La provocación, el sacudón al lector, es un recurso de la escritura y la edición explorado ya de mil maneras y en todos los géneros, pero eso no le quita validez ni autenticidad al intento del historiador uruguayo Leonardo Borges con su obra "La poesía está muerta", en la que pretende dejar una marca, una voz a modo de advertencia sobre el futuro de este género.
Borges, de 33 años, se presentó en la 37ma. Feria Internacional del Libro de Montevideo para exponer sobre su libro, con el que se propuso "llevar al lector a mi juego a impactarlo con una afirmación fuerte".
No es nada más una estrategia. El historiador piensa ciertamente que la poesía está en peligro y puede desaparecer, como le sucedió, dijo, a muchos géneros musicales.
Es "un libro fresco y sin tapujos que arma, desde el título, no la célebre muerte de Dios sino algo peor: la muerte de la diosa poesía", reflexionó el poeta uruguayo Rafael Courtoisie.
El autor habla del riesgo que a su entender está corriendo la poesía recurriendo a ella, es decir escribiendo poemas, que combina con artículos de contenido histórico y con dibujos.
Como relataron medios uruguayos e internacionales, el propósito de impactar a los lectores está planteado de manera muy transparente en la portada: en ella Miguel de Cervantes, Jim Morrison y Andy Warhol comparten la tarea de diseccionar un libro de poemas, a modo de parodia de "Lección de anatomía", el cuadro en el cual Rembrandt retrató una autopsia.
Borges habló con la agencia española EFE sobre este trabajo que contiene también una suerte de crítica de época, incluyendo a los medios de difusión, partícipes de un hedonismo y de una aceleración que, afirma, ponen a los poetas en el rincón de las "piezas de museo".
En esa línea, afirma que la poesía demanda "un tiempo de reflexión" que a su juicio no pide la novela. La poesía tiene un recorrido que el historiador pretende reflejar desde el capítulo inicial, "Génesis", para llegar al final llamado "Apocalipsis".
El autor, al decir de Courtoisie, "escribe sobre poesía y la niega, crea belleza y sobre la belleza acabada de plasmar despliega de inmediato un velo de inteligencia transparente que seducirá al lector más refractario. Escribe poesía y al mismo tiempo discute sobre qué significa escribirla. Arma un libro intergenérico que no deja de lado el collage, a la vez que pone en funcionamiento la enorme capacidad didáctica y la solidez intelectual del autor".
Ubica a la poesía que aporta la obra en una "modernidad líquida", "poesía de la no poesía en tiempos de la 'cultura boba'. Escritura profunda en formato super entretenido. Show poético con exigencia, capacidad intertextual y algo sumamente escaso en la cultura de la banalización más mediática: profundidad fecunda y placer hecho textualidad".
En su diálogo con EFE, Borges aceptó que "es una ironía hacer poesía negando la poesía", y más aún después de considerarse "muy malo escribiendo poesía".
Agregó que ningún libro puede aspirar a tener la adhesión absoluta de todos los lectores, pero se declaró conciente de que este trabajo no agradó a muchos de ellos.
Aceptó, no obstante, que "la poesía no murió todavía", si bien "transita un camino complicado" y, en cuanto posibilidad de protesta social, interpretó que ese camino está siendo ocupado por los músicos.