bosque, que ahora también es un poquito nuestro (…)”, y aunque sigue habiendo mucho de misterio en su relato, Línea blanca sale del bosque; se siente más como un grito en una llanura durante una gran tormenta. Un grito liberador, con los brazos abiertos y la mirada hacia el cielo. El grito sin miedo de quien ha sufrido; de quien quiere salir adelante, pero sin ocultar sus heridas.
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Trato de nombrar con convicción mis sentimientos.
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“Mis pérdidas importan,
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mi dolor importa,
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mis heridas importan”.
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Trato de aprender lo que es la vida sin máscaras.
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¿Cuántas mujeres seré,
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en cuántas voy a convertirme?
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¿Cuántas mujeres seré?
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A lo largo de la vida seremos muchas mujeres diferentes y parte de esas muchas versiones de nosotras mismas se deben a las cicatrices y a las heridas, a esos dolores íntimos de los que hablábamos antes. También a las alegrías, a las personas con las que decidimos compartir nuestra vida, a las buenas y a las malas decisiones, a los caminos tomados que nunca sabremos si habrán sido los más adecuados.
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En Marta Castaño vemos ahora a otra mujer, una que ha sobrevivido a un dolor profundo, pero del que ha salido una obra tan poderosa, especial e imprescindible como es el poemario Línea blanca, que comienza con toda una declaración de intenciones que, a partir de ahora, tomaré como mía: “este es mi lugar; este es mi cuerpo”. El cuerpo que habitamos, el que recibe los embates, pero el que tiene la capacidad de sanar y vivir tantas vidas posibles. Gracias, de nuevo Marta, por tu poesía sanadora y valiente.
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Por Cristina Sierra