Las obras que Federico nunca pudo terminar

Fuente: https://www.elmundo.es/andalucia/2025/03/10/67ceb14fe4d4d82d4a8b458d.html

Una exposición en Granada acoge el listado de trabajos que el poeta tenía previsto escribir, algunos ya empezados y otros de los que sólo se conserva el título.


Lorca y el archivo: memoria en movimiento, la exposición que hasta el 11 de mayo estará abierta en el centro dedicado a Federico García Lorca en la plaza de la Romanilla de Granada, recoge un documento que poca gente conocía: el listado de obras que el poeta tenía previsto escribir. Tenía los títulos y seguro que también los argumentos para cada uno de ellos. Pero le faltó el tiempo que sus asesinos le robaron. De obras como Casa de maternidad o La piedra oscura apenas había comenzado a escribir; de Los sueños de mi prima Aurelia y El sueño de la vida había alcanzado a concluir sendos primeros actos. De La sangre no tiene voz, El poema del café cantante o Caín y Abel solo había un título. Contemplando el listado de obras que Federico tenía pensado escribir nos invaden dos sensaciones: qué belleza literaria no hemos conocido y qué pena negra frente a una vida tan injustamente truncada.
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La exposición del Centro Lorca recupera el fondo documental del poeta desde que lo mataron, la mañana del 18 de agosto de 1936, hasta nuestros días. Es una ingente y valiosísima información. Se han expuesto cuatrocientos sesenta documentos: manuscritos, misivas, infames informes policiales, fotografías, respuestas, homenajes...
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Se exhibe la carta que Isabelita García Lorca, la hermana pequeña de Federico, le escribe a Antonio Rodríguez Espinosa, amigo del poeta, donde le pide que vaya a la casa de su hermano, en la calle Alcalá de Madrid, a recoger cuantos documentos pueda a fin de ponerlos a salvo. Cuando Antonio llega se encuentra en la puerta una nota manuscrita que dice: «En esta casa vivía el poeta Federico García Lorca. Milicianos, respetadla».
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El trabajo más duro y doloroso comenzó cuando Federico fue tiroteado en el barranco de Víznar. Conocida la tragedia, la familia trató de poner a salvo la obra del hijo mayor de don Federico García Rodríguez y de doña Vicenta Lorca Romero. Concha García Lorca, recién fusilado su marido, el alcalde de Granada Manuel Fernández-Montesinos, y su hermano Federico, pone a salvo los documentos del poeta que estaban entonces en la Huerta de San Vicente. Doña Vicenta, por su lado, esconde el manuscrito de La casa de Bernarda Alba en una cesta llena de comida. Hoy aquel documento se exhibe entre el resto de misivas, manifiestos y notas de prensa que repudian el asesinato del autor del Diván del Tamarit.
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La noticia de la muerte de Federico se extiende por el mundo y de todas partes llegan declaraciones de condena. Los amigos José Bergamín y Guillermo de Torre hicieron que Poeta en Nueva York se editara en Estados Unidos y México, y que el resto de la obra del poeta granadino fuera impresa en Buenos Aires.
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«Nunca volveré a pisar este jodido país», dirá don Federico García, que muere en Nueva York. A su exilio le habían acompañado su esposa, su hijo Francisco García Lorca y su cuñada Laura de los Ríos Giner. Doña Vicenta regresa a España en 1951. Fija su domicilio en Madrid porque nunca quiso regresar a Granada. Lo que la familia hace en todos aquellos años es salvaguardar el legado de uno de los más grandes poetas en lengua española y evitar a toda costa que cayera en manos del régimen. En 1960 la familia autoriza la representación de Yerma, que se convierte en un éxito y en un acto subversivo para la dictadura franquista. Hoy día estos documentos, que en palabras de los comisarios de la muestra pueden cambiar la historia del exilio del siglo pasado, nos concilian frente a la memoria herida y la gigantesca obra de un poeta inmortal.
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Por Manuel Mateo Pérez