XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Guía poética de la calle Lavalle - Argentina

Fuente: http://www.telam.com.ar/notas/201509/120424-guia-poetica-de-la-calle-lavalle.html

El estilo de Bertazza deslumbra con su singular mirada sobre el mundo: poemas donde el lector se siente gratamente guiado, una especie de caminata conjunta donde el pasado de toda la calle Lavalle asoma en pequeños detalles, quiebra la medida del tiempo y hace de cada momento un pliegue, acaso un lugar habitable de manera a temporal, vale decir tan eterna como la ciudad que imagina el poeta.

“La idea surgió por una cuestión puramente instintiva o, tal vez, sensorial: cada vez que pasaba por la peatonal Lavalle sentía una especie de imán, es un lugar que desde siempre me atrajo mucho: quizás tenga que ver con ese contraste de lujo y decadencia. Y por supuesto la presencia estelar de los artistas callejeros, como el caso del flautista que se viste todo de blanco y parece un fantasma”, dice Juan Pablo Bertazza durante la entrevista a Télam, a propósito de la idea inicial que motivó la escritura del libro que le llevó cerca de seis años de trabajo.

Para hacer este libro hablé con muchos de los personajes de la peatonal pero el flautista es un misterio: si te acercás se escapa y no responde ni siquiera el saludo. A tal punto que, ante mi insistencia, se me acercó una vez un efectivo de la policía metropolitana para advertirme que no lo intente más, que el tipo no habla una palabra con nadie. De todas formas, sabía que era brasilero pero nada más. La cuestión es que si bien el tipo ni siquiera toca la flauta (solo le arranca algunas pocas notas desafinadas) no se puede dejar de sentir algo cuando se lo escucha, y eso también suena un poco como los ecos de otro momento de la historia.

Ideas de ese estilo combinadas con la extrañeza fascinada que aun hoy me produce pasar por ahí, me llevaron a escribir un libro que recorriera cada cuadra de esa calle, y la primera decisión que tuve que tomar, y me costó bastante, fue si me limitaba a la peatonal o tomaba toda la calle que llega hasta el Barrio de Almagro. Y cuando me di cuenta que cada parte de la calle tenía algo interesante que decir, decidí que iba a incluir las 41 cuadras.

En la parte de Tribunales, que está llena de fotocopiadoras y negocios vinculados con lo legal, tuvo lugar la Revolución del Parque de 1890 que, si bien en algún punto terminó fracasando, marca el comienzo de un cambio importante a la hora de pensar la política. Antes de cruzar Callao, y de nuevo el tema de la política, está uno de los sótanos en donde tuvieron lugar las reuniones de FORJA (aunque ni siquiera hay una chapa con el número de la altura).

En la zona de Once aparecen los templos, y los típicos negocios de cotillón, maniquíes y telas que son realmente impresionantes porque además están todos juntos. En febrero de 2008, en uno de esos locales de la empresa Ciudad Cotillón ubicado al 2257, se produjo uno de los incendios que más tiempo tardó en apagarse en la historia de Buenos Aires. Es decir que toda la calle merecía ser contada.

Hay un planteo muy original en el libro donde el pasado y el presente conviven desde un trabajo notable de perspectiva
Ese es un tema importante porque a medida que iba escribiendo el libro les fui contando a algunos amigos, Nacho Mazzeo, Santiago Ripoll, Javier Sbarbati, Nicolás Pose y César Rexach, lo que iba haciendo, y a quienes aprovecho para agradecerles. Ellos a su vez me fueron dando también algunos datos acerca, por ejemplo, de los personajes bizarros de la peatonal como el gigante o el tipo que está todo tatuado de los pies a la cabeza, y también una cosa bastante impresionante: un edificio ubicado en Lavalle entre Uruguay y Paraná que tiene una especie de escalera caracol llena de cruces esvásticas de hierro. El ingeniero civil del edificio se llama Jacobo Sirlin, que aparentemente construyó también un templo ubicado en la misma calle Lavalle pero en Balvanera. Cada uno de esos hallazgos merecerían una investigación y de hecho por un momento se me pasó por la cabeza la idea de escribir una especie de ensayo acerca de la calle, algo así como el que hizo alguna vez Marechal pero de la calle Corrientes. Sin embargo, y aun a riesgo de perder muchos lectores, decidí mantener la idea original y escribir un libro de poesía. No es un capricho: considero que solo a través de la poesía pueden decirse ciertas cosas y, sobre todo, generar esa oblicuidad entre historia y presente, entre anécdota y descripción a la que intentaba acceder.

¿Pensás la poesía como un modo de acceso al conocimiento? Me refiero a la relación con la historia.
Sigo pensando que solo a través de la poesía podían llegar a convivir las palabras de un dibujante que se acuerda del día que le hizo un retrato a la tigresa Acuña, los nombres anteriores que tuvo la calle y la culpa que carcomió a Lavalle por haber mandado a matar a Dorrego que, dicho sea de paso, fue quien lo recomendó para entrar al ejército de San Martín, con lo cual esa sigue siendo una historia increíble de amistad y traición, a la altura de la de Pat Garrett & Billy The Kid. En algún punto lo que pienso es que Lavalle es poesía pura, poesía de distintos géneros y estilos pero poesía al fin. Hay como una secuencia que sigue la calle, una cantidad enorme de simetrías y motivos que van recorriendo las 41 cuadras. El tema de la cuestión judía es uno de los grandes tópicos porque además de lo mencionado, también protagonizó una historia en el ABC BIERHAUS, un restaurant alemán de la peatonal altura San Martín que aún sigue existiendo, el mismísimo Oskar Schindler, y por supuesto también aparece en el libro. También por alguna razón hay una proliferación de farmacias a lo largo de toda la calle y también de camiones de mudanzas. Pero lo que más me sorprendió de todo es un negocio relativamente nuevo de la marca Xenon, ubicado en Lavalle y Riobamba, que vende accesorios y tecnología relacionada con el cine y tiene una especie de pequeño museo con objetos antiguos de los viejos cines de la calle Lavalle: una urna en la que se metían los talones de las entradas de las películas y una butaca de madera con patas de fundición de hierro con un compartimento para poder guardar el sombrero, lo cual era obligatorio por una ordenanza que siguió en vigencia hasta el año 1996! El hecho de que un negocio hiciera referencia de manera tan directa y contundente a los cines de la peatonal me pareció magnífico porque me sirvió para confirmar que Lavalle es, también, una calle que se homenajea a sí misma, es una calle autoreferencial.