XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

La poesía y la televisión - México

Fuente: http://www.moreliaymas.com/la-poesia-y-la-television/

vHe venido hablando y tratando de explicarme la lejanía entre la poesía y sus lectores, y sigo alentando las preguntas iniciales sobre la necesidad extinta de uno de los géneros, a los que los románticos de finales del siglo XVIII, consideraran una de las artes más.

La poesía –cada vez me convenzo más– que no es de uso común, ni de uso corriente, ni la necesita nadie para vivir. Puede no haber libros de poesía, pueden dejar de hablar de ella en el mapa educativo completo, pueden extinguirse los poetas, pueden desterrar la poesía de esta república impúdica y nadie se dará cuenta, pero si acaso apagaran la televisión en este país, habría quien –sin dudarlo– tomaría un revólver para dispararlo contra su propia sien o su propio paladar y el resto de los habitantes, protestarían esperanzados porque la volvieran a encender y muchos más llorarían, se arrastrarían contra los alambres de púas y las pencas de nopal del silencio visual que dejaría la ausencia de esa pantalla que ha educado –desde hace ya muchos, muchos años– a este país "de jodidos", como lo llamó Emilio Azcárraga Milmo.

Otro de los motivos por el que se abisma la distancia entre los lectores no sólo de poesía, sino los lectores de libros, ha sido la TV con su programación que cuenta historias ligeras, manipuladas y dirigidas, ejemplos perfectos de la censura y la banalidad. La televisión ha llenado un espacio narrativo nacional que debería ser cubierto por los libros de literatura, el teatro, la música, la pintura, la danza, pero ha sido la televisión, la que además, ha abaratado la danza y el arte de la representación dramática, por citar solo dos ejemplos. La televisión, en aras de vender productos y formas de pensar, ha vulgarizado los géneros artísticos y los ha sometido a sitios estéticamente denigrantes y vergonzosos, con los que el llamado "público" ha formado su acervo de apreciación del arte y ha modelado una imagen decimonónica de lo que es un artista, en la que son capaces de identificar a Juan Gabriel como un poeta, o a Verónica Castro como la gran actriz.

La presencia de la televisión en la vida de los mexicanos (aunque en Latinoamérica es el mismo efecto) ha sido una manera de volver obediente a una sociedad convencida que la injusticia y la desigualdad no existen y por si fuera poco todos son convocados a acariciar la esperanza de vivir en una situación de clase perfecta, y en la esperanza de ser ricos, asépticos como dan la imagen toda esa tropa de conductores y conductoras que dan la apariencia de la persona ideal, a quien nada le falta, gracias a que están de acuerdo con las leyes, el gobierno y las reglas morales y sociales, a las que llamo yo: la reglas de la apariencia.

Dice Ernesto Sábato, que los hombres como los insectos, van a la luz por una razón instintiva y primaria, y el autor de "Sobre héroes y tumbas" cree que a eso también se debe la necesidad de ver la pantalla de televisión que reúne. Y aunado a eso, para la vida contemporánea, se deja una porción de "tiempo libre" sumamente restringida que se utiliza en mirar pantallas, que es lo aparentemente ideal, cómodo, fácil, útil. ¿Cómo podríamos imaginar que la gente tenga tiempo para explorar en el pensamiento, reflexionar y tener un importante ejercicio de los sentidos en el que pueda entregarse, o al menos acercarse a la poesía? Eligen ver pantallas por facilidad y una de las pantallas de la que han recibido su educación sentimental ya varias generaciones, es la televisión. Las telenovelas, los noticieros infestados por el control político dominante y los programas cómicos más insulsos que vienen desde los años sesenta hasta la fecha, han educado a los mexicanos y les han dictado una nueva cultura para vivir a expensas de lo que se vende y lo que hace que los grupos sociales, sean los autorizados por sus modelos de vida que allí se anuncian y se venden en favor de la oligarquía.

En esencia, creo que la televisión, ha sustituido el lugar que los libros y las expresiones artísticas debieran tener en la vidas ducharía y recreativa de los mexicanos, pero no. La televisión ha hecho creer a la gente que es "difícil leer", no sólo poesía, sino cualquier género de la literatura, por eso aquellos que así fueron educados, cuando crecen y les toca ser los que gobiernan, no les hará falta instituir nada en favor de que los ciudadanos se acerquen a las expresiones artísticas genuinas y al aprecio por nuestra verdadera cultura y los valores históricos que debería construir mejores ciudadanos, y no como los crueles mexicanos que matan haciendo pedazos a sus enemigos y los entierran de noche en fosas clandestinas donde nadie los encuentre.

La televisión, por supuesto que ha contribuido a que los mexicanos no lean poesía, ni la adviertan por ninguna de sus aristas. La presencia en la vida de los mexicanos, ha llegado a comandar la mentalidad de ciertas generaciones, como puede comprobarse en aquellos que se sienten formados por los personajes insulsos de Chespirito, quien por cierto, ha tenido la muerte más publicitada por el canal del poder, que les ayuda a ocultar con su humareda, los sucesos verdaderamente mayúsculos de nuestra historia recientísima: los hechos de Iguala y sus delincuentes.

Y por último, el apodo de Roberto Gómez Bolaño deviene de Shakespeare. Juan Gabriel se atrevió a decir que el "cómico" además de ser un ícono, era más grande que el autor de Hamlet. Una joya de la ignorancia. En México Chespirito es Shakespeare, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Octavio Paz, Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, son nadie. ¿Hay prueba más contundente del espacio que la televisión ocupa en lugar de la poesía? No lo creo.
Por: Neftalí Coria