XXXVI CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE"

Gioconda Belli: «Sé que muerta o viva voy a regresar a Nicaragua»

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La autora explora en su última novela, 'Un silencio lleno de murmullos', la cara más íntima y familiar de las revoluciones.


A mediados de los años setenta, mientras militaba en el Frente Sandinista de Liberación Nacional y hacía la revolución en Nicaragua para derrocar al dictador Somoza, Gioconda Belli (Managua, 1948) se fue al exilio mientras a su espalda parpadeaban las luces del árbol de Navidad. «Era un 20 de diciembre, me acuerdo bien», explica. Y si se acuerda es porque junto al árbol, iluminadas por las luces, estaban sus dos hijas. Una de siete años, la otra de dos. «Siete meses pasé sin ellas. La pequeña me llamaba la mamá del avión», recuerda ahora que 'Un silencio lleno de murmullos' (Seix Barral) expurga memorias y recuerdos con argumento maternofilial y sentida dedicatoria a sus hijas. «Es ficción, sí, pero como 'La mujer habitada', que tenía muchísimo de mi propia experiencia», reconoce.
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En la novela, casi como en la vida misma, una mujer llega a la España del cerrojazo pandémico para poner en orden los asuntos de su madre, una heroína revolucionaria recién fallecida. «Mi madre fue guerrillera en los años setenta, en la Revolución Sandinista, la última que triunfó en Latinoamérica. De joven tomó las armas y vivió en pocos años varias vidas», escribe Belli, exiliada de nuevo, ahora en Madrid, después de que el régimen de Daniel Ortega, antiguo compañero de revolución, la expulsase de Nicaragua. Un país arrebatado con el que la también poetisa se reencuentra en este novela que, no lo esconde, presentó a la pasada edición del premio Planeta en un encarnación primeriza. «Fui un poco inocente», relativiza Belli..-Empezó 'Un silencio lleno de murmullos' poco antes de salir de Nicaragua y sin saber que no podría regresar. ¿Se escribe diferente desde el exilio?
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-Incorporar España en la novela tiene que ver con innovar una vida. Quería que se reflejara esa percepción de otro país que te da la distancia. La distancia crea una mirada diferente.
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-¿Cuál fue el primer impulso?
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-Simplemente, quería hablar sobre la desilusión, sobre cómo reacciona un ser humano ante el hecho de haber metido tanto de su vida en un sueño y que el sueño se frustrara.
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-¿Toda revolución está condenada a la desilusión?
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-En la vida, en el tiempo de vida que tenemos, es posible que sí. Porque tardan mucho. Si te pones a pensar en la Revolución Francesa, después llega el terror. Empiezan a matar a todos los líderes; luego viene Napoleón, la monarquía... Pero ya en cien años, la Revolución Francesa logró la República. Así que yo tengo la esperanza y la convicción de que poco a poco... Esta gente no va a durar eternamente. Ortega y su esposa se van a morir. ¿Qué va a pasar después?
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-Eso mismo, ¿qué va a pasar?
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-No
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-«¿Cómo no culpar a la generación de mi madre por permitir que emergiera otra dictadura, que repitiera el ciclo de esta maldita historia, el humo negro que se extendía ahora por el país?», leemos en el libro.
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-Daniel Ortega nunca debió haber sido coordinador de la junta de gobierno, nunca debió haber sido presidente. Era el ser menos brillante de los nueve dirigentes. Es el poder, que carcome. Y la esposa de Ortega ha sido un eje maligno. La novela trata de introducir lo que está pasando en Nicaragua porque es muy importante para entender la personalidad de los personajes, el choque de las generaciones. Los jóvenes de hoy nos tienen resentimiento muy grande a la generación de la revolución, porque han vivido todo esto.
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-¿Es entonces una novela política?
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-Es más que eso. Es una novela psicológica, pero al mismo tiempo tiene el elemento político que le da cierto nivel de profundidad. Transgrede varias cosas. Y yo soy transgresora.
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Por David Morán