XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

La emoción de otra vida - España

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Por las venas de una vida entregada a la investigación y la docencia viene fluyendo la poesía. Con libros sobre Gil Vicente, Juan de la Cruz, Cernuda, Valente, Gamoneda, María Zambrano y muchos otros poetas, Armando López Castro alimenta sus afanes académicos con un fervor poético que se vertió en libros como Revelaciones (1983), Memorial (1985) y De lo imposible (1986). Veinte años después reaparece el pulso poético con De sueño en sueño.

La poesía siempre se ha alimentado de sueños, deseos e ilusiones. Desde Freud los sueños han sido objeto de indagación, no sólo por el psicoanálisis, sino también por la literatura, que antes y ahora ha aprovechado las posibilidades de lo onírico: escritores como Quevedo o J. M. Merino apenas serían entendibles fuera de ese ámbito. La poesía da materialidad a los sueños y expresión a los deseos más secretos. La poesía misma puede interpretase como el sueño de lo inalcanzable. Acaso no haya otros reductos de más íntima libertad que el sueño y la poesía. De sueño en sueño, el poemario de López Castro, quiere dar voz a lo secreto, a los vislumbres que nos acercan a una realidad inmaterial.

El sueño se entiende como una segunda vida: abre puertas a un mundo invisible. Los poemas parten de realidades sensibles (el pez, el caracol), metafísicas (el ángel, el demonio) o míticas (el centauro, la ninfa) para soñarlos e ir más allá de sus significados primarios y a través de la intuición o la indagación extraer sentidos simbólicos o de otro tipo. Las puertas, por ejemplo, celan el misterio, se abren a lo desconocido, guardan un sueño, una emoción acaso o una leyenda, además de existir la metafórica puerta del corazón abierta a la amistad o el amor; el arado secular abre la tierra como la palabra horada las sombras; la mariquita «nos invita a volar lejos, más allá / de la mano, para que nuestros deseos / secretos hablen desnudos y se cumplan»; el andrógino representa la «doble identidad» humana; y del mismo modo se pueden ir interpretando los demás seres que dan título a los poemas: el ángel, el mago, el arquero, la piedra, la llave, la torre, la zarza, el espejo, la grajilla, etc., pistas de despegue para «ir más allá» como deseo recurrente.

El poemario de López Castro presenta una gran unidad de fondo, así como cada una de sus partes; lector e intérprete de innumerables poetas, ha sabido insuflar savia nueva y personal a la vieja tradición de la poesía.
josé enrique martínez