XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

La poesía olvidada de Chery Jimenes Rivera: L’Aitianita Divariosa

Fuente: http://vidamitica.diariolibre.com/2015/02/04/la-poesia-olvidada-de-chery-jimenes-rivera-laitianita-divariosa/

Hace un par de semanas fui a visitar a mi abuelo, George Bertrán, que con ochenta y ocho años todavía conserva una prodigiosa memoria capaz de poner a prueba a cualquier veinteañero.

Esa mañana, mientras conversábamos y degustábamos un whisky a las rocas meciéndonos en las mecedoras que conserva en su terraza, me dijo que tenía algo que darme. Subí a su habitación y me paré junto a él en su viejo escritorio, de cuyas gavetas sacó una colección de artículos de periódicos que puso en mis manos. "Son tuyas", me dijo. "Durante cuarenta años he recortado los artículos que me han parecido interesantes. Muchos de esos periodistas y escritores ya están muertos. Otros, ya están muy viejos. Quiero que los conserves como yo los he conservado. Como escribes, se que encontrarás muchas cosas interesantes. Y claro, sé que le sacarás provecho a sus lecturas." Cuando regresamos a la terraza, le pregunté si se acordaba de algún artículo en específico que deseaba que viéramos juntos, y me dijo que sí, que había uno que debía leer en voz alta. Le pasé la pila de recortes y buscó y buscó hasta que encontró un escrito titulado "Mi Amigo Chery", escrito por Augusto Obando. Antes de comenzar a leerlo me hizo la historia de Chery Jimenes Rivera, su poeta favorito. Me contó que Chery había nacido en Puerto Príncipe en el 1917, y que habia muerto en Santiago en el 1980, y que una vez lo escuchó recitar su poema L'aitianita divariosa y me dijo que se emocionó tanto que hasta los ojos se le aguaron. Me explicó que el poema estaba escrito en rayano, una mezcla de Creole y español, y que siempre le había extrañado no haber visto el poema en ninguna antología. Explicó que el poema se trataba de una mujer de origen haitiano que esperaba a su pareja a que llegara del mar, pero una fuerte tormenta azotó la costa, y no sabía si lo volvería a ver. Después me dijo, "ahora léelo en voz alta, para que así lo disfrutemos nuevamente". Me paré en medio de la terraza, y con su mirada repleta de emoción, procedí a leerlo según sus indicaciones: "Mi Amigo Chery" por Augusto Obando Qué quiere usted, hermano. La vida es así. Aquella noche era de parranda, de tristeza y de alegría. Había luz en mis ojos y niebla en mi corazón. Y por eso hubo profusión de poesía, de recuerdos y de ron. Fue en la campestre casa de Genaro Paulino, en Santiago, donde conocí a una persona que se llama Chery Jiménez Rivera. Es poeta, sinónimo de bohemia. No pude hablar mucho con él, conocer sus inquietudes, penetrar en sus alegrías y en sus frustraciones. Parece ser que esa noche no estaba yo para comprender nada. Ese día toda mi atención estaba concentrada en la botella de ron. Y pasaron muchas horas. En la reunión habían varios místicos, amantes y estudiosos del Rosacrucismo. Se habló de la reencarnación. Y ya, cuando empezaba a morir la noche, Chery se levanto y me hizo el grato honor de recitar para mí, según dijo, su poema preferido: L'aitianita divariosa. Lo escuché y me sentí como un poseso. Me pareció que los efectos del ron se desvanecían. Aquel hombre, calmado y con apariencia de debilidad, se transfiguró recitando su poema. Y cautivó a aquel pequeño auditorio. Parecía un Júpiter dominando las olas de un mar embravecido. Cuando terminó, le dije: gracias. Una lagrima corría por mis mejillas. Una lagrima de hombre. Que quiere usted, hermano. La vida es asi. Y, he aquí el poema de Chery. Para captarlo mejor es aconsejable leerlo despacio y en voz alta. L'AITIANITA DIVARIOSA Ei soe jaranganió jata cansáese ae cabo en mit'e la bajá... y se afligió la taede, jáeta de t'asuntando de ondee i soe avomita la uitima llamará, allá onde se arreúnen las ola con ei cielo té claro o té nublao, all'en el horizonte, como deci'aquei viejo que lleg'un dia dei pueblo y que no ha vueito ma. Solo un chin chin clariaba azuliand' una pringa en aquei cielo prieto, ei Morro taba mijimamente com'un pudin de novia Que jumiara neblina, y una nube ratrera lo lutraba con un tóedo e jarina, un tóedo qu'era ¡Angelina! como esoj epumero que hace la boca ei rio cuando la mae, enculillá de viento l'arrempuja p'arriba. Las olaj etregaban como ofendiaj l'orilla, Y lo relámpago abochojnaban la taede con candeláaj d'insúito; la vita s'etropiaba d'ecudriñae la tablazón dei cielo, y una mollijna como de limojna rociaba loj manglare y loj bojío, haciendo recoedae d'entre loj cháeco ei bajo dei salitre corrompío. Laj' aitianaj maj vieja hicién un caevario de ceniza en la cuití'arena de la playa y amarrán en l'enramá una piedra diqu'era Santa Clara, tapá con una paila santiguá econdién una tuza y una lú, y allá onde laj doj trillaj se coitaban en crú se agoipán en un grupo y con tre deo p'arriba se degañitaban acosando ei mae tiempo: alé, alé la tamparí, Satán. un' aitianita nueva, rodiá por la cintura con un saco e jeniquén, con loj pecho al aire, chiquiningo y morao atibaba su novio entre loj pejcadore que aicanzán a llegae, y le contán lo'sotro compañero que ei era quien llevaba la guadilla ese día y ei viento de aecagüete se lo tiró un lot'e burro de agua, de gremesi, como si ei fuera d'ello. pobresita, se le fue la coloi y s'insuitó tre vece tra de aquella noticia, amaneció degajñotá gritando y revoicando en l'etera de nasa su resaca de pena. Ei viento, trajnochao, arrempujó ei mae tiempo a l'amaneca, como lu'hizoen la taede con su hombre, con ei qu'ella iba a empliáese. Amaneció to claro al otro dia, clarito y alumbrao, tan solo all'en ei juicio de la negrit'aquella se etrujaba la mijma ocuridá: hacen ya muchaj noche y tuaví'ella preguta: ¿Coté gazon aquina mué, u pa ué li Bon Ye, Di mué, suplé? I ae botezae la taede, gaviá en lo' sarrecife asunta la marea, que ha traei lo güeso, tan solo aguaita ella en esa caima chicha laj nube arrellanándose entre l'agua, y vueive ai caserío ya en la noche, plaguiando: mué pa ue añé, e u compé, u p'ancó ue li?

Chery Jimenes Rivera.