La Poesía de Raúl Gómez Jattin

Fuente:  https://www.razon.com.mx/opinion/2025/02/22/la-poesia-de-raul-gomez-jattin/

El Fondo de Cultura Económica (FCE) ha puesto en circulación una reedición de Amanecer en el Valle del Sinú. Antología poética (selección y prólogo, Carlos Monsiváis) de Raúl Gómez Jattin (Cartagena de Indias, Colombia, 31 de mayo, 1945 – Cartagena de Indias, 23 de mayo, 1997).

Los lectores se acercan a un “autor excepcional en la historia de la poesía latinoamericana. La terrible y asombrosa crónica de Raúl es, si se quiere, la puerta de entrada al conocimiento de una obra fundamental” (Monsiváis). “Despreciable y Peligroso /Eso ha hecho en mí la poesía y el amor”: Raúl Gómez Jattin.
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Veo a Raúl del Cristo Gómez Jattin correteando en un amanecer de neblinas por el Valle del Sinú. Lo veo niño convocado por las florestas cantando un vallenato jubiloso, gritándole a la vida sus ardores desolados. Va Raúl en trote/ como van los niños /saboreando las espumas del agua de los arroyos/ va volando sobre el polvo de la tarde/ la noche lo alcanza/ y una cantata de luces: // unos cocuyos lo guían por la desértica explanada del dolor.
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Rimbaud camina por los atajos de Cereté sin la máscara del otro: Raúl muerde el amargo abandono reconociéndose como “Nadie soy yo” en la orilla: “…si Raúl es nadie… si es mi vida una reunión de ellos/ que pasan por mi centro y se llevan mi dolor”. La soledad abrigando el sollozo. Inocente en cada gesto: reencontrarse “como fuerza del monte/en un rincón oscuro/ la infancia nos acecha”.
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Pocas veces un poeta, desde las ramblas de la demencia, nos había mostrado ribetes vertiginosos de verdades deslumbrantes y dolorosas con tanta naturalidad. Vida y poesía trenzadas en las ramas de un espeso árbol. Crónica de desatinos y sueños donde crepita la angustia en el hechizo de la palabra.
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Habitante de espacios bordeados de arrojos marcados por los instintos, Gómez Jattin labró un discurso con imágenes arraigadas a una latente sensualidad. “Sorprendí a la desgracia robándose mis palomas/ y la espanté a latigazos/ Volvió sus dientes temblorosa de rabia/ y de una bofetada me robó la pasión”. Coplas de arrebatado naturalismo y agresiva consumación en zonas de agreste orfandad. El poeta defiende sus criaturas sagradas; pero es vencido por fuerzas que lo condenan a la expatriación.
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Autor de Poemas (1980); Retratos (1986); Hijos del tiempo (1989) y de una decena de estrofas (“Respuesta a una carta”, “Necesidad inexorable”, “En las lágrimas tuyas está todo el terror”, “Casi obsceno”, “Lola Jattin” …) llenos de las humedades del pozo del suplicio: Jattin desplegaba sus excesos y disfrutaba la visita de los fantasmas que lo desdoblaban.
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La noche anterior a su muerte le regaló a un amigo un caballito de mar. Cartagena de Indias amaneció con un sol de refulgencias en ascuas: Raúl murió atropellado por un autobús en esa ciudad extraviada en las sombras de sus murallas. Basten estos versos extraídos de “Necesidad inexorable” —poema-carta dedicado a Álvaro Mutis— para saber que estamos en presencia de un seducido en estado puro: “¿No es verdad que es necesario desbocar esas aguas/podridas para que se oreen la vida y la poesía? / ¿Que es necesario verle los ojos a la muerte/ para aprender a morir a solas?”. Vaya revelación de los desamparos que nos violentan.
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Por:Carlos Olivares Baró